Oscar.
Si hay algo que detesto es ser controlado, y más aún cuando intentan prohibirme algo. Soy un maldito adulto y hago lo que se me antoja, sea bueno o malo. Soy libre de decidir mi vida, pero mis hermanos mayores, los tres ogros, simplemente no lo entienden.
—Oscar, sabes que esas carreras son peligrosas. ¿Sabes lo que pasará si la policía los atrapa? —Camillo estaba de brazos cruzados, una imagen de exasperación.
Estábamos en el despacho de Leonardo; los tres me estaban sermoneando sobre mi "estilo de vida".
—Pues iré a la cárcel —respondí con simpleza. —Tampoco es que me den una cadena perpetua.
—¡No hablo de eso! Hablo de toda la puta reputación de la familia, el orgullo de nuestro padre, la preocupación de nuestras madres... —Rodé los ojos, harto de la misma cantaleta. —¿No te
