NARRA NOAH Un rayo de luz me da directo a los ojos. Me retuerzo, ronroneo, giro sobre mi cuerpo, me estiro y choco contra el enorme cuerpo de Kai. «El enorme cuerpo de Kai... ¡Kai, por una mierda!» Me yergo de un brinco, asustada y preocupada. Busco mi teléfono entre el desorden de sábanas que hay sobre la pequeña cama. No lo encuentro, pero sí encuentro el reloj de Kai. Veo la hora y marca las 7:30 de la mañana. —¡Mierda! —exclamo. Sacudo a Kai, y lo despierto llamándolo por su nombre. Se despierta, está desorientado y las marcas de su ceño se pronuncian con más intensidad. —¿Qué sucede? —pregunta, con esa voz ronca que uno tiene cuando recién se despierta. —¡Nos dormimos! —explico—. ¡Nos hemos dormido en medio del mar y no regresamos a casa! Salgo de la cama y comienzo a buscar m

