Se acercó y metió la cabeza entre los pliegues rosados que yo mantenía abiertos. Los solté y al instante se cerraron de golpe alrededor de su cabeza. Se frotó de arriba abajo entre ellos. La cabeza desapareció lentamente de la vista mientras la deslizaba dentro de mi esposa. "¡Oh Dios, cariño! ¡Es tan grande!" "¡Respira nena! ¡Deja que te lleve!" Él la empujó más adentro, ¡dándole aproximadamente la mitad de su polla esta vez! ¡Oh, sí! ¡Dámelo! ¡Quiero esa gran polla negra dentro de mí! ¡Él se inclinó de nuevo y su vientre se levantó mientras él empujaba el resto de su polla dentro de ella! "¡Oh Dios, sí! ¡Cógeme!" ¡Empezó a salir y a volver a entrar! Ella gritó al verlo entrar, pero gimió al retirarse. Tenía los ojos vidriosos mientras él la embestía un poco más rápido. "¡Oh Dio

