El camino a casa fue completamente dominado por el silencio, Fleur se limitó a observar por la ventana el recorrido de vuelta al departamento que compartía con su esposo, Nathan la miro de reojo en algunas ocasiones, pero al final mantuvo su vista centrada en el camino, no había forma de reparar el daño que ocasiono, lo cierto es que solo buscaba despertar los celos de su esposa, pero todo aquello le termino jugando muy mal en contra, siempre tuvo un actuar impulsivo, mayormente tonto debía admitir y esto no había hecho más que confirmar ese hecho.
Cuando finalmente llegaron a su residencia, Fleur se condujo rápidamente al baño de la planta baja, la llave del agua se abrió de forma inmediata por lo que el mayor asumió que tomaría un baño, así que prefirió darle su espacio retirándose a su oficina ubicada también en el primer piso del departamento, dejo vencer su cuerpo sobre el asiento para posteriormente abrir un cajón sacando la única foto que poseía de ellos cuando fueron pareja.
En ella, Fleur estaba muy sonriente en los brazos de Nathan, de fondo tenían un paisaje natural, un rio y mucha vegetación, sonrió al recordar el día, ella le insistió por días tener una cita en el campo, algo que sinceramente no le agradaba mucho, pero al final termino accediendo, solo por hacerla feliz, porque Fleur siempre amo estar rodeada de naturaleza.
— Vivir en medio de la ciudad me hace sentir como en la cárcel…— se repitió a si mismo Nathan.
Al mismo tiempo en que dejaba de lado la foto, se dio a la tarea de buscar propiedades en las zonas campestres, pensaba que tal vez llevando a su mujer a un sitio más tranquilo las cosas podrían mejorar entre ellos, miro la hora al escuchar que ella salía del baño, seguramente se iría dormir, ya le daría la noticia por la mañana, justo cerraba una cita para ver una nueva zona, justo en medio de los bosques a las afueras de la ciudad.
Por la mañana se levantó primero que su esposa, intento hacer un desayuno decente pero al final todo termino siendo un rotundo fracaso, se frustro aunque salió de sus pensamientos más profundos cuando una ligera risa inundo la cocina, volteo encontrándose con Fleur de pie mirándolo en el marco de la puerta, era como un sueño verla riendo genuinamente, con el cabello desordenado, el pijama que nunca podía ser igual, porque le daba pereza buscar el conjunto completo así que terminaba usando pijamas disparejas, los calcetines grandes porque sus pies siempre tenían frio por la noche, su corazón latió tan fuerte tan solo con esa imagen de ella, cinco años y no había cambiado nada en ella.
— Intente hacer el desayuno — termino diciendo él—, claramente nunca podre ser hábil en la cocina, solo pude hacer café.
— Me doy cuenta — respondió ella con calma — ¿quieres que lo haga yo?
— Pero todo esta…hecho un desastre — observo la estufa manchada por sus intentos—, mejor te invito a desayunar fuera, podemos ir al lugar que te gusta.
— Ya no me gusta ir ahí — confeso de prisa mostrándose triste de nuevo.
— Lo siento, no quise traerte malos recuerdos — se disculpó sincero.
— Dejé de ir cuando tuve que abandonar ballet — confeso ella acercándose a limpiar un poco el desastre hecho por su esposo—, muchas bailarinas de la academia iban ahí, solo me entristecía más…
— Fleur, ¿Puedo preguntar…?
— Luego de que murió mi padre, ya no podíamos costear la academia…bueno, mi cuñado se gastó lo poco que heredamos, así que tuve que renunciar al ballet…— ahogo el llanto un poco, aunque su voz la delato—, aun así, era una carrera inútil como decía mi hermana — lo miro intentando sonreír.
— ¿Por qué no vuelves bailar? Se lo mucho que lo amas…yo pagare por la academia, quiero que cumplas tu sueño, Fleur.
— Hace mucho deje de bailar, Nathan, ya no creo poder hacerlo de nuevo, pero te agradezco — volvió a sonreír, aunque la tristeza no abandono su rostro— siéntate, yo hare el desayuno de ambos.
Quiso responder, pero no quería entristecerla más, en silencio se sentó observándola cocinar, sabía que aun podía bailar, estaba seguro de que nunca dejo de hacerlo y lo entristecía verla con sus sueños apagados por culpa de su venenosa hermana, él se dio cuenta, siempre estuvo celosa del talento de Fleur, de su gracia al bailar, ya lograría convencerla, aunque nunca se lo dijo abiertamente, siempre la admiro por su talento natural en el ballet.
Desayunaron en prácticamente silencio, tan solo haciendo algunos comentarios espontáneos, Nathan le pidió que se pusiera algo cómodo que saldrían a hacer unas diligencias juntos, ella solo movió la cabeza afirmando y así lo hizo al acabar sus alimentos, él tomo un baño, se colocó prendas más casuales y la espero en la sala, viéndola llegar con un ligero vestido rosáceo, como hacia calor asumió que usaría algo así.
— ¿A dónde iremos? — pregunto mientras salían de casa.
— Quiero que me ayudes a elegir algo — contesto bajando al garaje del edificio.
— No imagine que quisiera que te ayudara a elegir cosas, no tenemos los mismos gustos — tenía la mirada clavada en el piso algo distraída.
— En eso tienes razón, somos muy opuestos — al darle la razón ella alzo la mirada—, pero los opuestos se atraen ¿No?
— No siempre
— Yo creo que sí.
El hombre sonrió algo que termino pintando en las mejillas de Fleur una especie de sonrojo que inmediatamente quiso ocultar mirando al punto contrario, él casi quiso reírse, pero era mejor no enojarla esa tarde. Con mejor animo salieron del edificio, ya más acostumbrada abordo el auto de su marido, estaba nerviosa porque era la primera vez que él le pedía ayuda para una elección, se preguntaba en su mente de que se trataría, miles de cosas se le ocurrían, pero su propio nerviosismo le impedía preguntarle abiertamente de que se trataba.
— Creo que debemos mudarnos, el departamento es pequeño para nosotros — comenzó a decir su esposo—, la ciudad me hace sentir como un prisionero últimamente — con solo esas palabras Fleur se giró a mirarlo, nunca se imaginó que recordaría lo que ella solía decirle años atrás.
— Siempre pensé que te gustaba la vida de ciudad — contesto bajito.
— Solía, ahora ya no, me contagiaste el disgusto por ella — afirmo sonriéndole de reojo—, hace unos dos años estuve viviendo en una villa lejana, necesitaba estar lejos de todo, me sentó bien la naturaleza, tenías razón cuando decías que era más tranquilo, te hace sentir en paz.
— Me sorprende que…aun lo recuerdes.
Cada vez que algo la apenaba, Fleur tenía la costumbre de jugar con sus dedos y en ese viaje no fue la excepción ya que jugaba torpemente con los dedos sobre su regazo, algo que enterneció a Nathan, así que con aquella pequeña conversación, le fue más fácil adivinar a la chica de que trataba aquella elección de la que su esposo hablaba, no se equivocó cuando llegaron a una casa campestre rodeada de varios árboles, era como un sueño, admiraba con asombro la hermosura del lugar, luego cuando bajaron del auto sonrió ampliamente, por un momento se imaginó toda una vida ahí, con él.