Capítulo veintidós ¿Escuché bien? ¿He oído bien? ¡¿Dijo novia?! Este es el momento en el que te vuelves loca y empiezas a gritar y saltar de alegría. Retrocedo lentamente cerrando la puerta conmigo y me decido a enfrentar sus ojos con una chispa de diversión en ellos, Yannick sonríe de lado mostrándome su perfecta dentadura y se recuesta de la puerta del baño cruzando sus brazos. —Ven a mí —habla con un tono de voz demandante que hace erizar mi piel bajo su camisa blanca. Madre mía, santa virgen... Trago grueso sin apartar la mirada haciendo que todo lo que sentía por él desde un principio renazca dentro de mí y se manifieste hasta la última parte del cuerpo gracias a mi latente corazón. Es que no lo entiendo. Sé de sobra que puede que esto lo haya dicho para jugarmela y que deja

