Capítulo 6
Buenas Noches Amor
El equilibrio perfecto entre la belleza natural y la tranquilidad de compartir con quien se ama, es algo que estas dos almas enamoradas necesitaban, su viaje inesperado había resultado en ambos en el desencadenamiento de sus emociones, un aire de consuelo en medio de los problemas que por separado los dos vivían; caía ya la tarde y el atardecer en el bello pueblo de San Francisco no decepciono para nada, pues sus tonos naranja resaltaban las verdes montañas, la feliz pareja compartía algo de comer en el parque principal, el momento más que único era insuperable hasta el momento, pero volviendo un segundo a la realidad, ambos se percataron de la hora, se hacía de noche cuando abordaron lo que podría ser el último autobús que viajaba hacia Bogotá, Diana de nuevo se acomodó en el pecho de Leandro quien la abrazaba con cariño, él no pudo dormir durante este viaje, pues empezó a sentirse preocupado por cómo llegar a casa tan tarde, ya que el dinero que ese día tenía ya casi se terminaba y de seguro los autobuses ya no estarían haciendo su recorrido hacia su casa a la hora en que llegarían a la ciudad, Diana despertaba de vez en cuando para inspeccionar la vista que ofrecía la ventanilla y a su novio que la miraba con cálida ternura.
Llegaron a la ciudad en medio de la noche, acompañados de una fría llovizna que los había tomado por sorpresa, bajaron rápidamente del autobús para refugiarse en el pórtico de un edificio de apartamentos, Diana se colocó su gorrito de lana, y le dio a Leandro la bufanda que este le había regalado, pero él no la acepto.
—Es mejor si te la pones, yo estoy acostumbrado al frío—
Ella lo miro con desconfianza, pero no insistió y se colocó la bufanda.
—¿Y ahora como volvemos?—pregunto Diana preocupada
—Debemos esperar un poco y ver cómo podemos volver a la universidad—
—¿Para qué ir a la universidad?— contesto ella, extrañada por la idea de su novio.
—Por ti, te quedaría mucho más cerca llegar a donde vives—
—¿Pero… y tú?... ¿Allá ya puedes tomar el autobús hacia tu casa?—
—Si, me queda más fácil, y de paso te acompaño—Dijo Leandro aclarando la desconfianza de su novia por su plan, aunque él sabía que era muy complicado desarrollar su plan como pensaba, ella tomó su mano de repente y le indico la parada a un taxi, el confundido la siguió y subieron juntos al vehículo, le indicaron su destino al conductor y en cuestión de minutos estaban ya cerca de las residencias de la universidad, llegaron a su destino en medio de una lluvia que incrementaba, Diana pago el valor del viaje, mientras Leandro al bajarse busco refugio en un árbol grande que había en frente del edificio, ella lo alcanzo y como buscando protección del inclemente frío, sin dudar lo abrazo, pues sin importar el agresivo clima en el fondo quería que ese día no terminara, pues no hallaba en su memoria un día más feliz para ella, desde hace mucho tiempo, y para él había sido el día perfecto al lado de su hermosa enamorada.
—Leandro… está lloviendo muy duro, ¿Qué hacemos?— la preocupación de Diana era más evidente.—¿y si te quedas?—le propuso ella, pero él dudó de aceptar.
—Pero no me dejan entrar al edificio, tú sabes que sería un problema—
—No, importa, creo que en la portería esta Mónica, ella me conoce y me dejara explicarle—
Tras contestar Leandro con una mirada de desconfianza, ella tomó su mano de nuevo y lo halo hacia la entrada del edificio, y sin dudar entro a la recepción mientras él se quedó afuera de la puerta, hablo por un segundo con Mónica la guarda de seguridad que hacía turno esa noche, tras una breve conversación Diana le hizo gestos a su novio en señal de que entrara, rápidamente lo tomo de nuevo de la mano y siguieron hacia el ascensor, mientras Mónica le decía a Diana.
—Antes de las siete, Señorita—
—Si señora, mil gracias en serio— Respondió ella mientras avanzaba por el vestíbulo.
Subieron al ascensor sintiendo en el aire una adrenalina y nerviosos, pues sabían que en ese edificio se le había prohibido la entrada a los hombres, ya que en el lugar solo vivían mujeres estudiantes de pregrado y posgrado de la universidad, y que había sido un golpe de suerte que en la portería estuviese Mónica, quien tenía una muy buena relación con Diana pues ambas venían de la ciudad de Villavicencio.
Llego el ascensor al piso de destino y con sigilo la pareja avanzo por un pasillo largo hasta llegar a la puerta del aparta estudio, nerviosa por la escena Diana buscaba en el fondo de su maleta las llaves, pero no las encontraba, por un segundo la tensión se incrementó pues la cerradura de la puerta de enfrente parecía sonar, pero justo antes de que esta se abriera, Diana encontró las llaves y rápidamente abrió la puerta, entraron apresurados antes de que su vecina pudiese ver algo sospechoso, aun nerviosos se tomaron un momento tras la puerta, ahora más tranquilos por haber llegado a un lugar seguro, Diana con toda confianza tomo sus cosas y las dejo sobre la mesa de centro y se dirigió hacia el baño, Leandro un poco más cauto dejo su maleta sobre la silla del pequeño comedor, exploraba con la mirada el apartamento donde vivía su novia, este aunque no fuese muy grande era muy acogedor, una cocina muy pequeña junto a una modesta sala y una habitación pequeña hacían que fuera un lugar muy cómodo para que viviera una sola persona.
—¿Qué te parece?—pregunto Diana volviendo a la sala.
—Que lujo… esto explica el costo de las colegiaturas—
—Si es bastante cómodo—contesto ella riendo por el comentario de su novio.
Leandro tomo su celular y aviso a su madre de lo que había pasado, pero no le dijo la verdad completamente, pues le explico que se quedaría donde otro amigo de la universidad, esto, para evitar posibles regaños en el futuro, Diana entro a su habitación para cambiar su ropa mojada y estar más cómoda, mientras su aun nervioso novio esperaba en la sala, él solo se quitó su chaqueta mojada y la colgó sobre el respaldo de una silla, mientras esperaba sintió de cierta manera una sensación cómplice en el aire; Diana salió de la habitación con ropa más modesta y cómoda, le ofreció algo de comer, pero Leandro no acepto.
—Tengo una pantaloneta que te puede servir para dormir, no pensaras hacerlo en jean—
—Supongo que no, es incómodo— respondió Leandro.
—Ven te la muestro— dijo ella mientras entraba a la habitación.
Pero Leandro no se movió de su lugar, se sentía un poco incómodo, aunque la sensación en el fondo era diferente.
—!Toma¡— de repente le arrojo la pantaloneta, pero él reaccionó rápido evitando ser golpeado, —Puedes cambiarte en el baño y luego colgamos tu ropa— le explico Diana.
—¿Dónde está el baño?—
—acá en la habitación—le aclaro.
Leandro entro con timidez a la habitación de Diana, el dulce aroma de su perfume se sentía más fuerte, siguió sin prestar atención a muchos detalles y entro al baño, al salir tomo su ropa y pregunto dónde podría colgarla, Diana le explico, y lo invito a ponerse cómodo, era obvio que ella nunca había recibido visitas y menos de este estilo, la timidez de ambos se notaba, conversaron un poco sentados en la cama, hasta adoptar una posición más cómoda, Diana se acostó sobre su pecho con sus piernas entrelazadas con las de Leandro, y él la abrigo con sus brazos, las luces de la habitación ya habían sido apagadas y solo un pequeño destello de las luces de la calle entraba por el medio de las cortinas, Diana se acercó más a Leandro y le dio un tierno beso con intención de desearle una buena noche, pero el tierno beso se convirtió en apasionado y parecía no tener un fin, sin darse del todo cuenta en el momento sus cuerpos empezaron a ser más cercanos, mientras las manos de él recorrían el cuerpo de Diana, quien no paraba de besarlo, llevados cada vez más por el calor del momento, él abrazaba con delicadeza el cuerpo desnudo de su amada, mientras ambos se dejaban llevar por la excitante escena en un movimiento apasionado y cariñoso, en medio de besos y caricias, que pronto acelero el ritmo de sus corazones, entregándolos al deseo de explorar y sentir el cuerpo de su pareja, ella sacaba provecho de su belleza para incitarlo e ir al ritmo que ella quisiera, pero él podía tomar control para dar rienda suelta a la pasión del momento, y esto a ella no le molestaba para nada, el deseo fue creciendo cada vez más hasta llevarlos a explorar el espacio que brindaba la habitación, de esta forma hallaron en el modesto escritorio un lugar perfecto, mientras la excitación y el deseo los llevaba cada vez más al límite de su pasión; el tiempo y el mundo se había detenido en un preciso momento dando lugar a un beso largo y apasionado, el mundo parecía no existir en ese momento, pues la realidad solo los mostraba juntos en medio del amor que cada día había construido desde el primer instante que sus miradas se cruzaron; en medio de la oscuridad de la habitación la joven pareja se incorporó, recogiendo sus prendas y tomando lugar de nuevo en la cama para descansar, aunque la joven pareja no tuviera ganas de hacerlo, pues se sentían las brasas del deseo aun encendidas, y solo pasaron unos pocos minutos antes de verse de nuevo involucrados en una escena tan amorosa como apasionada, pues no sentían que su deseo llegase a un límite.
Llegada el alba, los dos enamorados se hallaban descansando, aunque ninguno de ellos dos estaba dormido del todo, en el pensamiento ambos coincidían en el querer con el alma que ese día, esa noche no terminaran nunca, deseando el tiempo se detuviera en ese preciso momento perfecto, Diana se acomodó en medio de los brazos de Leandro cerrando sus ojos y suspirando y con voz baja diciendo.
—Buenas noches, Amor—
Él también busca acomodarse sin molestarla, y le daba un muy cariñoso beso en la frente mientras le decía con amor.
—Buenas noches—.