El entrenamiento se había vuelto más intenso. Cada día era una nueva prueba de fuerza, velocidad y resistencia. Kael era mi mentor, mi guía, mi todo. Su presencia me llenaba de energía y determinación. Pero últimamente, había notado un cambio en su comportamiento. Estaba más distante, más reservado. Kai, por su parte, se había convertido en una constante en mi vida. Su sonrisa cálida y sus ojos brillantes me tranquilizaban. A menudo, después de un largo día de entrenamiento, nos sentábamos junto al lago, compartiendo historias y sueños. Una tarde, mientras caminábamos por el bosque, Kai se detuvo y me miró fijamente. —Sky, eres increíble. Tu fuerza, tu inteligencia, tu belleza… me inspiras cada día. Mis mejillas se sonrojaron. Kai era un buen amigo, pero no sentía por él lo mismo que s

