Un mes después de la boda italiana
Los viajes del padre de Alexandra a Inglaterra se hicieron más frecuentes, como tal no le daba una razón especifica por lo que decidía ir hasta el país británico, no conocía las razones que lo mantenían tan ocupado, mientras que ella estaba tratando de llevar las cosas en el puerto y controlar lo que sucedía en su casa, Niccolo estaba cada vez más insoportable, no comprendía como un hombre podía ser tan desesperante.
Aquella mañana en particular estaba más irritada de lo común, se cumplían cinco meses desde que Serkan la había dejado plantada en el altar, cinco meses desde que estaba con aquella mujer que ahora disfrutaba de todo lo que se suponía seria de ella, de mala gana comenzó a bajar las escaleras cuando un recuerdo la invadió, a su mente se vinieron las imágenes de aquel día en el que se conocieron por primera vez.
Flashback
Había pasado toda la mañana arreglándose luego de que su padre le indicara que estaba en sus manos el cierre de los tratos con los turcos, ellos estaban dispuesto a cerrar los negocios, pero el Capo había dejado claro que un solo paso en falso podría hacerlos cambiar de opinión, los describió como hombres complicados que no se conformaban con nada más que la perfección, por lo que incluso la imagen de la chica influiría mucho en todo al ser ella quien próximamente realizaría los tratos directamente al ser la heredera de Palermo.
Un precioso vestido de diseñador la cubría, trato de que fuese recatado, elegante, poco llamativo, pese a su exuberante cuerpo y belleza no le gustaba llamar la atención por su ropa, rostro o apellido, le encantaba que fuese su inteligencia y la manera de manejar el puerto lo que hablara de ella y atrajera a las personas, no es una mujer hueca, por lo que no buscaba venderse como tal, pero en esta ocasión el articular decidió que su vestido mostrara todo el poder que conlleva su apellido. Había oído hablar de los Ceza, les gustaba el poder, la dominancia y el que sus mujeres fuesen sumisas ante ellos, Lucca menciono que su heredero en particular ya tenia un amplio recorrido con las mujeres, pero su idea era mostrarles que no estaban en Turquía, que estaban en Italia y por ello debían respetar la autoridad que como Angelucci tiene pese a ser una mujer.
Aquella tela la envolvía haciendo que su figura resaltara, un magnifico vestido con forro color piel con una maya repleta de bordados a mano con cuentas de oro y diamantes, una pieza única en su tipo que hacia que su rostro resaltara aún más, el escote recto dejaba al descubiertos sus hombros y clavículas dándole un toque sensual y atrevido, mientras que las mangas llegaban con el forro hasta sus muñecas continuando con aquella maya bordada en pequeños hilos dorados en forma de flores. En la parte superior todo estaba recamado, a los costados de sus brazos las cuentas hacían diseños tribales hasta llegar a su busto donde hacían una especia de escote corazón que la hacia ver inigualable, su cintura estaba adornada con un pequeño cinturón simulado con diamantes diminutos que hacían juego con el oro hasta llegar a la parte media de sus muslos donde el color piel resaltaba más al estar más separados los bordados, una maravilla de mujer que al bajar por las escaleras se robo todas las miradas, en especial la de Serkan, quien al verla no pudo evitar parpadear varias veces.
- Allah pero que mujer. Dijo en un pequeño susurro casi que imperceptible para todos.
Con la elegancia que la caracteriza bajo y se poso al lado de su padre y de sus tíos quienes estaban más que fascinados por la forma en la que se veía su heredera, nadie debía decirles lo hermosa que es Alexandra, todos ellos conocen de la belleza italiana que posee al heredar los mejores rasgos de su madre y de la dinastía Lombardi.
- Es un placer para mi Kral presentarle a mi sobrina y proxima Regina de Palermo, Alexandra Angelucci. Su padre no es el hermano del Capo, pero su madre si era una heredera y por consiguiente el apellido Angelucci se mantiene, todos los hombres que se casan con una mujer de la Famiglia saben que no tendrán el placer de que sus hijos tengan sus apellidos. El tuco extendió la mano y saludo a la joven con una sonrisa, al igual que todos estaba encantado con su belleza.
- Señorita Angelucci, es un gusto para mi presentarle a mi hijo, el Prens de los Ceza y futuro Kral, Serkan Neslişah. El hombre no espero y tomo la mano de la chica para darle un beso en el dorso, Ayla, no pudo evitar apretar sus manos, aquel acto era de mucha sumisión, de rendición y respeto, mostro ante su padre el claro gusto por esa italiana.
- Es un placer para mi conocerla señorita Angelucci. No pudo evitar sentir ante la corriente eléctrica que recorrió todo su cuerpo al tocarla, estaba más que fascinado con ella por lo que no dudo en mostrar su claro gusto por ella.
- Es placer es todo mio, señor Neslişah. Alex no podía contenerlo, estaba nerviosa, su mano sudaba y temblaba haciendo que el turco sonriera, le fascinaba intimidar, pero por mucho esta sensación superaba a todas, sobre todo porque no quería que sintiera miedo, quería que se sintiera atraída hacia él, de la misma forma en la que él se sentía hacia ella.
Todos pasaron a la mesa luego de eso, estaban más que satisfechos con las presentaciones y durante la comida Alexandra no hablo más que para dar su opinión sobre las rutas a utilizar o para indicar ciertas funciones que se cumplían desde el puerto dejando a los turcos con la boca abierta, sus mujeres no solían participar de sus conversaciones, eran finos adornos que decoraban su diestra vestidas con telas de oro demostrando el poder y dinero que los hombres poseían, pero ella no era de ese modo, sus tíos y padre le permitían intervenir para que dijera sus opiniones, estaba más que involucrada en todo y eso le llamo aún más la atención a Serkan.
Terminada la cena los hombres se fueron por una copa de wiski y las mujeres a sus recamaras o por lo menos así lo hicieron las otomanas dado que Alex, si bien no los estaba acompañando, si se quedo afuera en el balcón principal de la residencia contemplando la belleza del puerto mientras disfrutaba de una exquisita copa de vino tinto, estaba cansada, por lo que se sentó y aflojo las amarras de sus tacones para sentir con sus pies descalos la suavidad de la alfombra, llevo sus manos hasta su cabello y soltó el recogido elegante que portaba haciendo que su larga cabellera negra callera sobre sus hombros, estaba a punto de llevarse la copa a la boca cuando escucho que le hablaban desde atrás.
- En definitiva, se ve usted mejor con el cabello suelto. Dio un respingo que casi la hace dejar caer su bebida, no esperaba que alguien estuviese allí con ella – Lamento mucho si la asuste señorita Angelucci. Se acerco a ella con una sonrisa.
- No se preocupe, solo me asuste un poco, pensé que estaba en compañía de mi padre y mis tíos. Ella lo miro, esos ojos verdes bajo la luz de la luna eran aún más hipnóticos.
- Ya hablé con ellos lo suficiente, los tratos se firmarán los Neslişah y los Angelucci tendrán negocios en común a través de Palermo. Ella sonrió.
- Créame sus barcos están en muy buenas manos, yo misma me encargare de que así sea. Su seguridad lo abrumo un poco.
- En mi país las mujeres poco hablar. Ella sonrió.
- En mi país las mujeres somos autónomas, aún más si tenemos el apellido Angelucci. Ella se levantó dándose la vuelta para dejarlo solo, él se agacho y tomo sus tacones para entregárselos.
- Lamento mucho si la he ofendido. Dijo tendiéndole los zapatos.
- No lo ha hecho, se su cultura y tradiciones, pero tampoco pretenderá que mantenga una conversación con alguien que solo ve a mi genero como un adorno. Tomo los tacones de mala gana – Buenas noches.
Ese fue su primer encuentro, la primera vez que se vieron y que hablaron fue solo para demostrar quien tenia más poder, no se habían quedado con las ganas de jugar a quien manda a quien, pero ambos terminaron sorprendidos, sobre todo Serkan.
Fin del flashback
Una llamada la hizo volver a la realidad, se mantuvo parada en las escaleras durante más de veinte minutos recordando el pasado, pero el presente la hizo despertar, aquella fecha seguiría marcada para ella de malos momentos, porque la llamada fue solo para indicarle que su padre había muerto, aún sin explicación alguna de la razón de sus visitas a Inglaterra tomo el primar avión y fue hasta el lugar solo para encontrarse con dos autos siendo sacados del río Támesis en Londres, ni siquiera tuvo tiempo para llorar, Palermo ahora era enteramente su responsabilidad, una que Niccolo aprovecho al igual que la soledad de la casa para comenzar con lo que seria la tortura más grande de su vida.