El corazón de Sky latía con fuerza en su pecho mientras Kael se alejaba por el sendero. Su presencia enigmática y su mirada penetrante la habían dejado inquieta. De regreso en la cabaña, el aroma a pino y a algo más salvaje aún persistía en el aire, y Sky se preguntó si el viento había traído algo más que simples olores.
La noche comenzó a caer, y la cabaña, aunque acogedora, parecía de repente más solitaria. Sky se sentó en el sofá junto a la chimenea, intentando calmar su mente y sus latidos acelerados. El crepitar del fuego y el susurro del viento eran ahora una banda sonora para su creciente inquietud.
De repente, escuchó el mismo ruido que la había sacado de su paz antes. Se levantó con cautela y se acercó a la ventana, pero no vio nada fuera de lo común. El bosque estaba en calma, con solo el suave susurro del viento rompiendo el silencio. A pesar de sus esfuerzos por relajarse, el recuerdo de Kael no la dejaba en paz.
La puerta se abrió con un leve crujido, y Sky dio un paso atrás al ver a Kael nuevamente en el umbral. Esta vez, su presencia parecía más intensa, como si el bosque mismo lo acompañara. Sus ojos verdes brillaban con una luz propia bajo la tenue iluminación de la cabaña.
—¿Kael? —preguntó Sky, con una mezcla de sorpresa y confusión—. ¿Qué estás haciendo aquí de nuevo?
Kael cruzó el umbral con una gracia inquietante y cerró la puerta tras él. Su presencia llenó el espacio de una energía casi palpable.
—Lo siento si te he asustado —dijo Kael, su voz aún grave, pero con un tono que parecía más suave—. Pensé que podríamos hablar un momento. Hay cosas que creo que necesitas saber.
Sky lo miró con curiosidad y una pizca de aprensión. Se dio cuenta de que no podría simplemente ignorar la situación, no después de lo que había sentido.
—¿Sobre qué quieres hablar? —preguntó Sky, tratando de mantener la calma.
Kael se acercó lentamente, sus movimientos eran fluidos y deliberados. Cada paso parecía medido, como si estuviera calculando el impacto de cada acción.
—Sobre ti y sobre mí —dijo Kael, su voz casi un susurro—. Hay cosas que no entiendes aún, pero que son cruciales para tu seguridad y para nuestra... conexión.
Sky frunció el ceño, intentando comprender. La manera en que Kael hablaba de una conexión la hizo sentir tanto curiosidad como alarma.
—¿Conexión? ¿De qué estás hablando?
Kael tomó una respiración profunda, y sus ojos verdes se encontraron con los de Sky con una intensidad que la hizo sentir expuesta.
—No soy un simple habitante de Banff. Soy un lobo alfa —dijo Kael, su voz grave resonando con una autoridad que parecía ir más allá de lo físico.
Sky parpadeó, intentando procesar sus palabras. La revelación era tan surrealista que le resultaba difícil creerlo.
—¿Un lobo alfa? —repitió, su voz temblando ligeramente—. ¿Estás diciendo que eres un... lobo?
Kael asintió, su mirada fija en la de Sky.
—Sí. En este bosque, no solo hay animales salvajes. Hay seres que se rigen por antiguas tradiciones y leyendas. Los lobos alfa somos líderes de un grupo, y tenemos habilidades y una conexión con la naturaleza que va más allá de lo que puedes imaginar.
Sky sintió un escalofrío recorrer su espalda. No estaba segura de si debía tomarlo en serio o si estaba siendo engañada. Sin embargo, había algo en la manera en que Kael hablaba que le daba una sensación de verdad inquietante.
—¿Y qué tiene que ver esto conmigo? —preguntó Sky, tratando de mantener la voz firme a pesar de la confusión que sentía.
Kael dio un paso más cerca, su presencia envolvente casi palpable.
—Tú eres especial, Sky. Hay una conexión entre nosotros que va más allá de lo físico. Eres... mi luna —dijo Kael, su voz llena de un matiz que parecía tanto promesa como advertencia.
Sky frunció el ceño, tratando de entender el significado de sus palabras.
—¿Mi luna? —preguntó, sintiendo que la conversación se adentraba en territorio desconocido—. No entiendo.
Kael tomó su mano y la llevó a su corazón, donde podía sentir el latido de su propio pulso.
—Lo entenderás con el tiempo —dijo Kael, con una mezcla de ternura y gravedad—. La conexión entre un lobo alfa y su luna es algo profundo. Eres la clave para equilibrar mi mundo y el tuyo. Debes estar preparada para lo que está por venir.
Sky sintió una corriente eléctrica recorrer su cuerpo al contacto con la mano de Kael. Era como si cada palabra y cada toque llevaran consigo un peso y un significado que no podía ignorar.
Mientras Kael hablaba, Sky sintió que el espacio a su alrededor se volvía más pequeño, más cargado. Era como si estuviera al borde de un abismo, y estaba a punto de dar el siguiente paso hacia lo desconocido.
Kael siguió hablando con una calma profunda que contrastaba con la tormenta de emociones en el interior de Sky.
—Lo que te estoy diciendo no es solo una leyenda o una historia. Es parte de una realidad más grande, una que ha existido mucho antes de que llegáramos aquí. Mi rol como lobo alfa implica proteger a mi manada y a aquellos que están conectados con ella. Y tú, Sky, eres parte de esa conexión.
Sky intentó asimilar la enormidad de sus palabras, pero la mezcla de incredulidad y fascinación la hacía sentir como si estuviera atrapada en un sueño. No era que no quisiera creerle a Kael; era simplemente que la magnitud de la revelación superaba todo lo que había conocido hasta ahora.
—¿Cómo puedo ser parte de todo esto? —preguntó finalmente, su voz apenas un susurro. —¿Qué se espera de mí?
Kael dejó que su mirada se suavizara un momento, como si viera algo en ella que aún no estaba completamente listo para descubrir.
—No estoy aquí para forzarte a aceptar algo que no deseas —dijo Kael, su tono más suave—. Solo quiero que comprendas que hay un propósito detrás de todo esto. Y que, de alguna manera, nuestra conexión puede ser la clave para algo más grande que nosotros mismos.
Sky sintió que las palabras de Kael resonaban en lo más profundo de su ser, como si hubiera algo en su interior que ya sabía que esto era verdad. Su mente luchaba por encontrar una explicación lógica, pero su corazón parecía aceptar la realidad de lo que estaba siendo revelado.
—Y si decido no involucrarme en esto, ¿qué pasará? —preguntó Sky, tratando de comprender las consecuencias de su elección.
Kael la miró con una mezcla de tristeza y determinación.
—El equilibrio de nuestro mundo podría verse afectado —dijo, su voz grave—. Tu presencia puede ser crucial para mantener la armonía entre los diferentes mundos que coexisten en esta tierra. Pero, por supuesto, la decisión final es tuya.
Sky sintió un peso en sus hombros, la responsabilidad de una elección que parecía trascender cualquier decisión que hubiera tomado antes. Se dio cuenta de que la vida que había conocido hasta ahora estaba a punto de cambiar de manera irreversible.
—Necesito tiempo para pensar —dijo finalmente, tratando de reunir sus pensamientos.
Kael asintió, su mirada comprensiva.
—Tómate todo el tiempo que necesites. Estaré aquí si decides buscar respuestas o si decides alejarte. Pero recuerda, lo que está en juego es más grande de lo que imaginas.
Con esas palabras, Kael dio un paso atrás y se dirigió hacia la puerta. Sky lo observó mientras se alejaba, su presencia aún llena de una energía que parecía resonar en cada rincón de la cabaña. Cuando la puerta se cerró detrás de él, Sky se quedó sola, con el eco de sus palabras retumbando en su mente.
El silencio que siguió fue profundo, y Sky se encontró en un estado de reflexión. La noche caía lentamente sobre Banff, y con ella llegaban nuevas preguntas y un futuro incierto. La conexión con Kael y el mundo que él había revelado se mantenía en la frontera entre la realidad y la fantasía, y Sky debía decidir qué camino tomaría en esta nueva e inesperada aventura.