Estaba tan confundida y en conflicto. —Vas a estar bien Kilua.— Susurró, llevando nuestras manos a mi rodilla. Estudié su hermoso rostro, la barba que se había dejado crecer la semana pasada estaba desaliñada y descuidada tanto como su cabello. Me pregunté si se había duchado si había comido algo ya que se veía más pálido de lo habitual. Inspiré profundamente y levanté la cabeza para dejar de mirar mi regazo. Necesitaba pensar. Necesitaba regularme ahora mismo y pensar en lo que había que hacer. Ya no se trataba de mí; se trataba de todas esas niñas y mujeres encerradas en jaulas y tratadas como basura. Salí de allí, ahora les tocaba a ellos. Necesitaba ser una Luna. —Necesitamos un plan de acción—, dije. Dirigí mi atención a Sean, que estaba sentado incómodo en un rincón. Sabía que

