En los días que siguieron Fiorella y Oliver, por la responsabilidad que demandaba el cargo de cada uno se vieron absorbidos de tal manera por el trabajo que pasaban la mayor parte del tiempo encerrados en sus oficinas, ella con la cara metida entre papeles, leyes y la pc, y él entre cálculos, documentos por firmar y reuniones de la Municipalidad y de la empresa. Parecían no tener tiempo para sí mismos.
A Fiorella esa situación le era perfecta pues no le daba mucho tiempo a pensar en lo sucedido en el cafetín con el Licenciado Aguirre, en cambio Oliver no veía la hora de descargarse un poco de actividades para empezar a aplicar su otra estrategia de conquista a su pequeña.
Como primer paso de acercamiento Oliver envió a la Directora del Departamento Legal semana y media atrás el informe con la solicitud de designación del abogado que fungiría como asesor del proyecto de optimización de los Departamentos de Contabilidad, Finanzas, Presupuesto y Compras, sugiriendo designar a la abogado recientemente ingresada, explicando las razones de lo específico de tal petición. Está a la espera de la respuesta. Al ver que transcurrían los días sin respuesta inmediata y sin haberla visto nuevamente, su inquietud crecía. No pensó que fuera a tardar en responder. No entendía por qué no le daba prioridad si en la parte superior de la primera hoja se colocó el sello de urgente y en su contenido se hizo énfasis en la urgencia de la respuesta.
“La semana está por terminar y por lo que veo esta tampoco podré iniciar el proyecto, y por ende, mucho menos mi plan de conquista”, pensó Oliver. “No se me hizo ver a Fiorella tampoco este día”.
Desde el día del encuentro en el cafetín no había vuelto a encontrarse con ella, eso lo ha mantenido inquieto, no sabe que será de su vida, qué estará pensando de lo que él le dijo en la última conversación que tuvieron. Por momentos viene a su mente la posibilidad que otro al igual que él, la pretenda, y eso le preocupa, ningún hombre puede acercarse a ella, es el pensamiento constante que le ha perseguido todos estos días.
Al ver que no han coincidido en los pasillos del edificio municipal ha enviado a Ismary a preguntar por ella en su oficina con la excusa de que pida hablar con ella de algo personal, o que se invente cualquier otra con tal de lograr que Fiorella salga de su oficina y así él poder abordarla. A Ismary le pareció extraña su petición, lo notó en la expresión de su rostro cuando le hizo la solicitud, sin embargo como es discreta no dijo nada al respecto y se limitó a asentir. Por mala suerte, Fiorella estaba en reuniones en las dos oportunidades. Parecía un adolescente, nunca se había comportado de esa manera, pero era lo que menos le importaba esos últimos días.
Fiorella por su parte intencionalmente trataba de evitarlo, al punto de no frecuentar los pasillos sino en las horas correspondientes, y hasta en esos momentos estaba al pendiente que él no apareciera y salía del edificio casi en carrera. Se sentía como una niña pero no sabía de cuál otra forma actuar. No quería verlo ni hablarle, la pone nerviosa, hasta siente que el cuerpo le tiembla apenas lo ve así sea desde lejos. De esta reacción se dio cuenta el lunes de esta semana que casi culmina, cuando al llegar al edificio en la mañana, se le cayó una carpeta que llevaba en las manos y apenas la recogió, inconscientemente miró hacia atrás y desde allí pudo observar a Oliver salir de su carro, él no la vio, pero ella aun a la distancia se puso tan nerviosa que sintió su cuerpo temblar.
En su casa actuaba como autómata, procuraba sonreír para que su familia no se diera cuenta de su estado de tribulación. Llevaba trabajo para pasar la mayor parte del tiempo encerrada en su habitación cuando no estaba apoyando a su mamá y a su hermana en los quehaceres del hogar.
Llegado el día acordado con su amiga Lennys para salir, la esperó puntual, le urgía respirar otro ambiente. Fueron a un bar ubicado al Este de la ciudad, allí conoció a otros dos amigos de sus compañeros de la Universidad, con quienes compartió de una manera muy amena, hasta se sorprendió pues por lo general le costaba encajar en los grupos. Aunque tenía una cultura general de muchos temas, la timidez no la dejaba involucrarse, temía decir algo que desencajara. Uno de los chicos que conoció ese día, llamado Paúl De Ricci, ingeniero de profesión, según pudo conocer en el curso de la conversación entre todos, mostró un especial interés por ella. De esto se dio cuenta su amiga Lennys, quien cuando fueron al sanitario le dijo:
- ¿Fiore te diste cuenta que Paúl dirige todos sus comentarios hacia ti? –pregunta con curiosidad desde el compartimiento, mientras yo estoy lavándome las manos-.
- No amiga, que cosas dices, él habla para todos, tal vez lo crees porque soy la que está sentada al frente –le respondo negándome mentalmente toda posibilidad de si quiera considerar lo que mi amiga insinúa-.
- Aunque no lo veas o no lo quieras ver, él parece interesado en ti –dice de forma tajante, ya afuera parada frente al lavamanos-, así que presta más atención –me da un beso en la coronilla de la cabeza y me señala la puerta para volver a la mesa-.
Al llegar a la mesa efectivamente como me advirtió Lennys, Paúl se levantó de su silla para abrirme la silla y pretendió ayudarme a sentarme, de manera educada no se lo permití diciéndole que podía sola, él entendió y se limitó a esperar que me sentara para hacer lo mismo en la suya.
El resto de las horas hablamos, bromeamos, me distraje bastante, pero no sin dejar de percibir lo que mi amiga me había comentado en el sanitario. Ya casi a punto de retirarnos a eso de las tres de la madrugada, Paúl me pidió el número de teléfono, por educación se lo di, junto a su amigo quiso escoltarnos con su automóvil hasta mi casa. Apenas él se bajó de su automóvil para abrirme la puerta del de mi amiga, me dio un beso en la mejilla y esperó a que entrara a casa.
Esa noche como los días que siguieron desde que ingresé a trabajar en la Municipalidad, fue extraño.
En cuanto a Oliver, era inevitable no pensarla. Aunque las responsabilidades lo consumían, sus pensamientos siempre viajaban a su rostro. En medio de tantos pendientes se sentía agotado, sobre todo por lo difícil que se le había vuelto volver a verla sabiéndola tan cerca. Su necesidad por ella crecía. Se le ha vuelto una obsesión.
Una de esas tardes en que el trabajo era tan agobiante, Fiorella estaba tan agotada que llegó un momento que casi se queda dormida en el escritorio, necesitaba tomar algo que la despejara. El trabajo ha sido extenuante, complejo, de mucho análisis. Como le apenaba pedirles el favor a las Secretarias, olvidando por momento su temor de encontrarse con Oliver, decidió ir ella misma al cafetín por un café.
Caminando por el pasillo de oficinas que lleva al mismo coincidió con Oliver quien se dirigía al área de reproducción a buscar una resma de hojas, Ismary estaba en otras ocupaciones que él mismo le había asignado así que no le quedó más que ir a buscarlas. En el pasillo no había nadie más que ellos dos. Al verse se sorprendieron, quedaron en silencio como en estado de shock. Ambos con solo verse a los ojos sintieron esa corriente eléctrica que les invade cuando están cerca o se ven a los ojos.
Sin siquiera esperarlo Fiorella sintió que Oliver la tomó de la mano y de un jalón la arrastró a un cuarto que al principio estaba oscuro impregnado con olor a hojas y tinta, segundos después escucho cerrarse tras de sí la puerta e inmediatamente se encendió una luz, encontrándose con varias máquinas fotocopiadoras y cajas de resmas de hojas, al final del mismo había un escritorio con lo que parecían ser documentos seleccionados.
Sin darle oportunidad de reaccionar Oliver la impulsó hacía arriba y la sentó encima de unas cajas de papel, con delicadeza volteó su rostro, lo tomó entre sus manos, la miró a los ojos y sin pronunciar palabras le dio un beso tierno al principio. La chica no lo esperó venir. Jamás lo imaginó. Su primer beso. Oliver fue tan tierno y delicado al principio que Fiorella se perdió en él, olvidando el lugar donde estaban, solo quiso disfrutar de esa sensación por primera vez experimentada.
Todo era nuevo y fascinante para ella.
Oliver si bien se sentía dueño de sus labios, aunque quería explorar aún más allá, tenía temor de que ella reaccionara queriendo huir de su lado. Probar sus labios por primera vez fue la mejor de las sensaciones, es una mezcla de dulzura, inexperiencia, deseo y temor. Comprobó que era su primer beso. Al principio ella no reaccionó sin embargo ante la demanda de la lengua de Oliver y los pequeños mordiscos que daba a sus labios ella se fue entregando al beso, al punto que terminó de acceder a devolver lo que tanto él anheló, ser besado por sus apetecibles labios.
La pasión que los envolvía era tal que sin darse cuenta sus labios fueron bajando por el cuello de su pequeña y como atraído por un imán, su mano derecha recorrió su espalda, su hombro izquierdo hasta posarse sobre uno de sus senos, comenzó a acariciarlo por encima de la blusa disfrutando de la suavidad que este le ofrecía, pudo palpar la dureza de su pezón, invitándolo a disfrutar de su textura, mientras la otra mano recorría su espalda de una manera tan cálida que producía en una Fiorella extasiada jadeos incontrolables, lo cual aumentaba su deseo, como dándole permiso a explorar aún más. Le urgía besar y chupar esos pezones que lo invitaban a darle atención, lo llamaban a darle cariño como a su dueña. El deseo se apoderó de tal manera de su cuerpo y de su mente que de un momento a otro sintió una necesidad irrefrenable de sentir las manos de su pequeña en el centro de su entrepierna. Por lo que casi hipnotizado tomó una de sus manos y la guio a descubrir entre sus pantalones esa parte endurecida como una piedra que palpitaba sin control alguno reclamando su atención y haciéndole saber cómo lo ponía su cercanía.
Fiorella se dejó guiar. Separaron sus labios. Justo en ese momento él libero su m*****o erecto y humedecido, lo poso en sus manos, dejando ver a una Fiorella sorprendida, tímida ante la experiencia de ver y tener por primera vez entre sus manos un m*****o excitado y deseoso de ser calmado.
De repente a lo lejos ambos escucharon un ruido que los sacó de su ensoñación, sacando a Fiorella del estado de hipnosis en el que se encontraba envuelta, apenada, queriendo huir, y a un Oliver decepcionado y molesto por la distracción. Solo quería continuar en la intimidad con su pequeña.
Ella reaccionó de manera inmediata, logró posicionarse en el piso, se arregló el cabello lo mejor que pudo y sin decir palabra entreabrió la puerta y asomó la cabeza al pasillo cuidando no hubiera nadie y apenas pudo corrió hacia los sanitarios que se encontraban a dos puertas, dejando a un Oliver desconcertado y deseoso en medio de cajas y maquinas.
Fiorella al entrar en uno de los compartimientos del sanitario de damas se dio cuenta lo humedecida que estaba su entrepierna, nunca le había sucedido nada igual. Estaba deseosa de ser tocada por Oliver y a la vez apenada por tal comportamiento. Como pudo se aseo esa parte tan íntima, refrescó su rostro, lavó sus manos y regresó a la oficina olvidando por completo el café que fue a comprar.
Si días antes de este encuentro Fiorella se sentía mal, confundida, esto terminó de poner de cabeza su mundo. Nada la había preparado para vivir esta experiencia que aunque no pasó de las caricias y los besos apasionados, para ella fue demasiado intensa, sin igual, era algo tan íntimo que ni en sus sueños color rosa imaginó sucederle.
Los días transcurrieron, luego de esa experiencia.
Fiorella, confundida aún más, sumida en la tristeza y totalmente avergonzada por lo sucedido, evitó por cualquier medio con más razón ver a Oliver. Dedicó su tiempo al trabajo. No quiso pensar en la experiencia vivida. Rogó a Dios, a la vida, que nadie los haya visto y que él no comentara nada de esto con nadie. Tenía temor de lo que fueran a pensar de ella. En su cabeza cursaba un pensamiento recurrente que se repetía una y otra vez que le decía “que él al provocar ese tipo de situaciones solo quería aprovecharse de ella”.
Oliver intentó verla. La esperó a la salida muchas tardes, sin lograr coincidir con ella. No la buscó en su oficina para no alertar a los demás y que empezaran los comentarios típicos de allí. A él no le importaban, ya estaba acostumbrado a las murmuraciones sobre sus amoríos. No quería eso para Fiorella, ella era inocente, no merecía que pusieran en duda su reputación por su culpa. Decidió esperar la respuesta de la Directora del Departamento Legal y rogó a los Dioses que confirmara su solicitud designando a Fiorella como la asesora. Esa sería la oportunidad de oro para redimirse por lo sucedido.
Imaginaba que ella habría de estar pensando lo peor de él. En varias oportunidades se reprendió por haber llegado tan lejos sin haberla, por lo menos, invitado a salir para decirle que ella le atraia, aunque por los comentarios días anteriores ella debería presumirlo, las emociones que solo verla le causaba, que no la dejaba de pensar; en lugar de eso dejó que el animal que lleva por dentro se adelantara antes de poderle expresar todo lo que ella le hacía sentir. El no verla por tantos días lo mantiene en desesperación.
Llegado el siguiente viernes, a una semana del encuentro, Manuel y José Daniel lo invitaron a tomarse unos tragos. Aceptó la invitación para no encerrarse en su apartamento a pensar en ella.
Apenas llegaron a un bar coincidieron con otros dos amigos, quienes invitaron unas amigas a la mesa. De inmediato pudo ver que eran mujeres en busca de pareja para pasar el rato. No dudó en acercarse a una morena espectacular que desde que se acercó a ellos no le quitaba la mirada de encima.
Pasada la noche, ya había bebido suficiente para que el alcohol empezar a surtir efectos, se sintió algo mareado, por lo decidió dejar de tomar, debía conducir al regresar a casa. Manuel se había retirado horas atrás con una castaña cuyo cuerpo se veía que había sido bien trabajado, rayaba en la perfección sin caer en la exageración pero que invitaba a pecar a todo el que la mirara. Manuel sin perder tiempo apenas la vio se lanzó encima de ella como lobo a su presa.
La morena que abordé en varias oportunidades me besó, correspondí al beso pero no sentía la misma emoción de meses atrás cuando salía y ligaba con cualquiera mujer que me gustara e inmediatamente mis alarmas se encendían al punto de llevarla en seguida a un cuarto de hotel. Por más que intenté me sentí aburrido. Me disculpe con ella de manera educada y me dirigí a José Daniel y los otros dos para decirles que me retiraba a casa. Puse de excusa que debía ir a casa de mis padres temprano al amanecer, lo cual era mentira. Quería salir de allí de inmediato.
Así llegué a mi apartamento pasada la una de la madrugada con algo de dolor de cabeza por los tragos, me cayeron mal. Fui directo a la cocina por un vaso de agua y luego a mi habitación tomé un analgésico, una ducha rápida y me acosté como Dios me trajo al mundo. Me sentía extraño. No me permití seguir pensando y por el efecto del analgésico no sé en qué momento me quedé dormido.
Al día siguiente pasadas las ocho de la mañana desperté con pesadez, busqué en la mesa de noche mi teléfono móvil sin encontrarlo, por lo que apenas salí del sanitario fui directo a la sala donde recuerdo dejé la chaqueta que traía, dentro esta mi móvil. Al revisarlo no tenía carga. Lo conecté a la corriente, mientras fui a la cocina a prepararme un café cargado. Como era sábado y no tenía nada planeado, volvería a dormir otro rato después del desayuno, tenía desánimo, una sensación nueva para mí.
Apenas encendí el teléfono llegaron sin parar varios mensajes y notificaciones de llamadas perdidas, de mis padres, Manuel y Katherine. Obviamente a esta última ni la determino. Llamé a Manuel para saber cuál era su urgencia:
- Cuál es tu desespero –le pregunto sin saludarlo-.
- Dios ¿Qué comiste? –pregunta- ¿Alacrán sazonado con picante? –dice riéndose-.
- Casi –le respondo sin ánimos- dime para qué tantas llamadas –le pregunto para que responda rápido-.
- Estas de un amable hoy que te envidio –me dice ya desesperándome por tanta habladera sin decir nada en concreto- vamos a ir al club dentro de una hora- Te esperamos allá –de sólo escuchar el plan me da fastidio. En otro momento no me hubiera negado pero hoy no era uno de esos días-.
- No me esperen –le digo- en un rato salgo a casa de mis padres –le miento porque sé que si le digo que me quedaré en casa los tendré en una hora a todos aquí y hoy no quiero ver a mas nadie sino a ella y como sé que eso no va a suceder me dedicare a estar a encerrado-.
- Está bien. En otra oportunidad será –dicho esto cuelga-.
En seguida hable unos minutos con mis padres prometiéndole ir al día de siguiente a comer con ellos, ni cuenta se dio mi madre de mi estado de ánimo. Mejor así, sino quién la aguanta.
Como predije pasé el resto del día dormitando, revisando documentos de la empresa y viendo, o tratando de ver, algunos de mis programas favoritos en la televisión, pedí comida a domicilio. El día se me fue básicamente trabajando pues solo dormí en la mañana, ya en la tarde no aguantaba la cama. Anhelaba que ella estuviera aquí conmigo. “Qué manera de hacer sentir mal a una persona sin saberlo”, pienso.
Quien iba a imaginarme a mi Oliver Aguirre sintiéndome mal porque una mujer huye de mí. Jamás ninguna me despreció, jamás ninguna me hizo rogarle. Sin probarla ya me traía loco, y apenas la besé hizo que algo cambiara dentro de mí.
El domingo tampoco salí de casa. Apague el teléfono para no ser molestado por nadie.
Ya el siguiente día salí mucho más temprano de lo normal de casa directo a la empresa de la familia, decidí pasar primero por allí antes de ir a la Municipalidad. Debía imprimir unos documentos con urgencia. El sábado mientras trabajé desde casa pude ver que faltaban recaudos para analizar una propuesta de un Banco en la ciudad de Nueva York, por cuanto son nuevos clientes que quieren contratar nuestros servicios inicialmente para una asesoría, no podía obviar el faltante de documentos para terminar el dictamen que debo enviar a mi padre hoy en la noche para la Junta de mañana.
Afortunadamente cumplí con mi cometido y como resultado de la Junta en la empresa el martes a primera hora de la mañana, se acordó que debía salir de viaje ese mismo día. No me dio tiempo de ir a la Municipalidad, no me quedó más opción que llamar a Ismary, informarle de mi ausencia por unos días, darle unas indicaciones y activar los canales de comunicación virtual para realizar el trabajo que medianamente pueda hacer desde la distancia al llegar en la noche a la casa de mis padres en Nueva York. Así mismo, le participé al Ingeniero Municipal, mi jefe inmediato, los motivos de mi ausencia, quien no objetó al respecto pues el acuerdo para trabajar allí fue que me permitirán viajar de vez en cuando a atender asuntos de la empresa que ameritaban mi estricta atención.
Con quien no pude hablar fue con Fiorella, ya habían transcurrido muchos días sin verla, sin saber de ella. Me negaba a preguntar por ella a cualquier persona. Así que no me quedó más que partir sin despedirme de ella.
El viaje se prolongó por dos semanas, pues la negociación con la empresa me tomó más días de lo esperado por unos acuerdos que no estaban muy claros porque incluían aclaratoria de algunos aspectos técnicos que no son mi área, que ameritaron la intervención de nuestros abogados en dicha ciudad y mi hermano Otoniel, quien tuvo que trasladarse desde Londres hasta Nueva York, donde reside desde hace dos años por órdenes de mi padre. Finiquitado el problema ambos retornamos en seguida a nuestros hogares.
A mi regreso, fui recibido por mi padre en el aeropuerto, quien me informó que Katherine anda rondando a mi madre, ha ido todos estos días a la casa de mis padres con actitud extraña. Mis padres como nunca se han fiado de ella no dudan que esté tramando algo.
Como estaba agotado por el viaje y tantos días de tensión, mi padre entendió que debía descansar por lo menos ese día, así que tuvo la deferencia de dejarme en mi apartamento con la promesa que al día siguiente al salir de la Municipalidad iría a ver a mi madre quien, por sus comentarios, está desesperada porque no me ha visto en días.
Al día siguiente, apenas ingresé a mi oficina de la Municipalidad, observé que sobre mi escritorio tenía una montaña de carpetas y en el centro de este una carpeta marrón cuya etiqueta conozco a la perfección, pues identifica al proyecto de optimización de los Departamentos de Contabilidad, Finanzas, Presupuesto y Compras. Sin saber cuál sería la respuesta, sentí una tensión extraña, como si mi vida dependiera de lo que en ella estaba contenido.
Inmediatamente me senté al frente y la abrí sentí que el alma me vino al cuerpo, pues en el papel estaba contenido lo que tanto había anhelado. Me concedieron la petición de designar a mi pequeña como asesora del proyecto. En ese momento una pequeña emoción se apoderó de mi haciendo a un lado la pesadez que cargaba desde el día siguiente de lo sucedido en el cuarto de reproducción, momento en que ella empezó a evitarme.
Por fin acabaría el suplicio de no verla. Los días en Nueva York fueron muy extraños, sino hubiese sido por lo extenuante del trabajo pudiera afirmar que enloquecería por no saber nada de ella.
En varias ocasiones llamé a Manuel, quien sabe algo de mi interés por la pequeña, aunque no le he dado detalle de lo sucedido, tampoco lo haré, esto se queda entre ella y yo, solo quería me informara si la había visto y me dijo que una mañana la vio en el pasillo llegar como apurada. Obviamente como él no está al tanto de lo sucedido no asocia esa actitud de ella, pero inmediatamente él me dijo eso, confirme que transita por las instalaciones de la Municipalidad como de incognito para no toparse conmigo.
En ese mismo momento, mientras Oliver termina de asimilar y celebrar mentalmente la respuesta de la Directora del Departamento Legal, al otro lado de la puerta del Departamento de Contabilidad, muy de cerca pasa Fiorella al frente de la Oficina acelerando el paso casi como espantada. Saluda al entra a su oficina y se dirige a su cubículo a sentarse a fin de recuperar el aliento por el esfuerzo realizado al evitar, una vez más, encontrarse con Oliver. No tenía sino alrededor de diez minutos descansando cuando la Meriam le informa que la Doctora Mondragón la espera en su oficina.
Apenas ingresa a esta, su jefa le señala tomar asiento, lo cual hace de manera obediente.
- Fiorella, ¿cómo amaneces hoy? –me dice la Doctora- Te veo algo acalorada –comenta-.
- Bien Doctora, bien gracias Dios -le digo con tranquilidad- es por la caminata que debo dar desde la parada hasta aquí –le mentí deliberadamente, no pienso darle detalles-.
- Te mandé a llamar para informarte que fuiste designada para trabajar como asesora de un proyecto de optimización de los Departamentos de Contabilidad, Finanzas, Presupuesto y Compras, promovido y dirigido por el Director del Departamento de Contabilidad. Tendrás que trabajar directamente con él en la propuesta que debe ser enviada al Alcalde. Por la urgencia del mismo te sugiero ponerte a sus órdenes hoy en la mañana –no había terminado de hablar cuando siento como si una piedra cayera en mi estómago y un camión en mi cabeza- entiendo que tienes bastante trabajo aquí en la oficina. Reorganiza el trabajo por orden de prioridad y de manera simultánea saca lo que puedas mientras los asesoras en este proyecto –así sin más termina de hablar- quedo al pendiente de la información que me des sobre los avances en las reuniones y el trabajo que vayas haciendo en pro de lograr que la propuesta salga lo mejor que se espera para la aprobatoria del Alcalde. Gracias Fiorella. Eres diligente y confío en tu trabajo.
Escuchadas al pie de la letra las indicaciones que me da la jefa, salgo de su oficina en estado de shock. Sin poder creer por qué el destino se ensaña conmigo al ponerme en situaciones que no son para mí. ¿Con qué cara puedo ver al Licenciado Aguirre después de lo sucedido?
Tengo casi un mes evitándolo por todos los medios posibles. Lo sucedido me generó mucha depresión, mucha tensión. Tambaleó mi confianza, mi seguridad. Tal vez para unos sea exagerada mi reacción pero temo quedar en boca de todo el mundo por pensar que soy una mujer fácil por haberme dejado llevar por el encanto del Licenciado, sobre todo porque él no puede querer nada serio conmigo, no soy mujer para él.
Ahora me toca ir como borrego al matadero sin derecho a protestar.