Sofía. —Lamento mucho no haber respondido en todo el día, amor —le dije a Marius mientras caminábamos hacia el estacionamiento. Habían insistido en llevarme a mi edificio antes de dirigirse a la cena familiar. Marius me detuvo, su expresión era una mezcla de alivio y frustración. —Debo admitir que estuve al borde del colapso y la desesperación. Solo me dejaste dos mensajes. No vuelvas a hacerlo, cariño. Casi me arranco el pelo por el estrés de no saber nada de ti. —No seas tan exagerado. Te pareces a Marko cuando pierde su cartera —me reí, dándole un suave codazo. —¡Oye! —se quejó Marko, quien caminaba unos metros por delante, pero con las orejas bien atentas a nuestra conversación. Negué con la cabeza, disfrutando de la atención. —Discúlpame, guapo. No volverá a suceder. Marius me s

