—Entra, pequeña mocosa insoportable —le ordena la señora Porter, empujándola dentro de la casa, mientras observa a los lados, esperando que nadie las esté viendo—. Vas a ver lo que te espera allá adentro. —¡No, mami! ¡Por favor, no! —suplicó, en voz alta, la niña. Pero, lo único que consiguió, fue que su madre estampara su mano en su boca para callarla. —¡Cállate, niña estúpida! ¡Cállate de una buena vez! —le ordenó, furiosa. A rastras, la llevó hasta la habitación y estando ahí, a solas, amarró su boca con un pañuelo para silenciarla y comenzó a darle fuertes golpes, como castigo por su desobediencia. Mientras Cassidy lloraba amargamente y en su mente suplicaba que su madre se detuviera, la puerta de la habitación se abrió abruptamente y por ella entró el señor Porter. A zancad

