Me giré silenciosamente para cerrar la puerta, haciendo una mueca cuando se cerró. Respiré hondo y dudé antes de darme la vuelta. Solté suavemente el frío metal, con las palmas sudorosas.
Comencé a girar, dando pequeños pasos. Esperaba que no tuviera tablas del suelo chirriantes...
Levanté la mirada del suelo hacia la cama y me quedé paralizada. Mi respiración se entrecortó cuando dos ojos color miel me devolvieron la mirada. A pesar de la belleza del color , la oscuridad y la quietud de la habitación me pusieron nerviosa. Sentí que se me erizaba el vello de los brazos, su gentil mirada sosteniéndome.
—¿ Me vas a mirar fijamente? ¿O vas a entrar?— Él refunfuñó.
Dejé escapar un suspiro tembloroso y asentí, dirigiéndome hacia su cama. Mantuve mis ojos en él mientras me acomodaba en la ca
