Dylan.
La miraba y no podían creer que haya tanta belleza en ella.
Suspiré.
Cristina miraba asombrada su habitación la cual mande a decorar para ella, en la información que me dio Amanda salía que le gusta mucho los libros además que es muy familiar y los animales son su adoración. Que le gustan las películas de acción y los deportes también. Así que ordene que antes de regresar de Dollas, me pintaran la habitación de rosa pálido con gavetas en la pared con muchos libros y claro que las fotos de su familia no podía faltar.
Pensé que después de mi absurdo y maldito compromiso con Sabrina, jamás me volvería a gustar otra mujer o al menos no tan rápido. Tengo que admitir que lo que siento por Cristina es muy diferente a lo que he sentido por otras, su fuerza e inteligencia me hace desearla a un nivel macabro.
¡Dios! ¿Es normal esto?
Mi mente se nubla al punto de ponerme estático y solo mirarla sonreír, la quiero, la deseo con cada fibra de mi cuerpo, con cada célula que tiene mi sistema. Necesito con ansias que ella sea completamente mía.
–Señorita Fox, ¿Y qué le apareció su habitación? ¿Le gusto? –le pregunte mientras que ella aún seguía emocionada observando su habitación. Ella se acerca a mí, mostrándose muy segura.
–Es perfecta y muy hermosa, aunque creo que pudo conseguir una más grande para mí. Sin embargo, el toque de los marcos con mi padre le quedó muy bien, señor Markle–respondió firmemente con un tono cortante e hiriente.
Me impresiono.
Camine lento a su alrededor mientras le decía–¡Es muy cierto! Podía conseguir algo mucho más grande, pero estoy seguro que usted no me lo aceptaría ¿O me equivoco? –al terminar me paré enfrente de ella. Inclino sus cejas, pensé que significaba que detesto mi respuesta hasta que vi una sonrisa deslizarse por su rostro.
–No. Absolutamente no señor Markle, no se equivoca–respondió Cristina siempre manteniendo su sonrisa.
Sonreí, hasta que la vi salir de la habitación.–¿A dónde va, Cristina? –grité viéndola marchar.
–¡Sígame, señor Markle!–ordenó ella. Y me sorprendí, me dio una orden, nadie se había atrevido hacerlo.
Ella tiene que ser la mujer perfecta para mí–pensé, y la seguí.
Cristina.
Estoy siendo fría y algo dura con él, simplemente porque no quiero que sea como mi sueño. No quiero estar doblegada a él, ahora quiero ser yo quien lo tenga a mis pies.
Voy por el pasillo, me dirijo hacia su oficina. Necesito hablar con él de algo muy importante.
Mis manos templaban e igual que mis piernas, mi sudor nervioso se hizo notar. Sin embargo mi postura firme y profesional se mantuvo intacta ante Dylan.
Llegamos a su oficina, cerré la puerta y él ya estaba sentado en su escritorio con una sonrisa seductora. ¡Maldito el diablo! ¿Cómo Dylan puede ser tan cínicamente sexy? Eso debe ser un delito, Dios.
–Señor Markle, necesitamos hablar–exprese dirigiéndome a sentar. Cuatro pasos después estaba enfrente de él.
–¿De qué, señorita Fox? No me dirá que piensa ya renunciar ¿no?
–Oh no, señor.
–¡Vaya! Qué alivio, no soportaría perderla otra vez.
–¿Otra vez? ¿A qué se refiere con eso?
–A que… La tuve en mis brazos antes y la deje ir–respondió sin quitarme la mirada a mis pupilas, me sonroje, este Dylan es más dulce que el de mi sueño. Él otro era una total imbécil pero fascinantemente hermoso. Quería seguir hablando de eso, pero opte por cambiar el tema. –Señor, necesito saber mis clausulas, necesito leer y firmar mi contrato de trabajo–pregunté nerviosa por su respuesta.
–¡Ah! ¡Claro! Deme un momento–expreso, y al momento comenzó a buscar en su gavetas unos papeles que por lo visto no conseguía. Buscaba y buscaba mientras que los papeles que no eran caían al suelo. –¡Aquí está? –dijo al encontrar una hoja y un lápiz.
Me lo acerco despacio, tome el lápiz mientras que mi mente exploto al ver la hoja en blanco.
¿Qué dominós significa esto? ¿Acaso esto es una broma? j***r, ¿Por qué esto se pone difícil?
–Señor Markle, ¿Me acaba de dar una hoja en blanco? –pregunte violento.
–Sí.–respondió él cínicamente feliz.
Me levante, expresándole–No estoy para estúpidas bromas. Sí, no estoy aquí para trabajar entonces no tengo nada que hacer–Dije dándome la vuelta para salir.
Sentí aire pasar por atrás de mí, él corrió para tomar mi muñeca para detenerme mientras que al instante expreso–Disculpe señorita Fox, esto no es una broma. Usted si esta por trabajo aquí, simplemente usted no tendrá contrato porque usted puede salir cuando quiera, usted no deberá rendirle cuentas nadie, su contrato es libre señorita Fox ¿Entiende ahora porque la hoja en blanco?
¿Contrato libre? Eso quiere decir que estaré y no estaré trabajando para él ¡j***r! ¿Por qué hace esto? ¿Sera que debo aceptar? Sin contrato me sentiría mucho mejor, no tendría que estar recordando viejos recuerdos sin embargo creo que esto no está bien.
–Señor Markle ¿Usted está seguro de esto? –pregunté antes de darle mi respuesta definitiva. –Más seguro que cuando tome la presidencia de “Dollas” señorita Fox–respondió Dylan.
Sonreí.
Su respuesta me dio fuerza.
Tome aire y lo contuve por unos minutos. Cerré mis ojos y lo abrí para darle mi respuesta–Entonces, acepto. Acepto trabajar sin contrato para usted–le dije solo para no borrar esa hermosa sonrisa de su rostro. Miento, acepte porque no podría volver alejarme de Dylan Markle. Del hombre de mi sueño.
Estrechamos nuestras manos y así nos quedamos por varios minutos.
****
Aiden.
¿Por qué amar tiene que ser tan difícil?
Sigo sentado a las afueras de Starbucks, Cristina aun no me responde y no entiendo por qué.
¿Dónde rayos estará? –la pregunta retumba mi mente.
Agarre mi móvil y volví a marcar.
****
Cristina.
El teléfono volvió a sonar.
Mi mano estaba junto a la de Dylan aun, ninguno de los dos se atrevía a soltarse pero el sonido irritante del móvil me hizo soltarlo.
Conteste.
–¿Aló? ¿Dónde mierda estás? ¿Te encuentras bien? –dijo Aiden al instante.
–Estoy en Nuevo York, y si Aiden estoy bien ¡Estoy perfecta!–le respondí odiosamente cortante. Y dolió, pero él tiene que entender que solo lo veo como amigo.
–¿En Nueva York? ¿Qué mierdas hace ahí?
–Por trabajo Aiden, y estas interrumpiendo algo importante ¿Tienes algo que decirme?
–Sí, si, si ya va. ¿Puedo ir a tu casa hoy? ¿Necesito decirte algo?
–¡Dios Aiden! Siempre tienes algo que decirme, pero… está bien, estoy allá después de la diez–Dije.
Colgué.
Guarde mi móvil, y Dylan me miraba algo molesto.
–¿Te sucede algo? –le pregunte al notar que estaba complétame rojo.
–¿Quién diablos es Aiden? –preguntó sin ningún derecho alguno sobre mi vida personal. ¡j***r! ¿Acaso eso son celos? –Reí–¿Estás celoso?–contra pregunté.–Si, ¡¿Acaso no se nota?! –respondió Dylan sin pensar su respuesta.–Reí más fuerte–¿Cómo puedes sentir celos de una persona que acabas de conocer? –pregunté.
Él me ignoro y salió molesto del salón.
Dylan.
Salí no podía estar más ahí.
Ella tiene razón ¿Cómo puede sentir celos? ¿Qué mierda le pasa a mi corazón?
Mi mente estaba revuelta, solo tenía claro algo y era “Que Cristina Fox, vino para poner mi mundo de cabeza” Y lo acabo de comprobar.
Subí a mi habitación, y allí me quede para pensar.