Era viernes, el día después que Grace había descubierto la traición de su marido. Agradecidamente los huéspedes la habían tenido suficientemente ocupada para evitar la confrontación con d**k pero ella podía sentir carne de gallina sobre sus brazos cada vez que el entraba y salía de la casa. La parte más dura era tratar de seguir normalmente, fingiendo disfrutar cocinar las comidas y limpiar pero, por debajo, la gravedad de lo que ella conocía estaba despedazando a Grace. Ella no había pegado un ojo la noche anterior y se había tendido despierta escuchando los ronquidos de d**k, y por instantes solo deseando tener el descaro de llevar un cuchillo hasta su corazón. Quizás entonces, él entendería el dolor que le había causado. No le importaba que veinte años habían pasado desde su noche de in

