NARRA NOAH
Cuando Devon sale de la oficina, intento colocar las rosas en un florero, pero Kai, comportándose como un crío idiota, me las arrebata y las tira en un basurero.
—Oye, ¿qué carajos sucede contigo? —demando, furiosa—. ¡Son mis flores! ¡No puedes hacer eso!
—¡A la mierda esas flores! —espeta, gruñendo—. Yo soy el único que puede regalarte flores y no quiero a ese hijo de puta cerca tuyo.
—Kai, deja de comportarte como el novio celoso. Se supone que debemos seguir el acuerdo. No puedes hacer este tipo de escenas frente a la gente, porque sino van a sospechar...
—¿Acuerdo? —masculla, objetando lo que he dicho—. No ví que estuvieras respetando el maldito acuerdo, cuando me movías el culo, antes de que el imbécil de Devon viniera.
Chasqueo la lengua, inhalo aire a profundidad y
