NARRA FABIEN —Hola —dije, cuando cogí el teléfono y contesté. Hubo un silencio y lo único que logré escuchar fue lo que me pareció un sollozo amargo. —¿Noemie? —murmuré, sintiendo que la preocupación crecía dentro de mí—. Noemie, ¿qué sucede? —Fabien, lo siento mucho —sollozó—. Siento mucho haberte puesto en peligro y haber pasado por encima de ti, al no obedecer tus órdenes. —¿Noemie, qué mierda te pasa? —inquirí—. ¿Dónde demonios estás? —Me he ido lejos, porque tenía vergüenza por todo lo que pasó —respondió afligida, y había algo más en su voz. Algo que no supe distinguir qué era. —¡Por una mierda, Noemie! ¿Es esto en serio? —Lo siento, Fabien... Lo siento tanto —lloriqueó y la llamada se cortó. —¡¿Noemie? ¿Noemie? —grité, como si pudiera oír mis gritos a través del teléfono, q

