–¡Megan es hora de irnos! La voz de Elizabeth hizo reaccionar a Megan, tenía un juego en treinta minutos y apenas podía centrarse, la conciencia estaba sobre sus hombros como un enorme costal, salió de habitación, vio a su madre que a pesar de intentar darle una sonrisa, ella sabía que estaba triste. –Alex, pasará en cualquier momento, apúrate. –¡Fue mi culpa! –expresó. –¿Y ahora qué hiciste? –Elizabeth se cruzó de brazos empezando a buscar un castigo, era difícil hacerlo porque no tenía muchas cosas que quitarle. –Fue mi culpa que tú y Ro pelearán –mencionó –. Yo escuché en la mañana antes de salir que él te dijo que no llegaría a cenar y tú dudaste, luego llamé a Alex porque te vi triste, quería que todo fuera como antes cuando Alex venía a la casa, la pasamos bien y yo lo quie

