Realmente quería que la tierra se abriera y me llevara a un lugar donde pudiera retroceder lo que aquí acababa de decir. Porque, lógicamente tuve una fuga de pensamiento que me ha dejado completamente expuesta. No sabía qué decir para poder defenderme del problema en el que yo misma me había mentido. Era evidente que no podía cambiar mi comentario, cuando Pablo escuchó perfectamente lo que dije. — Estoy esperando, mi medicina. — ¿Qué estás esperando? —Pregunto, curiosa. — Muy buena táctica para hacerme cambiar de idea y no volverte a preguntar sobre lo que seguramente te da vergüenza repetir. Aunque no entiendo porque tendría que darte vergüenza si a mí me parece una magnífica idea. — No sé de qué estás hablando. —digo de inmediato, mientras me levanto del lugar donde estoy, porque si

