Saboreando el semen de su pareja en su boca, Drake daba todo de sí mismo por no caer en la tentación y seguir los deseos de su bestia, lo cual no estaba resultando la misión más fácil del mundo con la sensación del peso de su ratoncito permaneciendo en su boca, su almizclado sabor impregnado en su paladar, su desnudo cuerpecito contra él y su cálido aliento inestable estrellándose contra su piel. La tentación de poner a su ratoncito en la superficie plana más cercana y doblarlo por la mitad para estrellarse contra su cuerpo desesperadamente una y otra vez, se estaba volviendo cada vez más difícil de ignorar. Quería llenarlo con semilla, marcándolo completamente por dentro antes de hacerlo por fuera, colocando su mordida en su tierno cuello a la vista de todos. Tensando su mandíbula con

