Sofía.
Estaba con los chicos en el estacionamiento. Aún faltaban algunos minutos para que las clases comenzaran, así que nos quedamos charlando. Me sentía plena, recargada en el cuerpo de Oscar mientras él se apoyaba en la carrocería de su lujoso automóvil.
—¿Comprarás una mesa hoy? —me preguntó Marko.
—Sí, cuando salí con las chicas me enamoré de una, así que quiero ir hoy mismo a comprarla —respondí, pasando la mano por el brazo de Oscar.
—¿Podemos acompañarte? —preguntó Marius.
Negué con la cabeza, provocando un puchero en su rostro. —¿Por qué no? —insistió.
—Es el primer mueble que compro. Quiero ir sola y sentirme toda una mujer independiente —me reí.
—Bueno, está bien —dijo derrotado. —Pero iré a visitarte apenas llegues a tu departamento.
—Está bien, amor —volví a reír al ve
