Capítulo 6

2926 Palabras
EMMA: Apenas regresó de dejar a los niños en el colegio voy al restaurante a ayudar a Noha, mientras Tommy sigue buscando trabajo. — ¿Hola, cariño, en que te ayudo? —él me observa y sus ojos brillan, ¿por qué? —.... La mesa 5. Pongo manos a la obra, hoy está muy movido, y mi teléfono no deja de sonar, pero no lo puedo atender. En este momento estoy con la máquina de expreso. Noha lo toma y contesta. — Dice John que te necesita más temprano hoy. — Y no sé porque el hecho de que él me coloque su mano en la cadera y que me hable al oído me altera de tal manera que dejo caer el café en mi mano. — ¿Estas bien? Déjame ver. —se ve tan preocupado, que casi no siento dolor, casi. — Mierda, no es nada no te preocupes. — Emma ven aquí. Toma mi mano la revisa y me lleva a la parte de atrás de la cocina a curarme, pero para mi sorpresa me levanta y coloca arriba de uno de los muebles, como si fuera una niña pequeña. Lo miro incrédula. Me veo tan pequeña a su lado, Noha mide 1.98. — ¿Que? —pregunta sin comprender, ¿en serio? — ¡¿Por qué me tratas como si fuera una niña?! —respondo molesta. — No te enfades, eres muy baja, me harás doler la espalda, ahora quédate quieta. Y mientras me cura lo observo, ese cabello largo un poco ondeado, color almendra, su piel bronceada naturalmente ni muy claro ni muy oscuro, veo su nariz perfecta, esa barba ni tan larga ni tan corta un tanto desaliñada, que lo hace ver tan intimidante, aunque claro con todos esos músculos saliendo de él, todo él grita peligro, y esos labios tan gruesos, tan tentadores. Me pierdo tanto en él que no siento nada de lo que está haciendo en mi mano, ni escucho lo que dice, solo soy consciente de levantar mi mano sana y colocar un mechón de cabello detrás de su oreja, y ese contacto, me pierde en tiempo lugar, espacio, todo, simplemente y como estúpida, después de colocar el mechón de pelo detrás de su oreja, mis dedos empiezan a descender lentamente por su pómulo, rascando un poco su barba y su cuello, yo solo miraba mi mano y el recorrido de esta, hasta que llego a su cuello, y antes de dejarla caer, levante la mirada y me encontré con sus ojos, esos que últimamente me miraban distintos. — Perdón. — Fue lo único que atine a decir. Podía sentir la sangre golpeándose en mi cara. — Tú puedes hacer conmigo lo que quieras Emma. — ¿Por qué su voz suena tan ronca, como cargada de deseo? Pero, que...yo no... ¿O si quería? Tengo que salir de aquí o... ¿lo besare? ¡DIOS! — Me voy al trabajo. — Bajo del estante de un salto y salgo disparada. — Deberías faltar hoy. Tienes la mano--- —No, ya ves, John me necesitas. Le pediré a Tommy que busque a los niños y los lleve a la empresa. —Y con esa escusa salgo casi corriendo. Qué demonios te pasa Emma, eres idiota o que. Noha es tu amigo, no lo olvides. Con eso en la mente llegó a la empresa. — Emma, menos mal que llegaste, cuando terminen de imprimirse las copias, llevarlas a la oficina de Marco tengo una reunión con él y voy tarde. — Si. — Le contesto no muy convencida a John. — ¿Sucede algo? —a pesar de lo apurado que estaba se detuvo al ver mi rostro. — No, no, nada, he, la secretaria de Marco, ¿me dejará entrar? — No te preocupes le diré a él que te estoy esperando. — Bien. Eso me deja más tranquila, esa mujer no me mira nada bien. Pobre John, se ve tan atareado tal vez sería conveniente pedirle que me deje trabajar la jornada completa... pero Noha necesita ayuda. ¿Rayos cómo podría ayudar a los dos? Una vez que tengo las copias ordenadas subo a la oficina de Marco. — Hola, el señor Rodríguez me está esperando. — Pasa. — ¿Qué le sucede a esta mujer? ¿Por qué me mira así? Me apresuro a golpear la puerta. — Adelante. —es lo que recibo de respuesta. Ya que tengo mi mano quemada, se me dificulta abrir la puerta y tener las carpetas con la mano sana, optó por girar y empujar la puerta, pero para mí enorme vergüenza me tropiezo y caigo hacia delante, sin embargo, antes de caer contra el piso alguien me agarra. — ¿Estas bien? —cada musculo de mi cuerpo se tensa, esa voz. — Demetri. — digo apenas en un susurro. — ¿Tu? —su cara es de asombro absoluto. Definitivamente hoy no era mi día. Demetri, los años te han favorecido aún más si eso es posible, es mucho más alto que la última vez que lo vi, casi tan alto como Noha, siento su agarre, tan masculino, me mira con esos ojos color aguamarina, ahora tiene una barba definida y tupida, tan rubia como su cabello. — ¿Estas bien Emma? — Conozco a John, se apresura a ayudarme a quedar bien derecha, pero también lo hace porque Demetri no tenía intenciones de soltarme. — No sabía que se conocieran. — Y eso sonó exactamente como lo que era, un reproche. — No, es decir lo vi un par de veces en el colegio. — Opte por mentir, y ruego que haya sonado a verdad. — Realmente me asombras Emma, hijo, ella es Emma Johnson, la hija de Greco, el hombre que salvó nuestras vidas. — Hola, es un placer saber tú nombre. —Me reusó a mirarlo, en su lugar miro a Marco y trato de sonreír. John se mantiene en silencio. Y sé muy bien que está analizando todo. — Realmente me sorprende que sepas que él es Demetri, digo, solamente nosotros, su familia, los podemos diferenciar, para el resto es imposible. —En ese momento alguien entra, me mantengo en mi sitio, rogando de que sea Bianca y John deje de mirarme de esa forma acusadora. — Lamento la demora. —solo quiero morir, no, los años no me dieron el valor para esto. El solo hecho de escuchar esa voz, hace que mis piernas tiemblen. Tengo ganas de vomitar. Mi corazón se acelera siento mi cara arder, y mis ojos comienzan a cristalizarse, no, por favor no llores Emma, ¡no lo hagas! — Pasa, pasa, Prieto, déjame que te presente a la hija de Greco, ella es Emma Johnson, y trabaja aquí junto a nuestro querido amigo John. — Hola. Un gusto conocerte Emma. — Me giro conteniendo el aire y allí está el culpable de todo. — Prieto — Y el muy perro sonríe, sus ojos adoptan un brillo casi siniestro. Lo dejo con la mano extendida y solo le hago un gesto con la cabeza. — Pero, si eres tú. La amiga del colegio de Bianca. Recuerdo que una vez mi hermano preguntó por ti, nunca pude recordar bien tú nombre, Gemma, Elena, resulta que era Emma. —Dice con diversión y trato de contener mis lágrimas, sé que lo hace apropósito, para humillarme aún más, para que vea que para él fui solo un pedazo de carne más en su cama. Su juego para pasar el tiempo, sin embargo, para mí fue el causante de que odiara a los hombres, a todos, menos a mis tres amigos. — Bueno ahora sabes cómo se llama y de quien es hija. —dice Marco con toda seriedad. — John, aquí está lo que me pediste, si no me necesitas. Me retiro. — Sí, ve. Salgo lo más tranquila que puedo, trato de respirar pausadamente, para tranquilizarme. Desciendo al piso donde trabajo, lo hago bien, aún me mantengo en una sola pieza, Hasta que las puertas del ascensor se abren. — Mami. — Oh, mi niña. — y cuando la abrazó... me quiebro, mis lágrimas salen sin poder evitarlo. — Mamá, ¿qué sucede, acaso alguien te molesto? — Mi pequeño bravucón ven aquí. — Emma, ¿qué te pasa? — Nada Tommy no te preocupes, es solo que pasé a golpear mi mano cuando salí del ascensor. —miento, de ahora en adelante es lo único que puedo hacer. — Déjame ver, Noha me dijo que te quemaste. — No es nada ya pasará. — Para mi suerte aparece Carla, que mejor distracción que esta. — Hola niños. — Hola, mira él es el tío Tommy. — Ho-hola. Y eso fue todo, Tommy se enamoró y Carla estaba perdida, y es ¿que quien no? Tommy tenía un cuerpo en forma, con su cabello aún más rubio que el mío, su piel blanca, esos ojos azules y ese trasero, si, era todo un chico modelo. Nos miramos con los diablitos y los tres pensábamos lo mismo. — Nos vemos más tarde. — Creo que ninguno me escuchó, y los niños simplemente se fueron a hacer sus deberes, dejando a esos dos babear uno por el otro. — ¡Emma! — El grito de John me asustó y me levante de inmediato de la silla. — ¿Qué, que sucede John? — ¡¿Los Constantini?! Y cuando lo dijo supe perfectamente a lo que se refería, Donato era tan astuto por John, y es que si, mis hijos no tenían un padre, tenían tres, de los cuales absorbían sus personalidades, y a John lo caracterizaba su tranquilidad y astucia. Como a Noha su perseverancia y temperamento. Y a Tommy su carisma y comprensión. Si, Donato tenía la astucia de John, el temperamento de Noha, y el carisma de Tommy. En cambio, Valentina, era tranquila, perseverante, y comprensiva. — ¡Emma! ¿En qué piensas? Te hice una pregunta. —el cuerpo de John temblaba y sé que es de pura ira. — No entiendo--- — ¿En verdad Emma? ¿No entiendes a lo que me refiero? — ¡NO! no entiendo, deje en claro que no hablaría más del tema y ¡ni tú ni nadie tiene porque hablar de ello! Si le dices a alguien... te juro John que no volveré a dirigirte la palabra en toda mi vida. Dejaras de ser mi amigo, te odiare hasta el día de mi muerte. Él simplemente vino a mí y me abrazó. La histeria que estaba por adueñarse de mi desapareció, él me entendía y lo agradecí, pero si él lo sabía, ¿cuánto tardarían los demás en saberlo? la única que ha podido mantener un secreto era yo, y basto con que estuviéramos todos los involucrados en una misma habitación para que John lo descubriera. Después de que John me jurará que no diría nada, me tranquilice y seguí tratando de trabajar. La tarde se hizo muy corta y las ganas que tenía de pedirle a John trabajar tiempo completo, se esfumaron, ahora que ellos sabían que estaba por aquí, ¿qué pasaría? — John. — ¿Sí? — ¿Necesitas ayuda en la mañana verdad? — Sí, pero tú necesitas ayudar a Noha--- — No, no me refería a eso, estaba pensando en Tommy. — Y te quejas de que los niños quieran hacer de cupido si tú eres igual, vas por la vida formando parejas, en el restaurante, la universidad y ahora aquí. — Solo me preocupo, porque tú y Bianca estén juntos y Tommy hace una linda pareja con Carla, ¿no lo crees? se nota que es una buena chica. —Me encojo de hombros como si fuera algo de lo más lógico. — ¿Y Noha? — ¿Que sucede con Noha? — ¿No le buscas pareja? — Él no necesita una pareja, es decir… se ve feliz así...creo. — No sé porque lo que dijo me molestó, no me gustaba pensar en compartir a mi amigo, creo que ninguna mujer lo cuidaría como él necesitaba. — Si tú lo dices. John no vuelve a tocar el tema, cuando al fin es mi horario de salida, me sorprendo de que Tommy se quede un tiempo más con Carla, pero a la vez me alegra que continúen hablando. — Bien me voy, nos vemos en casa. — me despido de ellos y salgo con los niños, y cuando entramos al ascensor estaban ellos, maldición, por lo menos también estaba el señor Marco. — Emma, ¿estos son tus hijos? —los ojos de Marco brillaban. — Sí, niños él es el señor Marco, él es Donato y ella Valentina. — Hola señor Constantini. — Donato se ve tan respetuoso. — Hola abuelito. —dijo mi niña y se escuchó una carcajada, se perfectamente de quien es, el maldito de Prieto se burlaba de mi niña. No se lo iba a permitir. Pero Donato se adelantó. — Disculpe señor, no es propio riese de esa forma, y menos de mi hermana, si no se sabe comportarse, yo podría enseñarle. — Dios, mi pequeño niño se veía.... ¡igual a Marco en la cafetería, esa mirada asesina jamás la había visto! — Él es un digno nieto de Greco. —dijo Marco inflando su pecho, yo solo pensé y suyo también. Prieto lo miraba desafiante, ¡idiota es solo un niño!, en cambio Demetri lo miraba, ¿maravillado? Y un segundo después subió la mirada para clavarla en mis ojos. Por lo que quite la vista de inmediato. — Tú puedes decirme abuelo, pequeña Valentina. Y tú pequeño caballero llámame, Marco. Ellos son mis hijos, Prieto y Demetri. — Hola señor Prieto, señor Demetri. —Mi hijo se comportaba como todo un hombre, haciendo un asentamiento de cabeza hacia los gemelos. Mi niña al mirar a su hermano en esa pose seria y desafiante solamente dijo. — Caballeros. —Y giro su rostro hacia delante enfadada, por la burla de Prieto. Las puertas se abrieron y salimos con ellos pegados a nosotros, sentía que me asfixiaba. — Tengo entendido que no tienes auto, ¿quieres que te llevemos? — No es necesario Marco, Noha viene por nosotros. —Y mientras yo hablaba con Marco en la acera escuche que Demetri le hablaba a mi niña, lo que provoco mis nervios. — ¿Cuántos años tienes? — Es descortés preguntar la edad a una mujer. — Pero tú eres una niña, y muy hermosa, como tú madre. — Créame señor Demetri, tanto mi hermana como mi madre saben lo hermosas que son, no es necesario que un extraño lo diga. Pero si tanta curiosidad tiene le diré, tenemos 5 años. — Cada vez estoy más sorprendido, hasta tus hijos pueden diferenciar a este par de gemelos. —el comentario de Maco solo me hacía más difícil el respirar. — Debe ser un don. — Dije casi sin aire, Dios ¿por qué no se van? miro a Demetri y veo que mientras los mira.... ¿saca cuentas? ¡No! ¡Por favor NO! — ¿Cinco años? — Sí, Emma quedo embarazada a los 16. — Le responde su padre. Tierra tragarme, por favor, trágame. — Entonces--- — Preciosa, perdón por la demora. — Cuando me giro tengo a Noha a mi lado dejando un beso sobre mi coronilla. Y automáticamente me relajo. Mi Noha siempre al rescate. — Papá, Noha. —Tina salta a sus brazos. — Hola princesa, campeón, ¿cuidaste a las joyas de la familia? — Por supuesto Noha, estas joyas están tan seguras conmigo como contigo. —y acto seguido hacen un choque de puños. — Bien, así se habla muchacho. — Marco hizo un sonido con su garganta, para hacer notar su presencia. — Hola Marco, los años no pasan para ti. — Pequeño Noha, realmente has crecido. — Cuando de niño dijiste que un día tendríamos que levantar la vista para verte, ¿te referías a esto? — Siempre tan simpático Constantini. —mi amigo forzó una sonrisa. — Sí, así nos llaman cuando no nos saben diferenciar. — Bueno Prieto, que te sucede, ¿puedes comporte como un adulto? — Y esta vez fue Valentina la que soltó una carcajada, al escuchar como Marco regañaba a su hijo. — Tengo entendido pequeña que es de mala educación reír de esa forma. —reprocho el idiota. — No cuando eres pequeño. — se burló mi niña. — Bien se nos hace tarde, para abrir el restaurante, vamos linda. —dijo mi amigo. — Si cariño. — Y esta vez fui consciente de mis palabras, perdón Noha, pero hoy serás mi escudo. Si ellos piensan que estamos juntos no me molestarán. — ¿Tienen un restaurante? — Es de él Marco, trabajo desde los 16 años, allí, y lo termino comprando. — Dije llena de orgullo mirando a mi mejor amigo. — Vaya mucho, muy bien por ti. — Sí, papá Noha siempre cuido de todos nosotros. —mi niña ve con adoración a mi amigo y yo también. — Eso está muy bien, eso es lo que hace grande a un hombre. — Gracias Marco. Y que estén bien. — Noha tomó las manos de mis pequeños me sonrió y nos dirigimos al auto. A él nunca le gustaron los Constantini. — ¿Cómo está tu mano? —pregunto apenas ingresamos al vehículo. — Está bien, nada grave. — Igual la revisaremos cuando lleguemos. — Como digas.
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