TE AMO

1434 Palabras
Elías había cubierto a su hermano y de paso había logrado mejorar las cosas entre él y su amiga. Layla se sentía igualmente feliz de tenerle a su lado. No necesitaba explicarle a Elías cuán difíciles eran las cosas o cuánto miedo sentía de amar a alguien que no podía ser lo que ella necesitaba, porque con una mirada bastaba. Leonel es un deportista de alto rendimiento, cuya familia se oponía por completo a que practicara deportes de alto riesgo. Sus padres estaban tan estresados al respecto que le dieron una única oportunidad para demostrarles por qué amaba el deporte de alto riesgo y era beneficioso para él. Leonel, como es una persona más negativa de lo que demuestra, le escribió a su mamá, la psicóloga, las diez formas en las cuales podía morir, y le dio la razón: era una elección pobre para el futuro, pero le encantaba. Su mamá decidió llevarlo con un psicólogo solo para estar seguros de que no todo en su cabeza estaba mal, su papá, por otro lado… era un fiscal el cual lidiaba con abogados y con casos criminales y gente peligrosa. Era increíblemente difícil de convencer, tenía mucha práctica, pero la tozudez era lo que le hacía más duro, y quería lo mismo para su hijo, así que todo lo que hacía con su primogénito lo hacía a través de un contrato o una solicitud firmada. Los papás de Leonel le habían enseñado una cosa, a aclarar sus sentimientos y a poner sus promesas por escrito. Layla no quería verle, no quería escucharle y no planeaba hacerlo. Así que intervino la señal de su televisor, envió miles de mensajes a su teléfono y cuando le pareció poco, decidió esperarla en su hotel todo lo que sus prácticas para la competencia le permitían. —Layla. —No —dijo la mujer mientras caminaba hasta el elevador, los guardas de seguridad se opusieron y la joven ingresó a su cuarto de hotel, se encontró con Elías, el cual estaba conversando con sus hijos, los dos rieron. Layla no entendía cuál era la obsesión de los Habib por no dormir solos, pero llevaba tres días con Elías metido en su cama, básicamente hablaba hasta que ella se fingía dormida y casi todo el tiempo estaba quejándose o preguntándose si debía ir a casa e intentar arreglarlo con su esposa o simplemente dejarla en paz. Layla se despertó y vio a Elías sentado tomando el desayuno, los dos se miraron y este le saludó. —Buenos días. —Buenos días —saludó Layla y caminó hacia la mesa. —Necesito que tomes una ducha, te rasures y te vistas decentemente, he pedido un vuelo para tu mujer. Lo he llenado de rosas y cosas que podrían gustarle según Farah, la he mandado a traer y le he reservado una cabaña a un par de horas de aquí, si no pueden hablarlo y tener el mejor sexo del mundo, entonces puedes pensar en divorciarte. —¿Qué vas a hacer tú? —Tengo mi propio marido del cual ocuparme. —Yo creo que deberías ocuparte de él —señala el periódico y le da un beso en la frente. —Eres la mejor amiga de la vida, no me necesitas. —No, he quedado con mis amigos, vienen a ver las carreras. —Vale... ¿Estarás bien? —Sí, Lorenzo y Farah llegan mañana, estaré bien. Layla recibió un mensaje de Leonel: Tengo un espacio para almorzar, puedes hablarme, puedes gritarme. ¿Has leído el sobre? —No es que no confíe en ti, es que es muy insistente. —¿De qué hablas? —Los guardas me reportan a mí, machista o no, y dicen que no dejas de enviar cosas a la habitación, ni dejas de vigilarme. ¿Debería estar preocupado? —No es un acosador. —¿Le amas? —¿Por qué todos preguntan eso? —Nunca he sido infiel, es como si lo estuvieras siendo... en fin, Layla, el tipo corre autos, podría morirse mañana y entonces dos veces en la vida te quedarías con la misma pregunta, ¿qué hubiese pasado? Layla, sabes por qué sé que tienes razón. —No. —La amo, pienso en la vida que pude haber tenido contigo, pienso en los hijos. El matrimonio, despertarme todas las mañanas a tu lado y hubiese sido como una brisa fresca, fácil y perfecto, pero, cuando me despierto y te veo a mi lado, antes de que diga una tontería, el corazón me da un vuelco, la piel se me eriza. Los domingos cuando los niños vienen y me dan un beso y lo primero que veo es a su madre, lo tengo todo claro, tendría tres hijos más, aunque sean un dolor y los aguantaría incluso si perdiera la habilidad de moverse o si cantara feo todo el día. —La amas y punto. —Sí. —Yo no sé lo que siento por Leonel, pero mi hubiera, mi pregunta se soluciona de esta manera: yo pude haberme casado contigo y pelear todos los días de mi vida con Natalia, podría haber sido casada con un Malik que probablemente me hubiese violado todos los días restantes de mi vida hasta que se cansara y por último está él, Kamal, el hombre que es dulce, respetuoso, amable y pide poco. Ese es mi hubiera. —Entonces, te estás conformando con poco. —Su respuesta le duele, pero entra violentamente como un golpe de realidad. —Ahora, voy a ducharme. Layla se quedó en silencio y escribió un mensaje para Leonel. Mi equipo de seguridad te ha clasificado como una amenaza y yo la verdad no sé qué más hacer para que lo entiendas, por favor déjame. Leonel Layla, te amo. Layla Estás con otra mujer. Leonel Lo hemos dejado. Leonel le envía las capturas de las revistas que han cubierto la noticia Lo hemos dejado porque sé que amo a alguien más. Tú marido sabe que te amo. Todos saben que te amo y no estoy dispuesto a olvidarme de ello, a alejarme o dejarlo pasar, pero sólo espero a que se te pase, por favor, acepta hablar conmigo en persona. Layla fue a esconder el celular, vio a su amigo en su mejor conjunto de ropa, y le ayudó acomodarse el pelo, Layla le animó a irse e intentar enamorarse de nuevo. Ella sabía que no necesitaría demasiado para lograrlo, Natalia y Elías estaban simplemente hechos el uno para el otro. En camino hacia la puerta, la princesa salió de su habitación y fue de compras, compró ropa, comida, cosas para sus sobrinos, otros para sus hijos, luego se aseguró de ir a correr a una de esas bandas del gimnasio del hotel, después nadó y finalmente pidió una cena llena de comida, calorías y postres. Layla no quería pensar, porque si era amor lo que sentía era desgastante, asfixiante, enloquecedor y le daba miedo. Sentía pánico de volver a sentir tanto y luego dolor. La joven fue interrumpida por los golpes en la puerta, fue a abrir y se encontró con Vijad y dio una bocanada de aire, por un par de segundos pensó que era él. —Majestad. —¿Sí? —Su marido la llama y el príncipe Elías también ha preguntado por uusted... —Gracias. Layla regresó a la habitación y buscó el teléfono. Llamó a su esposo y lo puso en altavoz. —¿Tengo que preocuparme? —No. —¿En dónde has estado? —Hay cuatro hombres con la misma información. —Quiero oírte decirme que estás bien, has comprado en todos los lugares que has encontrado y has hecho ejercicio tres veces. ¿Estás bien? —Sí, solo tiempo que matar. ¿Tú cómo te sientes? —Isla ha declarado el día solo para los dos, me ha cuidado personalmente con un sandwich que casi me mata. —¿Qué tenía? —Pepinillos, culantro, queso, arándanos y pollo, entre otras cosas... —Esa mujer sí te ama. —Gracias a Dios —responde Kamal y los dos ríen. —Selene quiere ir a ver la carrera, porque van Farah y Lorenzo, crees que esté bien si vamos. —Claro —responde la joven. Poco después se despiden y Layla ve otro mensaje. Leonel Acabo de llegar al hotel, ¿has visto por la ventana? La joven se asomó y vio una valla publicitaria gigante en la cual decía: Pedí que me amaras, rogué porque te quedaras y no lo hice de vuelta. No de inmediato. Lo siento, pero no voy a dejarte ir. l
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