-¡Sam!- le escuché exclamar con algo de molestia y el perro, el cual parecía ser un pastor alemán, aunque algo diferente a los que estaba acostumbrado a ver, ya que este era casi todo n***o con tan solo la parte de los ojos color marrón claro, algunos pelos sueltos y tambien detrás de las orejas.
Era muy linda.
-Buena chica- le dijo Jared cuando salió de arriba mío luego de lamerme por toda la cara y se acercó al castaño, quien se había agachado para acariciarle la cabeza, mientras ¿ella? movía la cola de una lado para el otro- ¿Qué tanto miras?- me preguntó y fijó su mirada en mi- Vamos, tenemos un largo camino que hacer para llegar a la próxima ciudad- se levantó y comenzó a dirigirse hacia las escaleras con el perro siguiéndole.
Yo me quedé mirándole sin poder creerme aun que aquellas personas me habían ayudado al igual que a mi tío. ¿Era eso posible?
Había visto tantas muertes de personas que no eran esas cosas que caminaban sin vida y tambien tantos robos que aún no me lo podía creer aunque mis ojos eran capaces de verlo.
-¿Dónde vamos papá?- le preguntó a mi padre cuando nos ordenó a mi madre y a mí que nos metiéramos en el coche que se encontraba dentro de la cochera de la casa.
Parecía algo alterado y tambien con miedo, al igual que mi madre, quien en vano intentó fingir una sonrisa.
-No es nada cariño. Tu solo obedece a tu padre mientras yo le ayudo a terminar de recoger algunas cosas ¿sí?
-¿Algunas cosas?- pregunté si entender nada- ¿Qué cosas? ¿Para qué? ¿Qué está pasando?- pregunté atolondradamente.
-Ahora no te lo podemos decir Sam, tu solo obedece- me contestó mi madre mientras miraba detrás de mí a mi padre que iba de un lado al otro mientras recogía todo dentro de una caja de uno de los tantos aparatos que habíamos comprado no hacía mucho.
Un ruido del living nos sacó a todos de nuestra “pelea” porque yo quería saber qué era lo que pasaba.
-Todos al garaje- escuché decir a mi padre y mi madre me tomó de la mano obligándome a dirigirme con ella hacia donde mi padre había dicho.
Mi padre había vuelto algo alterado de su trabajo y más aún, luego de mirar unas noticias en el televisor que yo no había visto porque había estado fuera jugando al baloncesto, solo porque Jack no había ido aquel día.
Nos subimos todos dentro del coche y mi padre abrió la puerta de la cochera que era automática, dejando a la vista algo que nunca me había imagina ver en mi vida.
Gente corriendo desesperada, huyendo de ¿otras personas? ¡No! Esas cosas ya no eran personas.
-¿Qué… Qué está pasando?- pregunté con miedo, creyendo estar teniendo un sueño. Uno muy malo, sacado de las pocas películas de zombis que había visto.
-Cariño, cariño mírame- me dijo mi madre girándose sobre su asiento así podía mirarme, ya que se encontraba en la parte de adelante junto con mi padre. Yo la miré, pero, no lo hice. Estaba sin poder creerme nada de aquello, con la mirada perdida en la nada absoluta, con un solo pensamiento en mi mente. Que por favor todo aquello fuera mentira.
Mi madre intentó explicarme qué había sucedido, pero aun así, no lo entendía. ¿Cómo era posible que así de la nada unos “experimentos” se salieran y fueran los que habían comenzado todo? ¿Qué no tenían que tener todo bajo control y muy controlado para que algo como aquello no sucediera?
-Sube- escuché que alguien me decía sacándome de mis pensamientos y encontrándome así con una camioneta muy grande, de esas gigantes que más que camionetas ya son mini camines con dos partes de asientos y la parte trasera abierta.
Jared tenía la puerta abierta de atrás para que entrara. Lo miré y el me hizo seña una seña para que no tuviera miedo y subiera al coche, cosa que hice dudando un poco.
Cuando terminé de subir miré a mi lado. Una mujer de unos treinta, casi llegando a los cuarenta me sonreía y a su lado se encontraba mi tío todo golpeado y aun desmayado.
-¡Tío!- exclamé al verlo.
-Shh- me dijo la mujer colocando uno su dedo índice sobre sus labios- Necesita descansar. Le dieron una gran paliza y no creo que despierte hasta dentro de un par de horas, igual le he dado un calmante para que no le duela tanto la golpiza que le dieron y que por lo menos pueda dormir un poco- me sonrió nuevamente y luego dirigí mi mirada hacia adelante, donde el chico que se llamaba Gregory manejaba y Jared lo acompañaba con el perro sobre su regazo, lo que para mí le debía de resultar algo incómodo- Mi nombre es Anne- se presentó y volví mi mirada hacia ella- Y por lo que sé ya has conocido a Gregory y a Jared.
-S… Sí- le contesté con algo de miedo- Ellos… me salvaron.
-Tranquilo cariño- me dijo con una sonrisa tan maternal que me hizo recordar a mi madre- No te haremos daño. Oímos algunos disparos por aquí y decidimos venir a ver para poder salvar a las personas que eran atacadas, pero…- miró hacia el frente, mirando a ambos jóvenes que se encontraban delante- Nunca creímos que serían personas matando a otras personas. Ya mucho tenemos con esas bestias como para agregarle tambien ahora el hecho de que comenzamos a matarnos los unos a los otros, como lo hacen ellos- suspiró pesadamente y volvió a mirarme- Pero, por lo menos logramos salvar a algunos de tu grupo. Por lo que he visto la mayoría eran tan solo niños.
-Así es- le contesté asintiendo con la cabeza, recordando que mi madre tambien estaba en el grupo- ¿Y mi madre? ¿Han podido salvar a mi madre?
-¿Tu madre?- me preguntó ladeando la cabeza hacia un lado- La verdad es que no lo sé, hay varios en los otras camionetas y furgonetas, cuando lleguemos al próximo poblado lo veremos ¿vale?
Yo solo asentí con la cabeza deseando que mi madre se encontrara en alguno de los otros transportes. ¿Y si no estaba? ¿Y sin darme cuenta la había dejado?
Un miedo comenzó a invadir todo lo mi cuerpo. Si era así, mi tío era la única familia que me quedaba.
Algo me quemó en el rostro y me voltee a ver quién había provocado ese ardor en mi rostro, quedándome con el rostro de la mujer que se encontraba a mi lado a tan solo centímetros.
-Te has raspado- me dijo con esa sonrisa que parecía que nunca desaparecería- Es mejor curarlo antes de que se infecte. Por suerte he traído un botiquín conmigo y no se lo he dejado como siempre Eric que parece que le encanta usar el agua oxigenada como si fuera agua- comentó, lo que provocó una leve risa por Gregory, quien no quitó la vista de la carretera, pero aun así, la escuchaba.
-Te he dicho millones de veces que Eric no sirve para ocuparse de los heridos- le dijo Gregory, a lo que la mujer bufó e hizo algunas señas con la mano como si poco le importaba la opinión de este último.
-Ya lo sé, pero aun así es el único que me ayuda- comentó mirando con los ojos entrecerrados a ambos chicos que no la miraron, pero aun así, me percaté de que ambos se habían tensado y de seguro sabían exactamente la cara que había puesto Anne.
Volvió su vista hacia mí y sonrió nuevamente.
-Déjame que te cure esa herida- me dijo y acercó nuevamente el algodón con el que me había colocado el agua oxigenada anteriormente.
Dolió, no podía decir que no, pero lo hacía con tanta amabilidad y ternura que decir algo al respecto me parecía una falta de respeto hacia ella.
-¡Ya está!- anunció y volvió a guardar algunas cosas en el botiquín que se había colocado sobre los muslos antes de curarme- Solo déjame ponerte una bandita y estarás como nuevo en un par de días- sonrió y sacó una bandita de la campera de cuero bordo que llevaba- Aquí esta- la sacó de su envoltorio y la acercó a mi rostro, colocándola en forma diagonal en mi mejilla.
-Gracias- agradecí y le sonreí levemente.
-No es nada- se agachó y tomó una gran mochila que había llevado todo el tiempo entre sus piernas- ¿Quieres?- me preguntó cuándo sacó una botella con agua hasta la mitad.
Asentí con la cabeza y me la entregó.
-Y dime, ¿cómo te llamas?
-Sa… Samuel- le contestó cuando terminé de beber y le entregué la botella nuevamente para que la guardara.
-Y dime Samuel, ¿hacia dónde se dirigían?
-No teníamos un lugar específico al cual dirigirnos, pero queríamos irnos lejos del sur.
-¿Por qué?
-Porque…- apreté fuertemente los pantalones verde militar que llevaba puestos, hasta lograr hacer que mis manos quedaran en forma de puño.
No podía decirles a esas personas porqué nos estábamos yendo hacia el norte.
-Nosotros estamos en el norte ¿no es así Anne?- intervino Jared mirando de reojo hacia atrás.
-Así es.
-¿Entonces por qué estamos yendo hacia el sur?- cuestioné mirando de hito en hito a ambos.
-Veo que te sabes ubicar muy bien- comentó Anne- Solo queremos llegar a la ciudad que le seguía a donde tú estabas. La última vez que salimos llegamos hasta donde te encontramos y siempre que salimos hacemos una ciudad más para despejar un poco el área, aunque no lo hacemos a gran medida.
-¿Cómo es eso?- pregunté ladeando la cabeza hacia un lado- ¿No van de un lado para el otro en los coches?
-No, tenemos un lugar donde vivimos con otras personas- contestó- Solo salimos una vez cada dos meses por las ciudades que tenemos cerca para buscar provisiones, y tambien por si encontramos otras personas como ustedes.
-¿Es decir que están establecidos en un lugar?
-Sí, desde que todo esto comenzó.
-¿Cómo?
-El ejército hizo una muralla alrededor de toda una pequeña ciudad cerca de un río y tambien cerca de una represa, por lo que tenemos la suerte tambien de tener luz y otras cosas más- me contestó y sonrió- Tambien tenemos provisiones para varios años y… la verdad es que me hubiese gustado que las personas se enteraran de esto para saber que por lo menos hay un lugar donde pueden estar a salvo de ataques y de otras personas que solo destruyen por su propio bien.
-Sabes que hemos intentado todo lo que estuvo a nuestro alcance- le dijo Jared y le miró de reojo, ya que parecía que hablar de aquello la deprimía- Me ocupé de mandar el mensaje por una línea de radio. Si la gente lo escucha seguro que ira.
-¿Y no tienen miedo?
-¿De qué?- preguntó con curiosidad.
-De que gente mala vaya y quiera tomar todo sacando a los más débiles o matando a otros.
-Ya hemos tenido enfrentamientos con rebeldes, como nosotros los llamamos, pero los pasamos en números y siempre les hemos ganado, hasta que se cansaron de atacar y no aceptamos grupos grandes donde solo hay hombres. Ya tuvimos la mala experiencia de aceptar uno y no terminó muy bien que digamos- comentó lo último en voz baja- Pero, en fin, intentamos sobrevivir como muchos otros e intentamos ayudar lo más que podemos.
Sonreí. Sí, eso era lo que quería yo. Un lugar. Un lugar donde, por lo menos, y aunque aún sintiera esa inseguridad que se había instalado en mi pecho, sabía que por lo menos allí, contaba con otras personas que podían cuidarme.
-¿Por qué no duermes un poco? Te ves algo cansado y la verdad el viaje durará unas cuatro horas si todo está despejado.
Asentí con la cabeza y me acomodé en el asiento lo mejor que pude para luego cerrar los ojos. La verdad es que estaba hecho polvo, pero cerrar los ojos significaba volver a recordar todo lo que había vivido, porque aunque no quisiera, cada vez que me quedaba dormido, recuerdos de todo tipo llegaban a mis sueños, dándome miedo, dolor, tristeza y soledad.
-Mira lo que tenemos aquí- dijo el hombre que se encontraba frente a mí mirándome de arriba abajo.
Yo por mi parte me encontraba de rodillas en el suelo, con las manos atadas detrás de mi espalda, al igual que mi madre, mi tío y Jack.
Tenía miedo, y el rostro de aquel hombre no me daba ninguna confianza y menos aún, saber que tenían armas.
El hombre se agachó y quedó a mi altura, tomándome del mentón y obligándome a mirarlo a los ojos verde marronosos que tenía. Sonrió lascivo.
-Sí, este le gustará al jefe- dijo antes de pararse y dos hombres de los cinco que nos rodeaban me tomaron cada uno de un brazo y me obligaron a levantarme.
-¡Déjenlo!- gritó Jack intentando levantarse ya que se encontraba de rodillas en el suelo al igual que mi madre y mi tío y tambien con las manos atadas detrás de la espalda.
Pero su intento fue en vano, pues otro de los hombres golpeó fuertemente el rostro de Jack con la culata de la escopeta que llevaba en manos. Vi como la sangre comenzaba a brotar de su frente, donde le habían golpeado, pero aun así, no dije nada. Estaba el shock.
¿Cuántas cosas más debíamos de pasar en esta vida? ¿Cuántas?
-¡Tienes que seguir derecho!- escuché exclamar a una mujer, lo que me hizo salir de la pesadilla que estaba teniendo.
-Pero por aquí es un atajo- se quejó otro.
-¿Por qué siempre tenemos que hacer lo que se te dé la gana?- se quejó- Si te digo que sigas por ahí lo haces.
-¿Y si no quiero?
-¡Ya terminen los dos!- escuché exclamar a otra voz que parecía cansada de las peleas entre ellos dos- Parecen niños de dos años discutiendo de esta manera- un ladrido de perro se escuchó por todo el coche como si estuviera afirmando lo que Jared había acabado de decir, porque había sido él el que había hablado- Anne, si te comportas así hasta no parece que eres nuestra líder y Gregory, si Anne te dice que sigas por ahí hazlo, ella conoce mejor toda esta parte que nosotros.
Se escuchó un bufido y luego un “está bien” por parte de Gregory.
-Gracias- agradeció Anne y escuché como si alguien pasara página a algo- ¿Ya estas despierto?- preguntó Anne una vez la miré.
-¿Qué pasó?
-Ya estamos llegando a la ciudad.
Miré hacia adelante y era verdad, ya desde donde estábamos se lograban ver algún que otro edificio.
-¿Qué van a hacer?- le pregunté cuando me volví a sentar correctamente en mi asiento.
-Buscaremos cosas, nos haremos cargo de alguna de esas cosas que caminan y luego volvemos al campamento. Ya han pasado más de dos semanas que hemos dejado el lugar y supongo que estarán preguntándose donde estaremos.
-Si no es que piensan que ya estamos muertos- agregó Gregory, a lo que recibió un golpe en el brazo por parte de Jared- ¿Qué?- se quejó mirándolo con cara de pocos amigos- Es verdad. La última vez que salimos Oscar casi nos mata por haber tardado tanto.
-Idiota- dijo Jared y golpeó la cabeza de Gregory, lo que me hizo reír levemente.
-Luego me dicen a mí que me comporto como niña- comentó Anne encogiéndose de hombros- pero bueno- me miró nuevamente ya que había desviado su mirada hacia Jared y Gregory- ¿Quieres acompañarnos a buscar provisiones o prefieres quedarte con tu tío para cuándo despierte?
Sabía que debía de esperar a mi tío a que despertara y que supiera por lo menos que estaba bien y que no me había sucedido nada, pero tambien estaba en deuda con ellos que nos habían salvado y si necesitaban unas manos más para poder hacer más rápido o para poder tener más ayuda sabía que debía de cooperar.
-Iré- le contesté finalmente cuando el coche se detuvo.
-Llegamos- informó Gregory volteándose y mirándonos a ambos antes de bajar al igual que lo hizo Jared.
-Manos a la obra entonces- dijo Anne y me hizo señas para que bajara, ya que si yo no lo hacía ella no podría hacerlo porque mi tío se encontraba del lado de la otra puerta, por lo que bajé quedándome sorprendido al hacerlo, porque cuando había subido al coche solo tres camionetas más había, pero en ese momento, había más, había ocho en total. Tres de las cuales eran minibuses negros.