Todo se salió de control.
Si algo en mi vida, si algo estaba hasta ahora en armonía, si había algo por pequeño que fuera estaba bajo control en mi vida, en las ultimas horas, todo se había ido a la mierda, todo se había caído, roto, y de formas que no comprendía aplastadas, pisoteadas y de mil otras formas, pero la cosa era sencilla, todo estaba destruido.
No sabía como controlarme, como pegar las piezas rotas.
Cuando todo el mundo esperaba que fueras siempre feliz, siempre fueras perfecta, de que las cosas no pudieran salir de control, cuando las cosas dolían cuando las cosas iban mal, no podías gritar, no podías explotar, no podías actuar como si algo malo pasara, no podías gritar y explotar, no podías hacer nada, no podías ser libre, no podías gritar y decir lo que sientes, por mucho que lo quisieras.
Había gritado.
Si esto hubiera pasado con mi padre, seguramente me hubiera llevado un golpe o seguramente, un mes en Francia, volviendo a ser educada por las mujeres de ese lugar, porque responderle a él no era nada bueno, no era nada lógico enfrentarse a mi padre.
Pero por suerte fue a Joshua a quien le respondí, por lo que las cosas eran demasiado diferentes.
Le había dicho todo lo que sentía a Joshua, de formas que no podía entender, me dolía demasiado cada cosa que estaba pasando, cada cosa que me hizo sentir, no solo estaba el hecho de que era una tercera opción en la vida de alguien, no se si amaba a Joshua, no estaba demasiado segura de todo lo que estaba pasando, ni mucho menos estaba segura de lo que estaba pasando, no sabía lo que estaba pasando, no comprendía demasiado bien nada de mi vida.
A la mañana siguiente de mi pelea con Joshua, me levante tarde para no tener que hablar con Joshua, no quería tener que relacionarme con él, era demasiado complicado todo lo que estaba pasando por lo que interactuar con él.
Un mensaje llego a mi teléfono, era un mensaje de Madeline que me pedía quedar con ella para hablar de lo que fuera, de lo que quisiera que pasara por su mente. No es que estuviera muy segura de las cosas que estaban pasando, no estaba para nada cómoda con el hecho de que tuviera que quedar con ella, no porque fuera una mala chica sino porque nunca hemos sido amigas y no creo que sea el momento de empezar a serlo.
¿Pero que otra opción tenía?
No me iba a quedar en casa esperando a que viniera Joshua y esperando a ver que pasaba, esperando a ver que era capaz de decirme o que era capaz de hacer para pedirme perdón, por lo que nada iba a merecer la pena.
Me vestí con unos vaqueros y una camisa.
Suspire mientras me hacía la coleta.
—Yo puedo—susurré.
Camine por la casa para ir a la cocina y poder desayunar.
Antes de ponerme el desayuno en la mesa, la señora de la casa, me puso un ramo de rosas en mi cara.
—El señor Campbell le ha dejado esto—comento la mujer.
Mire el enorme ramo de rosas, eran unas veinticuatro rosas rojas demasiado hermosas, eran enormes, no era temporada de rosas y no es que por aquí se encontraran rosas de formas sencillas, ya que el tiempo que había en el país, no ayudaba para nada en el florecimiento de las flores, sobre todo de las rosas que necesitaban un clima adecuado, creo que estas costaron demasiado y era un buen regalo, algo que con anterioridad hubiera apreciado pero estaba enfadada, le odiaba por hacerme sentir poca cosa, así que no quería nada con él, nada de él.
—Tire las flores—dije sin dudarlo.
La mujer me miro sorprendida.
—¿Segura?—me pregunto.
No estaba para nada segura de nada de lo que estaba diciendo o haciendo, no estaba para nada segura de como hacer las cosas de mi vida, no estaba para nada segura de nada en la vida pero es que era la única cosa en estos momentos que pudiera hacer, la única cosa que en mi cabeza tenía sentido.
—No quiero nada que tenga que venir de él—le deje claro.
La mujer acomodo las rosas y se las llevo a la cocina para traerme el desayuno, supongo que no las hecho sino que las dejo en una esquina de la cocina para que no las vea pero que no desaprovechar esas flores, y lo agradecía porque eran demasiado perfectas, demasiado únicas como para que se las comiera la oscuridad.
El plato enfrente de mi, era uno de tortitas demasiado bonitas y con fresas.
—¿Le trato muy mal el señor Campbell?—me pregunto la mujer.
Le mire.
—No quiero hablar de él—le deje claro—No es por usted sino porque debo seguir aclarando mi cabeza—.
La mujer se quedo en silencio, mirándome con ternura y tristeza. No quería que se sintiera mal pero no estaba demasiado segura de lo que yo tenía en mi cabeza como para tener que aclarar las cosas, quería llevarme bien con todas las personas que trabajaban para Joshua pero no se como hacerlo si ni yo misma se lo que me pasa.
—¿Ya hay problemas en el paraíso?—me pregunto Casandra, la insoportable e inaguantable asistente de Joshua.
Respiré hondo para aguantar demasiado las ganas de echar a esa mujer de la casa y de mi vida porque era la mujer más insoportable del mundo. No le iba a dar ni una sola explicación de lo que estaba pasando entre Joshua y yo, no creo que deba saber nada de mi, ni de mi relación.
—¿Qué haces aquí?—.
La mujer me miro.
—Joshua me ha pedido una camisa porque se a manchado del trabajo duro que hace por esta casa—dijo la mujer acercándose a las escaleras.
La mire demasiado molesta por su comentario, me molestaba que delante de Joshua se hiciera la buena pero ahora demostrara su verdadera cara.
—Para—le ordené.
La mujer se quedo quieta.
—Para ti, jamás será Joshua, sino el señor Campbell y ten claro que como o que haga no es cosa tuya, tu solo le debes llevar el café y callarte—le deje claro.
Casandra me miro bastante sorprendida y quizás yo misma estaba sorprendida, no suelo habñar mal a las personas, no las suelo a****r pero estoy tan enfadada, tan frustrada que no me importa para nada lo que pueda ella sentir, solo quiero tener lago de control en mi vida.
Respire hondo y me puse sería.
—Quizás las cosas antes fueran de una forma pero ahora va cambiar todo, porque soy yo la mujer de esta casa—le deje claro ganándome la mirada de la mujer—No vas a pasearte por mi casa como si nada, ni vas a entrar en esta casa cuando te de la gana, así que me vas a dar las llaves de la casa y será Hannah quien suba a por la camisa—.
Mire a Hannah, la ama de llaves que en silencio camino hacía la primera planta, extendí mi mano para que me diera las llaves.
—No haré eso—.
Su arrogancia me molesto, me acerque a ella y sin dudarlo le quite las llaves de su mano.
—¿Quién mierda te crees?—me pregunto molesta.
La mire.
—Te recuerdo que soy la prometida de tu jefe, y puedo hacer que te echen así que ten cuidado—le avise.
La chica me miro demasiado sorprendida, Hannah en una bolsa entrego a Casandra la camisa de Joshua.
—Largo de mi casa—le deje claro.
La chica se fue y respiré hondo.
—Ha hecho bien, esa mujer se creía la dueña de la casa y la pareja de Joshua—.
Mire a la mujer demasiado sorprendida, pero para ser sincera no tenía muchas ganas de tener que pensar en esa chica, era el mayor dolor de cabeza que me había encontrado en toda mi vida y cuanto más lejos estuviera de mi mejor.
—¿Puede darme el desayuno?—le suplique.
La mujer asintió, me volví a sentarme en la mesa para desayunar en silencio pero sin poder dejar de pensar en Cassandra, ella se creía la dueña de algo que me molestaba, no lo era, ni yo misma lo era pero al menos yo tenía más derecho que nadie a mandar en esta casa.
Tras terminar de desayunar, fui al garaje para coger uno de los coches de los coches de la gran colección de Joshua, me metí en uno de estos, era un jeep, con las llaves puestas. Me había sacado el carnet de conducir cuando pude, era una forma de autonomía y era una de las pocas cosas que mi padre me permitía hacer, como forma de libertad pero no creo que eso le haga mucha gracia.
Conduciendo llegué a una cafetería en la que había quedado con Madeline.
Aparque en una esquina de la cafetería para entrar en la cafetería y ver a Madeline en una esquina, me acerque a ella y me senté enfrente de ella.
—Buenos días—me saludo.
La mire.
Madeline era la chica perfecta que todos querían como esposa de su hijo, era una mujer demasiado inteligente, guapa y con gran poder, por lo que todo en ella me daba una enorme envidia.
—Buenos días—le dije mientras me quitaba la chaqueta, para colocarme bien en la silla—¿Qué quieres?—le pregunte queriendo terminar con esto, no es que Madeline me callera mal, era una buena chica pero me caía mal medio mundo y ella no iba a ser excepción.
El camarero se acerco a nosotras.
—Un café con leche de avellana—pidió Madeline—Y dos galletas de chocolate—.
Le mire.
—Un capuchino con canela—le pedí.
El camarero se alejo de nosotras dejándonos solas.
—Brian me ha comentado que te vas a casar con Joshua—me dijo.
La mire.
—¿Estas molesta?—le pregunte demasiado sorprendida.
Madeline negó.
—No, estoy muy feliz para ti, siempre he creído que Joshua esta enamorado de ti—.
La mire.
—Sigo sin entender porque has querido quedar conmigo—le deje claro.
El camarero nos dejo las bebidas en la mesa, para volver a dejarnos solas.
—Quiero asegurarme de que estas bien—me dijo Madeline y la mire.
—Si te crees que me ha afectado que no me vaya a casar con Brian, estas equivocada—le deje claro.
La chica me miro, en una servilleta puso una de las galletas y me la dio.
—Quiero ser tu amiga—me dijo.
Bebí un poco de mi café.
—No creo que podamos ser amigas—le deje claro.
Madeline me miro.
—No puedes odiar a todo el mundo—comento la chica y la mire—Daniela, debes confiar en la gente, no todo el mundo es malo y no todo el mundo quiere que seas perfecta—me dijo.
Madeline era dos meses mayor que yo, por cosa de su madre nunca estuvo en un primer momento pero tras la muerte de su madre, sus padres les mando a todos a diferentes colegios internos, compartimos poco tiempo en el colegio, espacio en el comedor pero nada más, yo estaba en un nivel superior por lo que no la necesitaba.
—Se que te educaron para ello—me dijo.
Le mire.
—Creo que no tienes ni idea de lo que yo he pasado—.
Puede que mi madre no estuviera muerta pero ese internado no era algo bueno. En todos los paises hay gente importantes, en todos los lugares hay personas que son demasiado poderosas, en Inglaterra están los veinte poderosos, en estados unidos se cree que hay otro grupo igual aunque no se a ciencia cierta cuanta gente esta dentro de esa asociación, en Australia se que hat otro pero en los restos de lugares no se bien como funciona. Mientras para le gente normal, mi internado era un lugar demasiado exclusivo y escondía en sus paredes un colegió donde no se enseñaban ni matemáticas ni legua, enseñaban idiomas, normas y protocolo, un colegio demasiado complicado, que usaba métodos no muy convencionales, pero ella no vivió apenas los ataques de las mujeres de ese colegio, porque ella siempre fue perfecta.
—Daniela—me regaño desesperada.
Suspiré.
—No quiero jugar contigo, se bien lo que es tener que ser perfecta para que nadie diga nada, para que nadie piense mal de ti, para que nada salga de las normas, de los objetivos que tú misma o tus padres te han marcado, cumplirlos es en ocasiones como lo único con sentido en tu cabeza—.
La mire.
—Lo siento, no soy buena para tener amigos—le deje claro.
Me miro.
—Empecemos, intentemos hacer bien esta amistad—me dijo acariciando mi mano con suavidad.
—Si vamos a ser amigas necesito contarte muchas cosas—le dije.
Madeline me miro.
—Cuéntame lo que quieras—me dijo.
Le mire.
—He tratado muy mal a la asistente de Joshua, porque se cree con derecho a entrar en la casa cuando quiera y hacer lo que quiera, no aguantaba eso—le dije.
Madeline me miro.
—Lo primero que quiero entender es una cosa más simple—dijo y le mire—¿Te gusta Joshua? O sea, se que te vas a casar con él, pero puede que solo sea una forma de salvarte de la ira de tu padre—.
La mire bastante sorprendida por la pregunta.
No puedo lidiar con eso, con esa pregunta, no se que hacer con esa pregunta. Se que quizás debería responder, decir lo que sintiera por Joshua pero es que no estaba para nada segura de lo que sentía por él, para mi, Joshua siempre ha sido el mejor amigo de mi hermano, esa persona que era como un hermano pero siempre podías decir que era guapo. No se lo que sentía por Joshua, me gustaba demasiado estar con él por mucho que estuviera enfadada con él en estos momentos, por sentirme celosa.
—Daniela—me llamo.
—No se que siento por él—le confesé.
Ella bebió un poco de café y me miro.
—A ver, siempre le he visto como el mejor amigo de mi hermano, nunca me he podido fijarme en él, no se, mi hermano y yo siempre nos hemos puesto esa norma, aunque ahora la estemos rompiendo porque me voy a casar con Joshua—comente y le mire sin entender nada—No puedo negar que me sentí demasiado celosa ayer—.
Me miro.
—¿Qué paso ayer?—me pregunto con mucha curiosidad.
—Me dijo que se comprometió contigo porque la chica de la que estaba enamorado, estaba con otro, y le pregunte que pasaría si ella venía por él, no me pudo responder—.
Me miro atento por mi explicación.
—Claramente te gusta, sino, eso no te molestaría—.
Le mire.
—¿A ti no te importa que Brian se fuera a casar conmigo?—le pregunte.
—Nuestros compromisos, tanto el tuyo con Brian como el mío con Joshua, eran una cosa de negocios, pero con lo que debes quedarte es con lo bonito de que sin dudarlo, cuando ellos han podido, Brian a pedido casarse conmigo y Joshua contigo, puede que dentro de sus razones haga cosas que no entendemos pero él quiere estar contigo—.
Le mire.
—No me importa lo que haya hecho antes de mi, lo que me importa es lo que hagamos ahora—me dejo claro.
Madeline partió su galleta en silencio, cortándolo en cuatro trozos iguales, para después limpiarse las manos con delicadeza, son esas simples cosas las que me dejan claro porque Brian y medio mundo la aman, es suave y delicada para hacer todo, da importancia a casa pequeño detalle y hace de todo algo bonito, hasta yo me enamoraría de ella.
—Solo debería importarte lo que pase ahora, desde que esta contigo—.
Quería llorar, me sentía demasiado insegura, demasiado triste y sola, no sabía que hacer, no sabía como lidiar con todas estas nuevas emociones que estaba experimentando, enamorarse no era algo que mi padre me tuviera permitido, siempre me recordo que era una cara bonita que adornaba una casa, nada más que eso, pero ahora con Joshua estaba empezando a sentir que quizás, tenía algo de control sobre las cosas, que no era solo una decoración sino alguien a quien tener en cuenta, pero aún así, todo eso me dejaba demasiado perdida, sin saber, sin entender cual era el siguiente paso.
Respire.
—¿Cómo estas con lo de tu padre?—.
Mi pregunta hizo que me mirara y me regalara una dulce sonrisa.
—Parece que si vamos a ser amigas—comento con tranquilidad y respiro hondo—Me duele, he pasado un duelo así antes y se que duele por un tiempo, pero llega un momento en el que dejas de llorar al persona y sonríes, porque a sido importante—.
Asentí.
—¿Cuándo es la boda?—le pregunte tranquila.
Madeline me sonrió.
—No hay fecha pero me gustaría que vinierais+, te pediría que fueras mi dama de honor pero entre mis hermanas y las de Brian, tengo demasiadas—comento la chica.
—Ahora somos amigas, llámame para lo que necesites—.
Le intente regalar una sonrisa pero no es que me fuera muy cómodo sonreír aunque era demasiado egoísta de mi parte ser yo la victima cuando era ella quien había perdido más.
—Ve con Joshua y habla con él, no seas tonta, déjale las cosas claras—me ordeno Madeline.
Mire a mi café con demasiadas dudas pero quizás era lo único que podía hacer, hablar y decirle cada cosa que me molestaba, los cambios que necesitaba para que esto funcionara pero sobre todo, saber que es lo que le dijo a mi padre, porque eso era una cosa que no me dejaba dormir, necesitaba saber que era yo en su vida, quien era la persona que amaba, necesitaba esas respuestas para saber en que punto de la relación estaba cada uno y como debía comportarme, solo debía proteger mis espaldas, para evitar seguir sufriendo.