Llegamos al edificio donde estaba su apartamento, lo vi bajarse detrás de mí, despidió al chofer, me giré incrédula.
—¿Qué? Qué haces? —pregunté con un tono de molestia.
—Hoy me quiero quedar en mi apartamento —dijo serio, se adelantó y avanzó unos pasos por delante mí, abrió todas las puertas y lo seguí sin articular palabra.
No podía decirle nada, era su casa, nunca imaginé que decidiera un día quedarse allí, lo hacía por molestarme, porque lo rechacé, por lo que le dije. Pensé que mejor me disculpaba por él y cambiaba de actitud, no me interesaba entrar en un juego perverso con él, no lo conocía, los ricos y famosos podían ser extraños, no me apetecía ser la protagonista de una trágica historia.
—Lo siento. Quizás me alteré de más. No quiero que nos llevemos mal. Esto es un trabaj
