Prólogo:

2553 Palabras
Eliane. -Tú puedes hacerlo- me había vuelto a incitar Amélie, -Háblale-  -Sabes que no puedo hacerlo- conteste en un tono cansado, -Y si lo hago da igual, no se fijaría en mí- -¡Hollan Eliane Berry Monroe!-  grito, provocando que algunas miradas curiosas se dirigieran a nosotras, -¡Jamás te atrevas a decir eso de nuevo!- -¡Tan solo míralo!-  exclame y ella dirigió su mirada hacia Adrien Harris. Recuerdo haber metido mi cabeza aún más adentro de mi casillero y desear que yo fuera una tortuga y este mi caparazón, -Es demasiado para mí- -¡Vamos An! La vida es un riesgo, tienes que superar tus miedos. A parte ni que te fuera a morder- dirigí mi mirada a Amélie alzando un poco mis cejas, pero ella lucía realmente orgullosa de lo que acababa de decir, -Solo salúdalo, si te saluda de regreso trata de hacerle platica, ¿De acuerdo?- -Está bien- accedí al fin. No era una chica que despilfarraba tiempo enamorándose una y otra, y otra, y otra vez. No; pero si tenía mi gran amor, y ese era Adrien Harris Goyle. Pero no era la única que estaba loca por él, casi media escuela compartía mis sentimientos por él. Pero las chicas que lo querían solían hacerlo por su físico, ya que él era realmente guapo. Su pelo era castaño claro, casi güero, lacio, nunca lo usaba ni muy largo ni muy corto, siempre era un intermedio. Sus cejas eran del mismo color que su pelo, y realmente abundantes, sus ojos eran claros y sumidos. Tenía unas pestañas perfectas, tupidas y chinas, eran el mejor marco jamás creado para sus hermosos ojos que eran algo pequeños. Su nariz era algo respingada y afilada, su mandíbula la tenía marcada y su rostro era alargado. Sus labios eran finos y rosados, y bueno su piel era pálida. El era un chico realmente alto y algo flaco, a pesar de todo el ejercicio que hacía no lograba embarnecer, y esto es por que apenas tenía diecisiete años. No pude evitar sonreír como una completa idiota cuando lo vi recargado en su casillero, alce la mano y la agite. No conté con que él me vería y me respondería; así es. ¡Me saludo! De inmediato me sentí nerviosa pero decidida, camine en su dirección, ese sería el día en el que por fin hablaría con Adrien, sentía mis rodillas temblar, pero no quería detenerme. Y bueno, lo siguiente que recuerdo es que casi estaba en frente suyo y una chica pelirroja le planto un beso justo en los labios. En un intento de conservar mi dignidad fingí que iba en otra dirección, pero mis pasos fueron realmente evidentes, a lo que varios chicos que estaban cerca de él se dieron cuenta y burlaron. Entre al salón de algebra y me plante en mi lugar, quizás fuera tonto pero me sentía demasiado molesta en ese momento, tenía celos de no ser como aquella pelirroja, pero al mismo tiempo me sentía triste por qué eso solo significaba que Adrien iba a tener sexo esta noche; con una chica diferente a la de la semana pasada. Como era su costumbre. Amélie entro unos minutos antes del timbre y se sentó en su lugar, que era a mi lado derecho, -Anímate, ¿Recuerdas que la maestra ayer te castigo tu celular por estar viendo fotos de Adrien?- -Eso no me anima- respondí, -Todas están repetidas al menos tres veces por si pierdes una- dijo, al principio no entendí, hasta que ella saco un sobre blanco de su mochila y me lo paso, no pude evitar reír un poco cuando vi las fotos de Adrien que solía tomarle a escondidas, -Sabes a veces me siento una acosadora y sé que esto está mal, quizás debería...- -¡Ni lo pienses!- exclamo ella interrumpiéndome, -Vamos soy tu amiga, si esto fuera acoso ya te hubiera detenido, a parte la razón por la que lo haces es realmente tierna, digo; ninguna chica le toma fotos por que es una forma de sentirse un poco más cerca de él...- -Ahí viene- la interrumpí para que guardara silencio. No quería que se enterara de las fotos, así que cuando lo vi en el marco de la puerta las guarde dentro de mi carpeta. Adrien entro al salón seguido de Anua, Noan, Jarno y  Gaspar, en ese entonces Adrien y Anua eran amigos inseparables, las chicas que no estaban enamoradas de Adrien lo estaban de Anua. Me sentí desfallecer cuando Adrien por primera vez se sentó justo en frente de mi, voltee a ver a Amélie sonriendo ampliamente y ella cubrió su boca con sus manos para evitar soltar un chillido. Toda la clase me la pase viendo directamente a su nuca, fue la primera vez que podía verlo sin miedo a que me descubrieran, ese día el vestía una playera de licra azul marino realmente entallada. No quería que terminara la clase, pero inevitablemente al cabo de una hora el timbre sonó anunciando el termino de esta, el salió del salón casi de inmediato y yo solo me quede viendo su lugar, había dejado su celular sobre su escritorio y lo tome. -Ve a dárselo ahora mismo- exclamo Amélie sonriendo, -¿Estas de broma hoy cierto?- pregunte, -Solo lo dejaré en las cosas perdidas y haré que lo voceen...- -¡¿Qué no entiendes?!- me pregunto alterada, -Es una señal del destino amiga mía, y es que el destino quiere que se lo des, personalmente- -Yo creo que...- -No, tu no crees nada- me interrumpió, yo tome mis cosas y después ella decidió sacarme del salón a rastras. –Ahí esta- señalo. –Ve-   Amélie no me dejo reprochar, solo me empujo, y esto ocasiono que chocara contra Adrien derribándolo, logrando que las cosas que guardaba en mi carpeta salieran volando, y que las fotos del sobre blanco se esparcieran por el suelo. Estaba roja de vergüenza y el no hacía más que mirarme con una pequeña sonrisa y sus hermosos ojos claros fijos en los míos. -Perdón no me di cuenta que te estorbaba para chocar con mi casillero- bromeo, a lo que yo solo pude sonreír. ¡Me sentía tan estúpida!, recuerdo que no podía articular ni una palabra, ni siquiera pensaba. -Tu celular- dije finalmente, -Saliste, lo vi. Pensé que era tuyo, creo que es tuyo...- deje de hablar cuando me di cuenta de lo estúpida que sonaba ya que no podía hacer una simple oración como; "Dejaste tu celular en el salón de clases", no. -Gracias Eliane- dijo el sonriendo, recuerdo haberme puesto como un tomate con el simple hecho que el pronunciara mi nombre; lo sé no tienen que decírmelo. Era una ridícula, -Deja te ayudo a recoger tus cosas- -¡No!- exclame con los ojos abiertos como platos, el me miro extrañado, pero no quito esa sonrisa de su rostro, -Es decir, ocupado de seguro con prisa. Puedo sola- Empecé a tomar todas las fotos como una loca, las reunía tratando de ser rápida y que él no las viera. Realmente no quería que ni él ni nadie vieran una de esas fotos, -Me gusta esta- dijo provocando que alzara mi vista y me sonrojara. El sonreía con una de las fotos en su mano, una foto que había tomado unos meses atrás de él golpeando un saco de box en una práctica. Yo para esos momentos había dejado de ser una persona y me había convertido en un tomate. -¿Tienes un duplicado de esta?- -Si quieres quédatela- dije, y recuerdo que esa fue la primera frase normal que pude decirle. Guarde las fotos dentro del sobre blanco y después en mi carpeta. Adrien me ayudo a ponerme de pie y se quedo ahí plasmado mirándome, y yo era incapaz de moverme. -¿Cuál es mi mejor lado?- pregunto en un tono de broma, -El derecho definitivamente- conteste con una sonrisa tímida, -Lo tomaré en cuenta- dijo, -Gracias por la foto- Haré un énfasis en que esa fue la primera vez que hable con Adrien Harris, y me había sentido como si estuviera soñando. Su voz era como una melodía para mi, era suave, algo ronca, y dulce. Adrien Harris tenía la voz más dulce que jamás hubiese escuchado. Adrien. -La fiesta será el sábado- le dije a Anua, -Oficialmente el sábado tendrás dieciocho años, podrás conseguir alcohol sin que sea ilegal, irás a casinos- dijo colocándome su brazo sobre mis hombros, -Y ni hablar de los prostíbulos a los que podrás entrar- -Solo me importa por el momento el alcohol- dije, -Además no pienso ir a un lugar donde me cobran lo que obtengo gratis aquí- Si, estábamos hablando de eso cuando Eliane, pasó agitando su mano en mi dirección en forma de saludo. Eliane era una chica algo bajita, con pelo castaño oscuro y ojos iguales de oscuros. Tenía una piel clara con pecas debajo de los ojos, sus labios eran delgados, y bueno su nariz no era respingada, ni ancha, ni aguileña. Era una nariz normal. Pero les dire donde se encontraba el encanto de Eliane, si, era bonita, pero su encanto era su forma de ser, la había escuchado bromear varias veces con su mejor amiga y siempre de cierta forma lograba hacerme reír a mi también. A parte de esto, en ese tiempo yo pensaba que el encanto más grande que Eliane poseía era el ser virgen; ya que la mayoría de las chicas no lo eran. Era raro, ella me había gustado en segundo grado, pero me di cuenta que jamás habíamos hablado, así que simplemente dejo de atraerme. Agite mi mano para responderle el saludo, y cuando lo hice Lise, una de las chicas que había dormido anteriormente me beso desconcertándome. -¿Eso a que se debe?- pregunte algo irritado, -Quería que se diera cuenta de a quien le perteneces- dijo poniendo una mano sobre mi pecho. Mis amigos rieron a carcajadas y yo apreté los dientes molesto, de un acto brusco la aparte y ella me miro asustada, -No te vuelvas a intentar meter en mi vida- la amenace. Después salí de la escena sin siquiera mirarla, mis amigos venían como siempre detrás de mí y al entrar al salón la vi sentada y sonriendo. Pensé que quizás si quería que me hablara debía sentarme cerca de ella. Y lo hice. Me senté justo en frente de ella. Toda la clase me la pase preguntándome si no sería mejor que yo le hablara primero, pero en lo que me decidía y pensaba otras alternativas el timbre sonó, no quería seguir pensando que era un cobarde al  no hablarle, así que tome mi mochila del suelo y salí del salón.  No sé cómo, pero al llegar a mi casillero en un abrir y cerrar de ojos había caído al suelo, Eliane estaba en frente mío con los ojos bien abiertos, con el color en las mejillas y no pude evitar verla con una sonrisa en mi rostro. Verán Eliane era la clase de chica tímida, tierna, bonita e inteligente; por eso no tenía novio, en ese año todos los hombres estábamos detrás de las chicas que nos trataban mal, o que nos podían divertir por una noche. No pensábamos en los sentimientos. -Perdón no me di cuenta que te estorbaba para chocar con mi casillero- bromee, ella solo me sonrío,  -Tu celular- dijo después de unos segundos, -Saliste, lo vi. Pensé que era tuyo, creo que es tuyo...- -Gracias Eliane- dije sonriendo, -Deja te ayudo a recoger tus cosas- me ofrecí, -¡No!- exclamo, en un grito. Quería reír por su expresión, pero solo mantuve mi sonrisa -Es decir, ocupado de seguro con prisa. Puedo sola- Ella empezó a juntar todas sus cosas, y yo tome unas cuantas que habían caído cerca de mí, recuerdo haberme sorprendido al darme cuenta que eran fotos mías, había una en la que salía en una práctica de boxeo, al principio pensé que tal vez estaba en frente de una psicópata. Pero después me di cuenta de que tal vez era tierna la situación, hasta me sentí alagado. -Me gusta esta- dije con la foto en mi mano, llamando su atención. Realmente quería estallar a carcajadas por su rostro completamente rojo,  -¿Tienes un duplicado de esta?- -Si quieres quédatela- dijo, guardo las fotos y la ayude a ponerse de pie, pero yo quería seguir hablando con ella, -¿Cuál es mi mejor lado?- bromee, -El derecho definitivamente- contesto con una sonrisa tímida, -Lo tomaré en cuenta- conteste, -Gracias por la foto- Ella se alejo y Anua llego a mi lado al cabo de unos segundos, -Así que Eliane...- empezó a decir el, yo solo lo empuje y ambos reímos un poco. -Solo hablamos, no es como que ella me importe- mentí, -¿Sería buena idea invitarla a la fiesta del sábado?- -Ella nunca va a fiestas, sería como desperdiciar la invitación- me dijo, -Pero si quieres invitarla deberás invitar a Amélie- -De acuerdo- conteste descolgando mi mochila de mis hombros y sacando dos invitaciones de esta, -Las dejare en sus casilleros, no las invitaré personalmente- -Si bueno, no se te olvide que...- -Camille va a ir- lo interrumpí, -Lo sé, obviamente planeo pasar toda la noche con ella- -Espero que así sea y que no te la pases atrás de Eliane- exclamo, -Camille es una diosa del sexo- -¿Cómo lo sabes?- pregunte, -Todos lo saben- Y era cierto, Camille era reconocida por casi todos los chicos de la preparatoria por ello, todos estaban detrás de ella por esa razón, pero no era fácil. Ella se daba el lujo de rechazar a la mayoría, a mí ya me había rechazado alrededor de cinco veces para ese entonces. Anua me ínsito a volverle a proponer tener una noche conmigo, ella acepto únicamente por que el sábado sería mi cumpleaños. Según todos mis amigos era una oportunidad de oro. Camille era una chica de piel un poco oscura, ojos verdes, cabello rizado y oscuro, tenía unos labios realmente carnosos y una nariz demasiado respingada. La chica tenía realmente rasgos muy finos y era realmente voluptuosa. Y si todo iba conforme al plan tendría sexo con ella. Pero no sabía si eso era lo que realmente quería. -Aguarda- hice que Anua se detuviera cuando pasamos en frente del casillero de Eliane, mis manos empezaron a temblar cuando deposite la invitación dentro de este. Recuerdo haberme preguntado el si realmente estaba nervioso por Eliane, una chica con la que ni siquiera lograba mantener una conversación con sentido. -¿Dónde está el casillero de Amélie?- -En el siguiente pasillo- respondió Anua y ambos empezamos a caminar en  dirección en este. Siempre que pasaba por los pasillos de la escuela, las chicas me miraban de forma coqueta y los chicos me saludaban. No sabía ni la mitad de sus nombres; de vez en cuando me topaba con alguna chica con la que había dormido y no me había dado la tarea de aprenderme su nombre, o estaba realmente borracho para recordarla, lo que ocasionaba una escena dramática que llamaba la atención de todos. Pero a pesar de ello muchas chicas seguían poniéndose fuera de mi puerta los fines de semana; pero jamás una chica que fuese virgen. Verán les explicaré el por qué esto es importante, dos años antes había ido a mi primera fiesta con alcohol, recuerdo haberme puesto muy mal y despertar con una chica desnuda en mi cama. El chisme se esparció y quienes eran chicas tranquilas me evitaban a toda costa. Excepto por Eliane, pero me dirigía esa mirada desaprobatoria que ya había visto demasiadas veces, pero seguía sin perder efecto. -Este- señalo Anua poniéndose en frente del casillero, cuando puse la invitación dentro de este no temblé, de hecho no sentí nada. -Listo- dije empezando a caminar al salón de sociedad actual, -¿Crees que Camille...?- -Tu despreocúpate- me interrumpió, -Ella ira, pasarás un buen rato y te convertirás en una leyenda- Y ese fue el día que inicie a tomar las peores decisiones de mi vida.
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