Saalim. Estos días se sentían como si hubiéramos sido arrojados a un abismo. La verdad, dura e ineludible, era que pronto seríamos padres, y las madres de nuestros hijos eran precisamente las mujeres que nuestros corazones no elegían. No existía un recuerdo claro de aquella noche, solo la vaga y oscura memoria de haber bebido hasta el estupor. Lo siguiente era despertar junto a Hadiya y, poco después, el shock de descubrir que a mis hermanos les había sucedido lo mismo con Ghalia y Ghada. Desde ese amanecer fatídico, nuestro mundo se había derrumbado. Habíamos jurado no tener pareja hasta que Shana estuviera con nosotros, que ella sería la única. Ahora, nos veíamos consumidos por la decepción y una vergüenza tan profunda que ni siquiera podíamos confesar la verdad a nuestros padres. —De

