Phoenix gruñó y la miró fijamente. Jess se puso de pie arrastrando los pies ante la intensidad, pero su mirada se dirigió hacia mí y entrecerró los ojos. No sabía cuál era su problema conmigo cuando casi no le había hecho nada. —Ella es sólo una perra hambrienta de poder—. Cel gruñó. ' Su lobo sabe que somos más fuertes pero todavía quieren lo que es nuestro.' ¿Phoenix? Mis ojos lo miraron mientras su mano recorría su rostro y a través de la corta barba que se había dejado crecer. De repente me encontré frunciendo el ceño, extrañando la corta barba que usualmente tenía. —¿Qué pasa, Jess?— Él refunfuñó. Se lamió los labios y dejó escapar una risa seca. —Muchos de nosotros no vemos cómo podemos confiar en ella. ¿Qué pasa si la única razón por la que ella 'escapó' es porque es una de ell

