KAELIN Obedecí su orden sin cuestionarla. Me senté despacio, alcanzando para desabrochar mi brasier. Lo quité primero, tirándolo sobre mi cabeza y arrojándolo al suelo. Alaric me observaba con hambre. Bajó sus bóxers, dejando que su m*****o se mostrara erguido y orgulloso. Jalé el aire al verlo. Sabía que era grande, lo había sentido contra mi pierna. Pero verlo ahora—sin cortar y temblando de lujuria, la punta humedecida con gotas de preeyaculado—la preocupación que tenía de que no encajara se transformó en una emoción desesperada. Quería que me destrozara. —Kaelin —su voz era mitad mandato, mitad súplica—. El vestido, por favor. Mis ojos se encontraron con los de él, y una sonrisa lenta se dibujó en mi rostro. —No creo haber escuchado que alguna vez digas por favor —dije. El valor q

