Bienvenida

1851 Palabras
Al salir del aeropuerto el aire choca contra mi rostro, pequeños pelos se escapan de mi coleta bailando hacia mi rostro así que las pongo detrás de la oreja. Me paro un momento poniendo mi maleta a un lado y cojo el móvil para avisarle a mi tía de que voy a coger un taxi. —¡Annie, Annie! Alzo la vista e inmediatamente la visualizo a unos metros de mi. Camino rápidamente hacia ella y le doy un fuerte abrazo. —Oh, cariño… —dice con voz dulce —¿Cómo estás? —Ahora mismo me siento muy bien. Necesitaba esto tía, necesitaba irme. —Lo sé cariño, lo sé —dice acariciándome la mejilla con dulzura. Subo al coche con mi tía. Mientras conduce, observo Milán desde el coche: es precioso. Realmente, he hecho bien en venir aquí, cambiar de aires y ver caras nuevas. —Este es el barrio donde vivo —anuncia mi tía. Es un barrio con casas, unas son más grandes, otras son más pequeñas y cuando llegamos a la de mi tía, me doy cuenta de que a tres calles hay un parque. —¿Sabes? En este barrio hay gente que va al mismo instituto en el que tú estás —asiento detenidamente. —Mañana empiezo, ¿no? —pregunto cerciorándome. —Sí —responde mi tía cerciorándose de que deja su coche bien estacionado —. ¿Está nerviosa? —Un poco pero es normal. Ciudad nueva, país nuevo y empezar de cero —suspiro. —Estoy segura que vas a hacer amigos pronto. Además, sabes italiano, no te va a costar comunicarte. Afortunadamente en el instituto que estaba en California daba italiano de asignatura optativa; gracias a eso me defiendo con el idioma. Bajamos del coche, cojo mi maleta del maletero y entramos en casa de mi tía. Nunca he estado aquí así que me enseña cada rincón de la casa. Las habitaciones están en el piso de arriba. —¿Te gusta esta habitación o prefieres otra? —No —respondo observándola —. Esta esta genial. La habitación es de un color rosa claro. La cama no es ni muy pequeña ni muy grande, la mesa casi al lado de la ventana —amplia y ancha, justo como me gusta —. Me acerco a la ventana viendo como el sol se esconde ya que va a ser casi de noche. La ventana da a la calle y justo delante puedo ver que hay otra casa. A unos metros hay un árbol bastante ancho y grande. —Annie, voy a preparar la cena —me giro mirándola y asiento —. Instálate y cuando la cena esté lista de aviso. —Vale. Si quieres que te ayude con algo házmelo saber. —¿Vas a llamar a tu madre para decirle que estás aquí? —niego con la cabeza, a continuación mi tía pone su mano en mi hombro —Bienvenida cielo, estás en tu casa. Una vez mi tía sale de la habitación cojo el móvil, pero solo para mandarle un mensaje a Elena informándole que he llegado. Ella es mi mejor amiga del instituto y cuando le conté mis planes de venir a Italia se puso mal pero lo entendió por mi situación. Después de colocar toda mi ropa en el armario y de colocar mis cosas del baño el cuarto de baño, escucho la voz de mi tía indicándome que baje. Cenamos tranquilamente mientras charlamos animadamente. Después de eso le ayudo a recoger y me ofrezco a tirar la basura. De repente, en la casa de enfrente, visualizo a un chico tirando también la basura. El chico no aparta su vista de mi cosa que me pone algo nerviosa. —¡Hola! ¿Acabas de llegar? —pregunta acercándose a mi. —Sí, he venido por un tiempo indefinido. —¿Eres de la zona de California, verdad? Lo digo por tu acento. —Sí, pero también sé italiano. Estoy matriculada en el instituto. —¿Último año? —asiento —. ¿Qué instituto? —Francais Milano. —¡Genial! Yo también estudio allí, de hecho, juego en un equipo de baloncesto. —Oh, genial —sonrío. —Si quieres podemos irnos juntos mañana al instituto. —Claro —respondo con entusiasmo. —Me llamo Callum. —Annie —sonrío. —Encantado, Annie. —¡Callum! ¿Vienes o qué? Esa voz hace que Callum se gire y le diga ya voy pero ese chico parece que se queda ahí, esperándole. —Me tengo que ir, mi hermano me reclama —sonrío —. Nos vemos mañana. —¡Callum! —el chico le llama con más ímpetu y está vez está más cerca de nosotros. Puedo comprobar que es su hermano gemelo. —¡Ya voy j***r! A veces puedes ser un grano en el culo. Me quedo totalmente alucinada porque el parecido es increíble. Sacudo la cabeza y entro en casa de nuevo. —¿Ya estas haciendo amigos? —pregunta mi tía con una ceja alzada. —No. El chico de delante va al mismo instituto que voy a ir yo. —Ah, sí. Los gemelos Caleb y Callum. Callum juega en el equipo de baloncesto del instituto, creo y el otro chico, Caleb, lo he visto algunas veces con su cámara de fotos. —Vaya… —La verdad es que los dos son bastante guapos pero tengo entendido, por lo que se dice en el barrio, que Callum está en una banda o algo así pero quizá sean habladurías. A la gente le gusta mucho divagar las cosas. —En eso tienes razón. Me marcho arriba a descansar. Buenas noches tía —digo dándole un beso en la mejilla. —Buenas noches Annie. Después de ir al baño a lavarme los dientes y de haberme puesto el pijama me dijo a la habitación. Deslizo la goma que sujeta mi pelo quitándola y acomodo mi pelo mientras me miro en el espejo. Cuando me meto en la cama no tardo en quedarme profundamente dormida. Sobre las tres de la mañana una moto derrapando me despierta. Me incorporo sintiéndome un poco aturdida y cuando enciendo la lámpara me doy cuenta de que estoy en Milán, en casa de mi tía. Me acuesto en la cama y segundos después me quedo profundamente dormida. *** —Annie, ¿quieres que te lleve yo? Se está haciendo tarde. —El vecino, Callum, me dijo que vendría a buscarme —me encojo de hombros mientras me termino la leche que me queda en la taza. —Hacemos una cosa: llama al timbre y si no está o se ha dormido te llevo yo. Me quedo algo perpleja por lo que me ha dicho e involuntariamente me levanto dirigiéndome a su casa. Cada vez que me acerco me pongo más nerviosa y justo antes de acercarme a la puerta me detengo. ¿Para qué estoy llamando a la puerta de una persona que acabo de conocer? Quizá le haya surgido algo o no le ha apetecido venir a buscarme, así que doy media vuelta y vuelvo a casa. —¿Y bien? —pregunta mi tía secando las tazas. —No hay nadie. ¿De verdad no te importa llevarme? —En absoluto. Diez minutos después llegamos al instituto. Visualizo a los estudiantes entrar y al verlos cada vez me pongo más nerviosa. —Recuerda que tienes que ir al despacho del director a que te dé instrucciones sobre tu clase y tu taquilla. —Sí, tranquila. —A la salida vendré a buscarte y volveremos en bus para que te sepas la ruta. —Está bien y gracias. Beso su mejilla y me bajo del coche. Camino a paso rápido ya que tengo que encontrar el despacho del director. Cuando llego a las taquillas visualizo a una chica morena y por su apariencia y su forma de vestir parece una chica sencilla y no un superficial. —Oye, persona que te moleste. ¿Sabes dónde está el despacho del director? —Nueva, ¿verdad? —su sonrisa me transmite simpatía. —Sí. Estoy un poco perdida la verdad —sonrío. —Vamos, te acompaño. Soy Madison Turner. —Annie Evans. —Bienvenida al instituto Annie —sonríe y coge su móvil mirándolo. A continuación suspira. —¿Pasa algo? —Le estoy mandando mensajes a una amiga y no llega, se le han pegado las sábanas fijo —ríe —. En cuanto llegue te la presento. De repente pasamos el lado de un grupo de chicos. Uno en particular, un chico moreno con unos tirantes blancos lleva en sus manos un balón de baloncesto. Nada más pasar por su lado nos guiña un ojo ambas. —El que ha guiñado un ojo, ese, es Jackson Williams el líder del equipo de baloncesto. Me cae fatal, no puedo con él, es superior a mi —resopla con desagrado y yo me limito a sonreír —. Aquí es el despacho, entra que te espero aquí para indicarte la clase. —Gracias Madison. Ella me hace un gesto con la mano como diciendo que no importa y entro. Me presento ante el director, me da la bienvenida y me da la información que necesito. Cuando le digo a Madison la clase en la que estoy se sorprende y se alegra ya que estamos en la misma clase. Cuando llegamos a ella, me siento a su lado ya que al otro va su amiga. Poco después entran algunos de los del equipo de baloncesto incluído el tal Jackson. Cuando el profesor entra y empieza a explicar más o menos de lo que va a consistir su asignatura, de repente, la puerta se abre. —Disculpe profesor, ¿puedo pasar? Me quedo algo sorprendida al ver al hermano gemelo de Callum aquí. ¿Caleb se llama? —Pase Sprouse y que no se vuelva a repetir. Él asiente y enseguida coge un sitio para sentarse. De repente visualizo a uno de los jugadores de baloncesto haciendo un bola de papel y veo como le da a Caleb en la cabeza haciendo que a algunos de ellos se les escape una risa. —Silencio —dice el profesor con voz autoritaria. —Te he dicho muchas veces que no te metas con él Nate —escucho decir a Jackson. Miro a Madison viendo como pone los ojos en blanco. Al cabo de diez minutos la clase se vuelve a ver interrumpida pero esta vez por la policía. Todos nos quedamos pasmados al verlos. —Disculpe profesor —dice uno de ellos —. Caleb Sprouse, ¿puedes salir? Tenemos algo que decirte sobre tu hermano. Caleb se levanta de inmediato completamente asustado. Madison y yo nos miramos con los ojos abiertos sorprendidas. —Disculpe —interviene Jackson levantándose —. ¿Qué ocurre con Callum? —Lo hemos encontrado tirado en el suelo y en muy mal estado. Y sin más, Caleb y Jackson salen como alma que lleva el diablo dejándonos al resto de la clase totalmente petrificados.
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