NARRA CADEN SPENCER El chasqueo palatal, que producen las embestidas de mi v***a al ser succionada por esa cavidad tan estrecha y tan profunda, inunda toda la cabina del sanitario en el que nos encontramos. Gruño y suelto un jadeo ronco cuando el placer me embarga. Desde mi altura, observo el rostro de la perra rubia que me está brindando una mamada monumental. Sus ojos cristalizados por las lágrimas que se han formado en sus lagrimales; las venas de su frente y de su cuello, resaltadas; la garganta ensanchada, para darle cabida a mi potente falo; parece que quiere vomitar, pero la perra es tan buena, que se contiene y continúa soportando cada uno de mis rudos ataques. Me encanta verla sufrir, maltratarla y humillarla hasta lo más bajo, me la pone más dura y me proporciona una complacen

