Capítulo 24

1179 Palabras
Jessica al verse descubierta sacó de entre sus piernas un arma, y sin asco le disparó a Vicente, por suerte la bala solo rozó su hombro, y como Vicente no era tonta, fue tras Catalina con dos guardaespaldas más, los cuales al escuchar el ruido del arma entraron sin pensarlo hacia el galpón, miraron a Jessica sosteniendo el arma directo hacia Vicente y corrieron para detenerla, y evitar que siguiera abriendo fuego. Vicente se tomó el brazo herido y dada la adrenalina que llevaban encima, corrió hacia Catalina, le sacó la capucha y la miró a los ojos. -¿Estas bien?, ¿te hizo algo?- Catalina negó con la cabeza mientras lloraba, de entre sus lágrimas pudo ver como sangraba el hombro de Vicente y se preocupó enormemente. -Vicente estás herido -Vamos a sacarte de aquí primero- Vicente hizo una seña a unos de los guardias, y él vino y desató a Catalina, sus muñecas ardían como fuego y su cabeza dolía por el golpe, pero nada de eso fue impedimento para que ella se abalanzara hacia Vicente, lo tocó suavemente y se recargó sobre su pecho. Vicente no pudo evitar sentir angustia, por un momento pensó que algo malo le pasaría a ella y justo en ese momento se dio cuenta que él estaba sintiendo algo más fuerte por Catalina. Bajó la cabeza y le besó la frente, y con el brazo sano le rodeo los hombros. -Ahora estas a salvo- Catalina suspiró. -Debemos ir al hospital…tu hombro -Vicente ¿Qué hacemos con la paralítica?- Uno de los guardaespaldas la tenía retenida en su silla de rueda, agarrándola de su cuero cabelludo. -¡Como te atreves a interrumpir mi plan!, aparecido- gritó Jessica, Vicente la ignoró y tomó de la mano a Catalina para sacarla de allí. -Tu padre ya no los podrá proteger más. ¡Ahora todos saben que llevaste!- comenzó a reír descaradamente. Vicente bajó la vista esperando la reacción de Catalina al escuchar que él era hijo de Emilio, pero ella no se inmutó, siguió aferrada a su brazo como si fuese sorda. -Tírenla al rio- ordenó Vicente sin escrúpulos, y fue allí cuando Catalina volvió a reaccionar, parándose en seco y mirándolo directo a los ojos, como si hubiese visto a un fantasma en medio de la noche. -Vicente no…por favor no la mates- Vicente apretó la mandíbula -No te manches las manos- dijo ella con ingenuidad, Vicente cerró los ojos y suspiró. -Enciérrenla hasta que vuelva mi padre- ambos salieron de aquella bodega y se subieron a uno de los coches de Emilio, y el chofer los llevó directo al hospital de la ciudad, allí Vicente fue ingresado de inmediato, y Catalina debió quedarse en la sala de espera. Luego de que esperara por una hora completa, ella se sentía un poco angustiada, fue directo a la puerta de emergencia y golpeó. Salió una enfermera con cara de pocos amigos y esperó a que Catalina hablará. -Vicente Beltrán, ¿podré verlo?- la enfermera levantó una cartilla y rebuscó algo en ella. -Habitación 202 en 10 minutos lo traslada allí. -Gracias- contesto con una sonrisa Catalina Se dirigió rápidamente hacia el elevador y marcó el piso 2. Bajó y caminó por un pasillo que llevaban hacia las habitaciones, miró los carteles y se encontró con el 202, y se sentó afuera a esperar. En 10 minutos exactos apareció del ascensor Vicente sentado en una silla de ruedas, empujado por un enfermero, Catalina sonrió y se levantó con las manos en su pecho, como si rezara. -¿Estas bien?- dijo ella acercándose -Sí, sólo me quedaré en observación hoy- el enfermero lo adentró y le ayudó a recostarse sobre la cama. Tomó algunas anotaciones y se marchó. Catalina se quedó parada en el umbral de la puerta, un poco temblorosa y nerviosa. -Ven acércate- le dijo Vicente dándole palmaditas a la colcha, Catalina lo obedeció sin vacilar. -Siéntate aquí, a mi lado- Catalina se sentó de medio lado cerca a la orilla de la cama -Tenemos que hablar- Catalina asintió -Supongo que esa mujer te contó la verdad ¿cierto?- Catalina bajó la vista y volvió asentir -¿Es verdad que eres hijo de Don Emilio?- Vicente resopló junto a una mueva de resignación. -Es verdad -¿Y por que te ocultas?- preguntó curiosa -Es por los enemigos que tiene mi padre, veo que aún no lo conoces lo suficiente. Catalina, mi padre es un hombre muy odiado en el país. Siempre corre peligro, y también la gente que lo rodea -Pero ¿Por qué lo odian?, él es una muy buena persona- dijo confundida -Lo odian debido a su éxito en los negocios- Vicente no quiso ahondar más en el verdadero oficio de su padre, ni como él había obtenido tal éxito, sintió que hablar de aquello no le correspondía a él. -Ya veo…¿yo tengo que temer? -Pensaba que no, hasta ahora. Mi padre te había tenido muy bien oculta, pero ahora Jessica reveló su secreto. Nos dejó al descubierto a ti y a mí- Catalina tragó saliva con dificultad y jugueteó con sus dedos nerviosa. -¿Qué haremos ahora? -Por mientras nos quedaremos resguardados en la mansión, hasta que vuelva mi padre. Él sabrá que hacer- dijo Vicente y se acomodó en la cama para descansar. Catalina se quedó junto a él durante todo el día y también durmió en un sofá cama que estaba a un costado de la habitación, quería cuidar de Vicente y a la vez se sentía segura a su lado, luego del intento de secuestro de Jessica ya no se sentía segura en ningún lado. Vicente cayó en un profundo sueño, luego de que le administraran un medicamento para el dolor. Mientras que Catalina se removía inquieta en el sofá, tratando de conciliar el sueño, pero por más que lo intentaba menos lo lograba, no podía quitarse la imagen de Jessica disparándole a Vicente, había sido traumático. Se sentó en la cama y movió para ambos lados su cabeza, decidió levantarse para estirar un poco las piernas y cuando lo hizo quedó en frente de Vicente. Se acercó a la cama atraída por el bello rostro del joven que se iluminaba a penas con unos rayos de luz proveniente de la luna llena. Estaba obnubilada por él y sin darse cuenta ya estaba besando sus labios cálidos y tersos, cerró los ojos y suspiró su aliento, su corazón latió con fuerza con el solo hecho de sentir su contacto. Iba a separarse de él para volver a dormir, cuando sintió la mano de Vicente rodearle la nuca, abrió los ojos y se encontró con los profundos y verdes ojos de él, se perdió en su mirada y suspiró. Vicente la sujetó y la beso con premura, le entregó un beso cálido y dedicado, pero por sobre todo era un beso que le pedía a gritos salir. Por un instante se olvidaron del mundo, y se concentraron en aquel momento, y despojándose de todos los tabúes se besaron por largos minutos.
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