Cláusula de heredero

1895 Palabras
TYLER En lo que respecta a los medios, una pareja de nuestro estatus debería tener una boda con brillo y estilo, pero Ximena decidió que se sentía más cómoda celebrando nuestra ceremonia en la casa de playa de su padre en Nantucket. Es una boda puramente legal. Sin fanfarrias, solo un puñado de familiares y amigos cercanos. Incluso la casa de playa en si es un lugar pintoresco, con solo dos dormitorios, una cocina y sala de planta abierta y un amplio porche con vistas a la playa. Ese tramo de playa es donde nos casaremos en aproximadamente una hora. Bebiendo cerveza en la cocina con Julián, veo como las gaviotas aterrizan en las sillas plegables que se instalaron antes, asustando a algunos pequeños cangrejos para que vuelvan a sus agujeros. Todo este asunto es el polo opuesto de lo que Emilia me contó sobre la boda del álbum de recortes de Ximena. Y no sé cómo sentirme al respecto. ¿A caso Olivia solo quiere mantener las cosas convenientes y baratas? Es del tipo practico, y últimamente se ha estado tirando de los pelos por los gastos de Klein & Johnson. ¿O está tratando de preservar su sueño romántico manteniendo su realidad lo más lejos posible? No estoy seguro de que me guste esa idea, considerando que soy parte de su realidad. –¿Otra cerveza? – pregunta Julián –No– miro el reloj que cuelga de la cocina. –Cincuenta y ocho minutos para que diga que si– Mi padrino sonríe con suficiencia. –¿Crees que realmente va a seguir adelante con esto? – –¿No? – Se encoge de hombros. –Se encerró en su habitación hace dos horas y no ha salido desde entonces. Le ofrecí el desayuno esta mañana y dijo que estaba demasiado inquieta para comer. No lo sé, amigo. Es muy posible que se eche atrás– –El contrato esta todo redactado. Lo firmaremos el lunes cuando volvamos a la oficina. ¿Por qué echarse atrás ahora? Ximena es una mujer de palabra. Es así de confiable– Deja escapar un gruñido de desaprobación. –¿Cuál es el problema? Llevaste una cita falsa al baile de graduación– le recuerdo. Me río para mis adentros, recordando el año en que Julián llevo a su prima al baile. En ese momento pensó que era una genialidad: no había necesidad de impresionarla con un restaurante elegante o un paseo en limusina. Hasta el final de la noche, cuando todos los demás disfrutábamos del contacto piel con piel con nuestras citas, y se dio cuenta de la horrible decisión que había tomado. El único contacto piel con piel que tuvo fue con la mano. –Una esposa falsa es muy diferente. Es un gran problema– Julián me mira por encima del borde de su cerveza. Mirando el océano desde nuestro lugar en el porche de la cabaña de la playa, me aflojo la corbata, que me ha quedado demasiado apretada alrededor del cuello, y lo miró fijamente con una mirada oscura. –En realidad, es legalmente vinculante, así que será mi verdadera esposa. Hasta que nos divorciemos, o anulemos el matrimonio o lo que sea– Me aclaro la garganta, mi inquietud aumenta. –Oh, una cosa más– Después de que el padre de Ximena nos presentara el contrato esta mañana durante el desayuno, me llevé una copia al porche mientras Ximena se retiraba al dormitorio. No lo vi como una mala señal, solo que ambos nos lo estábamos tomando en serio y necesitábamos un momento para asimilarlo. Con una taza de café, leo el contrato con todo detalle. La página catorce, sección veintiocho, parte B establece que el cumplimiento de nuestras obligaciones contractuales como nuevos propietarios del conglomerado multimillonario también dependía de que Ximena quedara embarazada. En un plazo de noventa días. Entre corriendo para hablar con Fred inmediatamente. –¿Una cláusula de heredero? ¿Es esta tu enfermiza forma de asegurar que el apellido de la familia perdure? ¿De verdad esperas que la deje embarazada? – –Es parte del testamento de tu padre, Tyler. Will y yo queríamos un nieto antes de morir. Seguramente puedes entenderlo. –¿Y que ha dicho Ximena sobre eso? – le pregunté. Hace un ruido evasivo con la garganta. –Todavía no lo hemos hablado– … Eso fue esta mañana. Y estoy bastante seguro de que esa es la razón por la que Ximena se encerró en su habitación y no la he visto desde entonces. Suspiro profundamente y observo atentamente a mi padrino mientras le doy la noticia. –Necesito dejarla embarazada– Julián escupe la bebida. –Hay una cláusula de heredero en el contrato– digo secamente. Se limpia la cerveza de los labios y me mira con los ojos entrecerrados. –¿Me estás diciendo que necesitas dejarla embarazada? – –Aja– El muy cabrón se ríe de mí y luego toma otro sorbo de su cerveza. –Si algo sé sobre Ximena es que no va a querer tu pan en su horno– –Oh, que poca fe– le sonrió con suficiencia. –¿Ya te ha tocado la polla? – Aparte de agarrármela a través de los pantalones una vez en el restaurante, no. Pero eso no significa nada. Estamos construyendo algo bueno aquí. Es solo cuestión de tiempo. –No seas imbécil– Me levanto y cruzo el porche hasta la barandilla, apoyándome en ella mientras miro la interminable piscina azul que baña la orilla. Puede que esté mostrando una fachada fría y sin afectación sobre todo esto, pero, de hecho, he estado perdiendo la cabeza desde que me enteré de la cláusula del contrato esta mañana. Solo puedo imaginar cómo se siente Ximena. Ni siquiera sé si quiere ser madre. Probablemente no, ya que come duerme y respira su carrera. –Eres bueno, amigo, te concedo eso, pero ni siquiera tu podrás lograr esto– –Ya veremos– Mirar el agua es hipnótico. Me hace sentir un poco más tranquila. Pero solo un poco. Probablemente necesitaría tranquilizantes para caballos para acercarme a una frecuencia cardíaca normal. –¿y tú qué? ¿El fiestero reinante en serio va a tener un bebé? – Me vuelvo para mirar a Julián. Está recostado en una mecedora desgastada en el porche, con una pierna enganchada al brazo. Sin una buena respuesta simplemente le guiño un ojo con picardía. –Lo averiguaré– Espero Se queda boquiabierto por un segundo. Luego levanta las manos en un encogimiento de hombros dramático. –Es tu vida, amigo– –Me arriesgaré. Ahora, si me disculpas, voy a ver como esta mi novia– Llamo a la puerta cerrada del dormitorio donde se instaló Ximena y escucho dos voces femeninas en silencio desde adentro. –¿Sí? – Emilia abre la puerta solo una rendija. –¿Puedo tener un minuto con Ximena? – pregunto. Emilia frunce el ceño. Trae mala suerte ver a la novia antes de la ceremonia– –Está bien– dice Ximena desde adentro. –Bien. puedes hablar con ella cinco minutos– Emilia mira su reloj y luego me rodea hacia el pasillo. Cuando abro la puerta, encuentro a Ximena sentada frente a un tocador, y nuestros reflejos se encuentran en el espejo. Sus ojos están enrojecidos, y me pregunto si ha estado llorando. La culpa me apuñala el pecho y de repente siento que me falta el aire. –¿Estás bien? – No puedo creer cuanto ha crecido mi relación con Ximena, lo reales que se han vuelto mis sentimientos. Pensar en ella tan disgustada se siente como un empujón. Ella asiente. –Creo que sí. Hoy ha sido un día extrañamente emotivo. Todas estas cosas en las que no he pensado en un tiempo, como que mi madre no esté aquí, la salud de mi padre…todo me golpeó esta mañana– –Ven aquí– La pongo de pie y la abrazo. Al acercarla a mi pecho, sus manos se posan en mi espalda. La sostengo durante varios minutos, sin que ninguno de los dos hable. Cuando la suelto, Ximena parece mas serena. Me pregunto cómo se siente sobre la cláusula de sucesión; me pregunto si está de acuerdo, indiferente o aterrorizada. Supongo que esto último. –Estoy bien. Lo prometo– Me dedica una pequeña sonrisa. –Te ves hermosa– le digo, sintiendo cada palabra. Baja la mirada hacia su sencillo vestido de verano color crema con encaje que adorna el busto y lo alisa sobre sus caderas. –Gracias– su cabello color miel fluye en ondas sueltas sobre sus hombros, y su maquillaje es ligero y natural. Parece la novia playera informal perfecta, digna de la portada de una de esas revistas de novias. –¿Estás seguras de que no te vas a arrepentir de esto? – pregunto, y el momento se torna serio. Probablemente no me encantará su respuesta. Pero todavía quiero saber sus sentimientos sinceros. Ella niega con la cabeza. –Todo lo que siempre he querido es dirigir esta empresa. Mi padre me ha estado preparando para este momento durante quince años– Asiento, comprendiendo perfectamente. Estamos en la misma posición. –Y si tengo que hacerlo contigo a mi lado, que así sea– Ximena levanta la barbilla en el aire y de nuevo me invade la culpa. Esta fingiendo valentía, pero necesito saber que está bien. De lo contrario, no estoy seguro de poder seguir adelante con esto. –Necesito saber si realmente te parece bien hacer las cosas de esta manera. ¿A caso no todas las chicas sueñan con un vestido blanco y una gran fiesta bajo una carpa? – Se a ciencia cierta que Ximena lo quiere. Pero no lo menciono; puede que no quisiera que Emilia me dijera algo tan personal. Me mira con simpatía. –Haremos que funcione– –Puede que no sea la boda que imaginaste, pero quiero que sepas que para mí si lo es. De verdad te cuidaré si algo malo te sucediera. Se que lo que tenemos no es amor, y que mereces ser amada y apreciada por tu esposo, pero necesito que sepas que siempre daré un paso al frente y estaré ahí para ti. Así que, en ese sentido, todos mis votos serán verdaderos– Traga saliva, y me pregunto si tiene un nudo en la garganta como la mía. Ese pensamiento alivia un poco mi culpa. –Gracias por eso. Se que estarás ahí para mi cuando sea necesario– dice con un tono suave. –Claro que si– –Gracias, Tyler– me sonríe. Saco el contrato arrugado del bolsillo interior de mi chaqueta. –Ya firme esto. Así que, cuando estes lista– le entrego el contrato y ella lo deja en su tocador. –Gracias– Me llevo su mano a mi boca y la beso. –Nos vemos allá afuera– Asiente. –Solo tardaré unos minutos más– –De acuerdo. Haré que Emilia vuelva a entrar– Mientras salgo al pasillo, me asalta la sensación de que tal vez, solo tal vez, Julián esté equivocado, y que todo esto se desarrolle de forma natural entre Ximena y yo. Llámenme loco, pero demonios, puede que esto funcione.
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