El auto se detuvo justo frente al salón. Las luces del evento iluminaban la fachada con un cálido resplandor dorado y unas letras enormes con el nombre de los novios colgaban justo en la entrada: Luisa & Pablo. Mi estómago dio un vuelco. Fernando bajó primero, siempre tan caballeroso, y rodeó el coche para abrirme la puerta. Me extendió la mano y al tocarla, sentí que todo mi cuerpo temblaba como una hoja. —Estás lista —dijo más que preguntó. —¿Lo parezco? —respondí con una sonrisa forzada. —Pareces una reina —susurró, acercándose para darme un beso tierno en la sien—. Y esta noche es solo para disfrutar, ¿sí? ¿Disfrutar? Si él supiera… Avanzamos tomados de la mano. Yo llevaba el vestido azul que habíamos elegido con Vale, elegante pero sin exagerar. Mis botines negros de tacón cómo

