33. UNA VEZ EN MAHAR. Cuando el padre de todos dijo el nombre de Zet, yo esperaba que dijera el mío también, pero eso no pasó. Zet se mostraba emocionado y se colocó a lado de los otros cincuenta elegidos para la misión. —Esto está mal. Levanté mi mano, el padre de todos me cedió la palabra. —Algo anda mal. Se olvidó de mí. Todos soltaron risas como si hubieran escuchado un chiste, pero el padre de todos no cambia de expresión. Y se dirigió a mí. —Pregúntate si fuiste responsable en el entrenamiento. Pregúntate si te esmeraste en aprender igual que tus hermanos… ¿Cuánto tiempo permaneciste quieto sin provocar pleitos, Ahyran? Aunque su tono era suave, sus palabras estaban llenas de reproche, y como es natural en mí, me puse a la defensiva. —Sé que no he sido... constante, pero na

