Camino fuera de la habitación donde Izayoi junto a Koga me esperan sonrientes. Trato de deshacer el nudo formado en mi garganta que crece con cada paso que doy. Camino hasta ellos con una muy hipócrita sonrisa adornada en mi rostro. —¡Kagome por Dios estas hermosa!—exclama feliz. Ella solloza y me abraza, mi cuerpo se tensa sin embargo le devuelvo el abrazo. —Muchas gracias Izayoi—sonrío y ella me guiña un ojo. —Kagome, mírate—me dice Koga—estas bellísima, cuan princesa—sonrío nostálgica—espero todo salga bien—murmura. —Yo por igual—respondo. —Bueno, ya nos tenemos que ir porque un chico muy guapo y no es por alardear, es mi hijo, nos espera en un altar—asiento y camino junto a ellos. Al bajar una limosina muy hermoso color blanca nos espera en la puerta. Me ayudan a subir y respiro

