Patrick, en ese momento, era el mundo de Janice. Pero aún así, Hugh no estaba lejos de sus pensamientos. Después de todo, era él quien había excitado su cuerpo hasta provocarle un frenesí ardiente y punzante una hora antes.
—Patrick—, dijo.
—¿Mmm?—
—¿Cuándo crees que volverá a casa?—
—Cuando el fuego esté bajo control—. Le apartó el pelo de la frente.
—¿Cuánto tiempo es probable que tome?—
—Que tan larga es una pieza de cordón.— Él sonrió.
—No estás siendo útil. Todavía estoy preocupado por él—.
—Ese podría ser el caso, pero te distraí de eso por un tiempo—.
—Sí. Lo hiciste.— Ella sonrió, sintiéndose ebria de satisfacción. —Mucho—.
Patrick miró la televisión. La ligera curvatura de su boca cayó y entrecerró los ojos.
—¿Qué?— Ella se sentó hacia adelante.
—Nada.— Apuntó el contr
