Acabó la última clase, física y química, y me dirigí hacia la salida del instituto. Estaba nerviosa, pude ver como todos se iban y yo seguía aquí, sola, sentada en este diminuto banco con mis piernas colgando de él.
¡¿Pero qué coño le pasa?! ¡¿Y se supone que este descuidado va a ser mi niñero?! Joder, ¡si se ha olvidado de mi! Menudo c*****o.
Es verdad eso que dijo mi madre, ni siquiera lo conozco y ya sé que va a ser un tío difícil de llevar y un tanto frío y despreocupado como dijo. He de admitir, que aunque supiera esto, tenía una pizca de esperanza de que tampoco fuera para tanto, y vaya que si estaba equivocada...
Mamá me dijo que haría bien su trabajo y bueno, lo estaba empezando genial.
Sin pensármelo dos veces, me levanté del pequeño banco y decidí dirigirme hacia casa andando, ya que los autobuses no pasarían más por esta zona hasta dentro de unas horas y tengo hambre.
Cuando di unos cuantos pasos más, un gran coche n***o con los cristales tintados de n***o se posicionó a mi lado en la acera y dio un gran pitido. Me sobresalté del susto y el chico bajó la ventanilla, los cristales estaban tintados así que no supe quién se encontraba tras ellos hasta que se bajara totalmente la ventanilla.
Una vez bajadas al completo, no pude creer que estaba viendo, esto no podía ser real... Era un chico de pelo castaño, tez clara con ojos verdes intensos y labios carnosos rosados. Vestía una chaqueta de cuero negra y unos jeans negros rotos. Llevaba un cigarrillo colgando de sus bonitos labios y su brazo colgaba fuera de la ventanilla. Se podría decir que es el chico más atractivo que he visto en mi vida, sin exagerar.
— Tú debes de ser Lara, ¿verdad? — Dijo con una media sonrisa mientras me miraba fijamente de arriba a abajo.
He de decir que me incomodaba e inquietaba bastante.
— Sí, esa misma — Dije bastante nerviosa mientras tragaba saliva, no me esperaba un chico así para nada.
Seguido de eso, me hizo un gesto con la cabeza para que subiera al coche, así que me posicioné en el asiento del copiloto. Vaya, parece que mi madre me ha dejado a cargo de un atractivo macarra, qué guay.
Una vez entré en el Audi, el olor de su fuerte perfume y de su cigarro inundó lo más profundo de mis fosas nasales, que aroma más embriagador y sexy.
Sé que en estos momentos tendría que regañarle y decirle lo cerdo que es por dejarme sola tanto tiempo, pero no quiero defraudar a mi madre y tampoco tengo ganas de empezar mi relación con este hombre con mal pie, así que decidí mantenerme callada.
— No sabía que John tenía una hermanita tan guapa — Dijo sujetándome del mentón.
Quedé paralizada y me sonrojé ante su acción, aunque no pude evitar hacer una mueca, ha sido muy inesperado e incómodo para mí, no estoy acostumbrada a recibir halagos y menos de personas como él.
El chico me observó y rió y yo, me quedé un poco descolocada, no sé si se reía de mí, de lo tarada que soy o de la situación. Tal vez se dio cuenta de lo muy nerviosa que me pone. Como ya dije, no sé disimular muy bien mis emociones.
Después de esa escenita, tiró su cigarrillo por la ventanilla y procedió a ponerse a conducir.
A medida que avanzábamos por la carretera, el silencio que se produjo entre nosotros era cada vez más incómodo para mí, teniendo en cuenta lo mucho que me ha impactado físicamente y lo tímida que soy.
Fijé mi mirada hacia él y vi que estaba sonriente y sereno. Seguidamente, aparté mi mirada de él para no darle a entender que me había llamado la atención y por el rabillo del ojo, me percaté de que de vez en cuando no paraba de mirarme, me estaba sintiendo muy incómoda, observada e intimidada, aunque no de mala manera. Me mordí el labio y fijé mi mirada hacia la ventanilla.
— Oye, y... ¿Cómo te llamas? — Le pregunté con curiosidad intentando romper el hielo luego de unos segundos callados. De tanta tensión se me olvidó hasta su nombre.
— Vaya vaya, con que una adolescente que va a la aventura y se va con desconocidos, ¿eh? — Dijo con una media sonrisa juguetona mientras me estudiaba con la mirada.
— No, sólo se me olvidó tu nombre.
— Pues me llamo Harvey, pero tú si quieres, puedes llamarme papi o daddy, como lo prefieras. — Dijo divertido, fijando su mirada de nuevo al frente. Era consciente de que me había dejado totalmente descolocada de nuevo.