―Maldita cosa ―gritó, meciéndose de un lado a otro―. ¡Maldito Len, apretando todo! Archie observó, algo entretenido, pero sin conocer las misteriosas técnicas de la Sra. Brownlow. Estaba empezando a llover de nuevo, por lo que dejó su punto de espionaje y volvió a la taberna. En la barra, estaba la pinta de Archie esperando, aunque para ahora la espuma ya había desaparecido y el líquido color ámbar estaba a temperatura ambiente. Miró alrededor de manera furtiva y encontró al Sr. Brownlow bromeando con sus amigos. ―Me alegra que volviera ―gritó Michael Vickers sobre el ruido mientras tocaba el brazo del vicario―. Es hora del sorteo, todos están impacientes. ¿A dónde desapareció? ―La naturaleza llamó ―respondió Archie, pensando con rapidez―. Estoy listo en cuanto lo esté. El propietario

