Prefacio

1109 Palabras
Aquella efímera punzada de agonía fue la responsable de su inquietante despertar. Sintió un denso pesar y la tristeza amenazó con aflorar. Un momento después, el atronador sonido de la alarma resonó entre las cuatro paredes de la oscura habitación, era momento de empezar un nuevo día. Con un interno suplicio, abrió los ojos y se levantó trabajosamente de la cama. Debía activarse, mantener la mente ocupada, pues la aflicción comenzaba a embargarla y no se permitiría caer. Ya no más. Apenas dos meses antes, todo en su vida dio un vuelco, algo increíble ocurrió y la hizo cambiar su forma de pensar; de actuar. Ahora, todo volvía a cambiar y seguramente era para mal. Con un desliz del dedo índice, enmudeció el irritante sonido de alarma que le provocaba un martilleo en el interior del cráneo. Gruñó mientras se estiraba y soltó un quejido que indicaba querer tirarse en la cama todo el día. Deseaba tanto poder hacerse un ovillo y mantenerse en posición fetal, pero no podía, se prometió no hundirse ni entristecer. La vida andaba, el mundo seguía girando y aunque estuviese destrozada por dentro, tenía que continuar. "Arriba y adelante" Solía decir la abuela y eso es lo que haría. Si pudiera ver el rostro amable y de ojos cariñosos en ese momento, le diría que lo sentía, que de verdad lo lamentaba por todo. La abuela siempre fue una buena compañía y una buena fuente de consejos; la extrañaba tanto. Poco más de dos meses atrás pereció; jamás podría verla o hablar con ella de nuevo, no mientras ella siguiera viva y su abuela, muerta. Recordó las risas y las pláticas sobre la escuela, las anécdotas que solía compartir con ella y el cariño que le profesaba. Su muerte le dejó una g****a en el alma que jamás podría cerrar. "Cuida mucho a tu mamá, no pelees tanto con ella, todo lo que hace es para protegerlas y cuidarlas." Tal vez fuera verdad, tal vez no; a fin de cuentas le había fallado. Ni había cuidado a su madre y la hizo enfadar demasiado. Y todo por querer vivir un sueño estúpido, por querer ser libre y feliz. Se decidió por el camino erróneo, uno que no valió la pena... ¿o sí? ¿Se arrepentía de la decisión que tomó hacía dos meses? Cuando se aferró a la mano equivocada y salió en busca de una travesía digna de quinceañera, se sintió segura, satisfecha. Pero no ahora, en ese momento sólo había una profunda desolación capaz de derribarla ante cualquier atisbo de debilidad. "Arriba y adelante" Al menos eso sí podría cumplirlo. No cumplí tu último deseo, pero cumpliré con tus ideales. Esperaba poder lograrlo, el tiempo la ayudaría y ella era fuerte, más de lo que creía. Sólo debía hallar su rumbo de nuevo. Se dirigió al cuarto de baño con un bostezo, estaba agotada. El día anterior, por la madrugada, regresó al país. La realidad es que no estaba escrito con tinta indeleble en sus planes regresar...aún. Pero todo se jodió, las cosas se torcieron y ahí estaba; en un minúsculo apartamento ubicado en una colonia no muy elegante con una compañera que aceptó compartir gastos con ella. Encendió la ducha, el agua fría cayó con fuerza, al parecer tenía potencia. ¿Debía bañarse con agua fría o caliente? ¿Acaso importaba? Se desnudó y miró su reflejo en el espejo. Era ella, lucía tal y como hace dos meses, excepto por los ojos; el par castaño sin vida le devolvió la mirada. Hace dos meses era una mujer feliz, alegre y optimista; ahora, la dicha fue reemplazada por tristeza, luego melancolía y finalmente nada. Se convirtió en una persona incapaz de sentir emoción alguna. No podía darse el lujo de sentir, si lo hacía, corría el riesgo de desplomarse, hundirse en el abismo y quedarse allí por mucho tiempo. Era ella, pero con dos meses menos de vida. Era increíble que en un corto lapso alguien pudiera ganar tanto y perderlo todo. No podía creer que un par de palabras y una simple confesión voltearan de cabeza su vida. Jamás quiso que las cosas terminaran tan mal... Sintió los ojos escocer. Rápidamente parpadeó, no lloraría, no derramaría una lágrima más; lloró hasta anestesiar el dolor durante el vuelo de regreso a casa y entonces se prometió no dejarse lastimar por lo sucedido nunca más. Esa es otra promesa que pensaba cumplir. Se apartó bruscamente del espejo y entró al frío del agua; al menos eso lo podía sentir sin necesidad de terminar tirada llorando en el suelo. En menos de veinte minutos estuvo lista, metió la bata blanca en la mochila, alisó su pantalón blanco y se calzó los zapatos blancos. Hola, viejos compañeros. Volvió a ser ella, no la mujer alegre y optimista del verano; si no la persona centrada en sus metas, perseverante, constante y deseosa de alcanzar sus sueños. Lo que ocurrió ya no tendría importancia, si era necesario, borraría aquellos dos meses e incluso tres de su mente. Su vida estaba ahí, se encontraba justo donde quería. ¿Entonces por qué se sentía tan mal? Media hora más tarde llegó al lugar en dónde demostraría su valía. El hospital de seis pisos se alzaba imponente frente a ella. Tragó saliva y dio un paso al frente, luego un segundo y finalmente un tercero. Entonces su teléfono vibró en el bolsillo. Su corazón se aceleró y su respiración amenazó con cortarse. Se tomó tres segundos para calmarse, ¿acaso sería...? No, era imposible, estaba incomunicada. El mensaje fue de su hermana, un enorme mensaje repleto de emoticones y palabras largas, no lo leyó completo, habría tiempo para eso después. Aparte, no necesitaba consuelo, ella era fuerte, podía superar cualquier cosa. Esa era su lucha, debía ganarla sin ayuda pues nadie más que ella sabía qué ocurrió en México, nadie entendería. En ese sentido, estaba sola. Volvió la vista al frente, dos figuras ceñidas en inmaculadas batas blancas caminaban a grandes zancadas en dirección al hospital. Respiró profundamente y avanzó. Eso es lo que quería, el tema del internado médico fue una de las principales causas por las que se dio la situación, no era momento de echar todo por la borda, no cuando ya estaba más que metida en el penúltimo año de universidad. Nara está de regreso, perras. Dejé todo por volver, perdí todo por estar aquí. No más chica alegre y amistosa, estoy lista para empezar de nuevo. Esta vez no habrá errores.  Entró por las puertas de cristal sin mirar atrás. El pasado ahí habría de quedarse, ella sólo tenía ojos para el futuro.
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