Preludio

903 Palabras
—Buenos días, señor August— escucho en la línea —Buen día, Martha. ¿Qué pasa? —Señor, lamento interrumpirlo, es para informarle que su nueva asistente ha llegado —dice la chica de la recepción. —Dile que suba. Me quedo concentrado leyendo mis correos, espero solo unos segundos hasta que escucho que alguien toca la puerta. —¡Adelante! —digo sin apartar mi vista de la pantalla. —Ayer cuando vi tu cara en esa tarima, pensé que estaba alucinando, ahora veo que no. Levanto la mirada de mi computadora y me sorprendo por lo que veo. —Mackenzie Foster —digo con voz inaudible. Tengo ante mí el rostro de una mujer que nunca más pensé volver a ver. —Hasta que por fin puedo ver al hombre que me ha robado mi vida. Estoy un poco nervioso, porque estoy viendo a un fantasma de mi pasado. —Cuanto tiempo —menciono cerrando mi laptop y poniéndome de pie. De forma inevitable pienso en esa madrugada, estuve durante años tratando de borrar eso de mi memoria, pero verla aquí me lleva a ese momento. Trato de parecer tranquilo, pero en mi cabeza tengo un mundo de preguntas ¿Cómo ha terminado Mackenzie Foster en mi empresa? ¿Ella estuvo en la fiesta de inauguración? ¿Por qué carajos no me di cuenta? La mujer me observa con una expresión muy seria, la verdad no sé por dónde debo iniciar. —Pensarás que soy una mala persona. —¿Pensarlo? No tengo que pensarlo, eres la peor persona que pude conocer. August Jones, tú me desgraciaste mi vida. Tú me robaste mi proyecto y tomaste la oportunidad que me pertenecía, ¡esa beca era mía, August! Rodeo mi escritorio para acercarme a ella, no quiero que alguien pueda escuchar lo que grita. —Si me dejas explicarte… —¿Explicar? Fue muy obvio, me mentiste, dijiste que yo te gustaba; te aprovechaste de mí, te acostaste conmigo fingiendo quererme, por eso yo —la mujer se queda callada como si le costara continuar—. Por eso dejé que fueras el primer hombre en mi vida, pero no fue suficiente con llevarte mi virginidad, ¿verdad? ¡También tenías que robar mi trabajo! Los ojos de Mackenzie se cristalizan y un par de lágrimas se escapan para rodar por sus mejillas. —No tienes que gritar, solo ven y hablemos. —¿Te preocupa que todos sepan la verdad? ¿Te preocupa que salga y grite que no eres lo que todos piensan? ¡Ja! Por más que quise dejar toda la miseria que por ti tuve que vivir a un lado, la vida me sigue juntando contigo. Gracias a mi estás donde estás, y ahora vengo hasta aquí para ser tu maldita asistente. —Solo trata de tranquilizarte, entiendo que estés molesta —menciono con tono suave. De a poco camino hasta ella, no quiero que se altere porque si sigue gritando así me voy a meter en problemas. —No te acerques a mí, te juro que esta vez no me voy a quedar callada; saldré y diré la verdad. —No hay que llegar a extremos. Toco su mano y la chica se tensa, me mira directo a los ojos y puedo leerlos por completo. Aun se intimida con mi presencia, sus mejillas se sonrojan y noto como se acelera su respiración; es el momento perfecto para seguir acercándome. —Lamento todo lo que pasó, de verdad —susurro muy cerca de su boca—. No quiero que pienses que me estoy justificando, pero hice todo eso porque estaba en una difícil situación. Lamo un poco mis labios y luego los muerdo con suavidad. Con mi mano libre rozo su otro brazo y lo llevo hasta posarlo sobre su fría mejilla. —No sabes esto, pero… —pienso rápidamente en una historia triste y convincente—. Pero mi padre se enfermó de cáncer en ese momento, no podía seguir mis sueños por mi lesión y no había manera de pagar mis estudios. Cuando pensé que no tenía una oportunidad para seguir mi vida, me dejé llevar de una pésima idea; solo quería que mi padre se sintiera orgulloso de mí, quería ser exitoso y poder ayudarle, ya sabes, por lo de su enfermedad —continuo quebrando un poco mi voz para darle emoción a la historia. —August… —Lo sé, lo sé, soy la peor persona del mundo. Solo quería cambiar la vida de las personas que amo. Me abalanzo hacia la chica y con mis brazos fuertes rodeo su cuerpo, me aferro a su cintura y escucho como un suspiro sale de su boca. —No sabes por cuanto tiempo estuve buscándote. Por más que hice, no volví a saber de ti. Perdí tu contacto y de verdad, te juro que quise buscarte para compensar las cosas. Quería darte las gracias porque mi padre ha superado su enfermedad y se siente orgulloso de mi, todo esto es por ti Mackenzie. Suelto mi agarre y la miro a los ojos, luego llevo mi vista a su boca y me acerco lentamente. La mujer luciendo tan frágil y desarmada, cierra sus parpados esperando por mi tacto, así que llevo mis labios a su mejilla; muy cerca de su boca para dejar un beso. Por cómo está, es claro que aun siente mucho por mí.
Lectura gratis para nuevos usuarios
Escanee para descargar la aplicación
Facebookexpand_more
  • author-avatar
    Autor
  • chap_listÍndice
  • likeAÑADIR