CAPÍTULO 3

2659 Palabras
ARZEL ¡Maldición!, es de madrugada y aún no he vuelto a casa. Detesto estar tan tarde en las calles, pero esos idiotas de Robert y sus amigos tuvieron que citarme a esta hora solo para curar sus estúpidas heridas. Parecía como si se hubieran enfrentado a un animal salvaje. Aunque me moleste, no puedo quejarme, debería de agradecer que por lo menos me tomen en cuenta y no me consideren una basura como a los demás de sus juguetes. Ni siquiera vamos al mismo instituto ¿Cómo rayos terminé en esta situación? Las calles de este lugar son de verdad tenebrosas. Al llegar a una esquina por accidente, al dar la vuelta, choque con un desconocido. Como no puedo hablar debido a mi trauma, solo hago una pequeña reverencia en forma de disculpa y continúo mi camino, ni siquiera me tomé la molestia de mirarle el rostro. Es sumamente raro ver a personas a estas horas ¿Quién podrá ser? Antes de llegar a mi casa, un brazo salió de un pequeño callejón y me llevó hacia la oscuridad. Siento como el mismo brazo que me sumergió en la oscuridad me rodea por completo, mientras que a la vez me asfixia con un paño húmedo. Al instante, mi cabeza comenzó a dar vueltas y mi cuerpo perdía todas sus fuerzas, no podía luchar y mi vista se nubló por completo, lo último que sentí fue una respiración pesada cerca de mi oído, luego de eso, todo se volvió oscuridad. *** *** Abrí los ojos, y al instante me invadió un completo escalofrío, estaba solo, en un lugar completamente oscuro y la única luz que resplandecía yacía desde la parte de arriba, aquella luz provenía de la punta de una enorme jaula. Y por alguna razón tenía unas cadenas demasiado pesadas en los tobillos. Las preguntas comenzaron a invadir por completo mi mente. ¿Qué pasa? ¿En dónde estoy? ¿Qué es este lugar? Como no podía pronunciar nada solo espere a que alguien hablara, pero el silencio era abrumador, jamás había experimentado algo como esto, sentí como mis sentidos se agudizaron y mi cuerpo empezó a temblar como el de un animal asustado. Pasó demasiado tiempo, no estoy seguro si fueron minutos o unas horas, pero por fin una voz habló. —Vaya, parece que de verdad no dices nada… Es conveniente—resonó en toda la habitación la voz más irónica y despreocupada que he escuchado en toda mi vida. Por más que ajusté la vista, no pude notar en donde se ubicaba, pero por alguna extraña razón sabía que estaba justo delante de mí, solo se podía ver el final de las rejas, después de ella, todo era oscuridad… Una oscuridad perturbadora. —Parece que no tendré tantos problemas contigo—Volvió a hablar. En breve se escucharon un par de aplausos y las luces se encendieron, daban a relucir una enorme habitación blanca, con una división justo a la mitad, pero… justo en una cuarta parte de la habitación, me encontraba yo, en una enorme jaula, con él justo enfrente de mí. Sus ojos son penetrantes, siento como si estuviera frente a un lobo que por suerte tiene prohibido el uso de sus colmillos. ¿Qué quieres de mí? —De ti, no quiero nada, solo tuviste mala suerte al estar tan tarde en las calles y chocar conmigo—su mirada se dirige a otro sitio, pero la manera en que contesto es como si hubiera leído mi mente. —Tenía pensado divertirme un poco contigo, pero cambié de opinión. Me serás de mayor utilidad de otra forma…—me mira por un instante— Esa era tu pregunta, ¿o me equivocó? ¿Cómo lo supo?, es como si pudiera ver a través de mí. No tuve que hablar para que supiera lo que estaba pensando. Solo se levantó y salió de la enorme habitación. Sin decir nada más, solo… desapreció. Ese chico se me hace conocido, no sé en donde lo he visto, pero algo en él me resulta extrañamente familiar. Mientras se encuentra ausente, trato de analizar la situación, y de verdad espero poder, porque mi corazón en este momento se encuentra a mil por hora. Con las luces encendidas puedo observar toda la habitación por completo, de un lado solo veo habitaciones, nada en especial, sé puede ver el interior de estas porque la parte de enfrente es de cristal, o algún material transparente, por ello sé que están totalmente vacías. Del otro lado, por el contrario, está llena de herramientas de ¿cocina?, o tal vez de laboratorio, no estoy seguro. Mi mente trata de tomar la situación con calma, pero esa calma desaparece cuando el chico vuelve a entrar a la habitación abrazando un perro en mal estado, los ojos del perro derramaban sangre, su piel estaba totalmente destruida, que incluso se le podían ver algunas costillas, su cola estaba por la mitad y sus orejas… ya no las tenía. Mi estómago se revolvió y quise vomitar, pero el terror que me invadió me lo evito y lo reemplazó por un mareo repentino. — ¿Te gusta?—preguntó con cierta despreocupación. Mi corazón se aceleró aún más. ¿Él le había hecho eso al perro? ¿Qué planeaba hacer conmigo? —Te presento a Toby—sonrió de manera escalofriante—él era mi compañero. Colocó al perro en una pequeña mesa de laboratorio que se encontraba vacía. Y dirigió su mirada hacia mí. — ¡Ah!, no te preocupes, yo no le hice esto. Volvió a concentrarse en lo que estaba haciendo y eso me hizo sentir un pequeño alivió. —Yo no soy tan blando con mis víctimas. El terror me dominó de nuevo. No podía ver lo que estaba haciendo, lo máximo que mis ojos lograban observar era la manera despiadada en que movía las manos y la sangre que salpicaba sin parar. —Te cuento algo gracioso. Estaba enojado y quería desquitarme con alguien. Así que salí en busca de la persona perfecta—guarda silencio por un instante—y casualmente choque contigo, tenía las intenciones de hacerte sufrir por un largo tiempo…—hace una pausa que me paraliza—Pero, el hecho de que aún estés bien, se debe a tus ojos. ¿Mis ojos? ¿Entonces no planea matarme? Luego de decir eso ya no menciono nada más y se concentró totalmente en su “trabajo”. Cuando terminó entendí que es lo que estaba haciendo. Quería incinerar al perro, pero el lugar donde lo incineraría era demasiado pequeño, por lo que tuvo que destazar el cuerpo para que funcionara. Todo quedo en silencio, lo único que resonaba eran los latidos de mi corazón. Estaba sudando frío y no dejaba de temblar. Al fin, después de un largo momento de silencio, habló de nuevo. No sé si eso era mejor que el silencio, preferiría que hablara, pero cuando hablaba me encantaría que nunca hubiera dicho nada. Pero su mirada… Parece perdido en sí. —En el día que estuviste inconsciente me dio tiempo para investigar sobre ti. Arzel, segundo año de preparatoria, huérfano desde los 6 años, tu tío te ayuda económicamente, pero nunca te visita. Asistes a la preparatoria lejos del centro de la ciudad y no tienes ningún amigo cercano que se pueda preocupar por ti. Además, quedaste mudo por el trauma que sufriste al ver como asesinaban a tus padres. ¿Cómo supo todo eso sobre mí?, nadie más a parte de mi tío sabe lo de mi trauma, no sé por cuanto tiempo estuve inconsciente, pero algo es seguro… Él es un peligro. Me mira de una manera tan penetrante que me hace desear evitar su mirada, pero mi cuerpo no reacciona. Comienza a acercarse a la jaula y la abre con código de acceso… Yo seguía en el suelo, sin fuerzas para levantarme, tuvo que ponerse en cuclillas para quedar al mismo nivel que yo. Me toma del mentón y profundiza el contacto de nuestras miradas. —Tus ojos…—guarda silencio antes de seguir—se parecen a los de Toby. ¿Es eso a lo que se refería? Me suelta y se da vuelta, saliendo de la jaula y dándome la espalda. —Verás, tendremos invitados de ahora en adelante, lo único que tienes que hacer es quedarte quieto y callado. Si haces eso, prometo no hacerte nada. ¿Eso es lo que desea? ¿De verdad no me va a hacer nada? —Bueno, quieras o no, de todas formas lo harás. No creo que tengas otra alternativa en estas circunstancias. Tres días después de mi llegada, el chico traerá a su primer invitado esta noche, ¿cómo lo sé?, pues por algún motivo me lo dice y me lo repite cada que puede. Me da terror estar en este lugar, pero aún más esta jaula. Es como si fuera una pequeña casa, cuenta con una cama, un sofá, un pequeño estante de cuentos infantiles, un baño… Todo al alcance de la cadena en mis tobillos. Esta jaula desprende un aura tenebrosa. No sé cómo sentirme en este momento, a pesar de estar dominado por el terror cada vez que el chico entra en la habitación, me alimenta bien y de vez en cuando tiene atenciones conmigo que son “pacificas” de alguna manera. Me pone a jugar ajedrez con él, y le encanta que lo escuche, aunque la mitad de lo que diga no tiene sentido para mí. Llego el anochecer, o eso supongo, pues el chico entro a la habitación. Pero no estaba solo, venía cargando a Robert, adormilado y con moretones en el rostro. ¿Cómo lo conoce?, sé que Robert es una basura, pero algo anda mal. Cruzo a la otra mitad de la habitación y lo colocó en la última habitación. Esto es alarmante, estoy confundido y no entiendo que tiene que ver Robert en todo esto. Pensé que solo había traído a Robert, pero no fue así. —El día de hoy es especial…—sonríe de manera escalofriante—Resulta que no solo será un invitado. Esto se pondrá entretenido mi querido Arzel. Por la manera en como lo dijo, me dio escalofríos, tal como la primera vez que pise este lugar. Al cabo de unos segundos salió de la habitación, pero minutos más tarde entro con alguien más… Cecilia. No me daba la cabeza para razonar, mi cuerpo comenzó a temblar descontroladamente. Repitió esta acción hasta que no quedara ninguna habitación vacía. Estaban todas ocupadas, la primera con Alva dentro, la mejor amiga de Cecilia. La segunda con Tomás, la tercera con Reina, la cuarta con Alán, la quinta con Selena, la sexta con Esaú, la séptima con Cecilia y finalmente, la octava con Robert. Después de colocar a todos en aquellas habitaciones, el chico solo se sentó pacíficamente al lado de la jaula, en el primer lado de la habitación, el material que dividía en centro de todo, se parecía al cristal que usan para poder observar un interrogatorio, mientras el chico podía observar todo, los de la otra mitad, en caso de que todos se despertaran lo único que verían sería su propio reflejo, y la jaula conmigo dentro. ¿Qué planeaba hacer?. No menciono nada, y solo esperó a que todos y cada uno de ellos se despertaran. Obviamente, al despertar reaccionaron de la misma manera que yo, solo que ellos comenzaron a gritar de inmediato. —Arzhel, jodido idiota. ¿Qué es esto?—habla Esaú como de costumbre. Todos se encontraban alarmados, mientras que por parte del chico, parecía disfrutarlo, solo balbuceaba y sonreía mientras sus ojos se abrían cada vez más, como si estuviera por enloquecer. —Arzhel, ¿qué es esto?—habla Robert— ¡Sácanos de este lugar ahora mismo! — ¿Chicos que es lo que está pasando?—menciona Cecilia un tanto nerviosa. Todos seguían pidiéndome que los sacara, y no dejaban de gritar. Hasta que… la risa frenética del chico invadió la habitación. Mi corazón volvió a agitarse y esta vez entre en modo alerta, algo estaba por suceder. Al escuchar la risa, todos se mostraron desconcertados. — ¿De qué te ríes pedazo de mierda?—grito Esaú—Sal y muéstrate imbécil. El chico se levantó de su asiento y abrió la puerta para cruzar del otro lado, sin dejar de reír. —Parece que están igual de emocionados que yo—menciona el chico. Robert abrió los ojos de par en par cuando lo vio—Y..Yohan—titubeo. — ¿Qué crees que haces pedazo de basura?—Esaú no duda en insultarlo— ¡Sácanos de aquí o lo lamentaras! —Verás, este fue mi plan desde el principio, así que no, gracias. —Yohan, ¿Qué es lo que planeas? —Me alegra que preguntaras pequeña Ceci—habla de manera tan perturbadora—estoy emocionado, así que te lo contaré. El chico, o mejor dicho, Yohan se encamina a la primera habitación, en donde se encuentra Alva. El cuerpo se me heló cuando vi que Yohan llevaba un cuchillo en manos. —No saben por cuanto tiempo me contuve—inserta el código y entra en la habitación—ahora mientras me divierto sería bueno que piensen en lo que dirán después. Al finalizar su frase, tomo a Alva del cabello y la golpeo hasta hacerla sangrar, todos lo insultaban, pero los hizo callar cuando escucharon el grito desgarrador de Alva por el cuchillo que Yohan le inserto en el ojo, las paredes estaban siendo cubiertas por la sangre de Alva. Todos podían ver lo que estaba pasando gracias al reflejo de la pared. Alva comenzó a actuar desesperada y trato de enfrentarlo, pero todo esfuerzo fue en vano. Solo le destruyo un ojo, luego le corto las manos hasta los codos, Yohan salió de la habitación de Alva para dirigirse al otro lado y tomar un metal caliente, luego volvió a entrar y le sello las heridas quemando la piel. —Sería una pena acabar tan pronto—menciona con un tono tan despreocupado, más bien satisfactorio—tomemos un descanso para escuchar sus comentarios. Todos estaban temblando por lo que acababan de ver, inclusive yo, de nuevo se me revolvió el estómago y quise vomitar en ese preciso instante, pero algo me decía que debía de soportarlo. —Yohan ¿Qué carajos crees que estás haciendo?—menciona Esaú alarmado. —Antes de contestar a eso…—lame el cuchillo de una manera que te hace helar la sangre—Me gustaría saber de quien fue la fantástica idea de matar a mi compañero. — ¿De qué demonios estás hablando?—menciona Robert, esta vez más nervioso que al principio. —De mi preciado perro, por supuesto—su mirada se relaja. —Sabes que no podrás con nosotros idiota—contesta Esaú. —Creo que no estás en condiciones de decir eso…—Yohan se pasea por la habitación, disfrutando del momento. —Yohan, yo nunca te hice nada, ¿por qué me encerraste también?—dice Cecilia alarmada. — ¿Qué no me hiciste nada?, ¿estás segura de eso?…—divaga Yohan, queriendo hacer que Cecilia conteste de otra manera. Después, todos se quedaron callados, es aquí cuando lo entendí, Yohan, era uno de los juguetes que Robert solía presumir. Y seguro las heridas que me hicieron atender hace unos días, fue a causa de la lucha con aquel perro que Yohan incineró. —Bien, ya que no tienen más comentarios, es la hora de continuar…—Antes de que ingresara de nuevo al primer lado, Cecilia hablo. — ¡La policía vendrá a buscarte! Yohan suelta una ligera carcajada. —Querida Ceci, se ve que no sabes mucho sobre mi situación familiar—la mira y sonríe de nuevo—yo soy la policía.
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