Ella me miro con lágrimas en los ojos y me grito.
⸺¡No me engañes como los otros! ¡No me engañes Ly!
⸺No te voy a engañar, ven, duerme otra vez ⸺dije tratando de acostarla otra vez.
La logre acostar, pero no sabía si seguía durmiendo o si despertó.
Se calmo y puso su mano en mi mejilla.
Empezó a pasar su mano por ahí y sin darme cuenta, me beso.
¡Agnes me acaba de besar!
.
.
.
Mi pulso estaba acelerado porque sus labios estaban literalmente pegados de mi boca ¿Qué carajos? Nunca me había planteado la pregunta de qué orientación s****l soy. Se supone que soy hetero… creo. Aunque este momento me impulsa a ser bien lésbica y seguirle el beso, pero no. No esta consciente, no puedo aprovecharme de ella.
Me despego sutilmente de su beso y esta se vuelve a dormir, por fin. Pero un rayo de repente corta nuestra pequeña brecha de separación y Agnes vuelve a abrazarme con más fuerza.
¡Ayuda!
//
Ya es de día y bueno… no he dormido nada, salvo cuando han sido las 6am. En ese momento por fin Agnes se había despegado de mí y podía descansar. Sus movimientos bruscos y su mal dormir me habían puesto en jaque. Además de ese beso que me ha dejado pensativa…
¿Será que solo lo hizo por impulsos?
Digo, el cuerpo humano siente impulsos por momentos, como el impulso de cuando vemos a una persona bonita que nos habla y de una vez pensamos que estamos “enamorados” o de cuando vemos a alguien y nos atrae sexualmente al punto de pensar una fantasía descabellada y pensar en coger a esa persona. Pero como humanos que somos nos controlamos.
¡Pero j***r Agnes que tú no te has controlado nada!
Empiezo a soñar con el momento en que estuvimos en la clase, ella defendiéndome, el chico diciendo que era una lesbiana. Ahora que me doy cuenta es que bueno, al parecer Agnes hetero-hetero no es…
Mis sueños son las cosas mas raras.
Cuando de pronto, siento unos gritos infernales provenientes de una persona que lo está haciendo.
¿Por qué Agnes? ¡por qué!
¿Qué ganas de j***r tienes tan temprano!
Abro los ojos furiosa, ella me está desquiciando. Justo está encima de mi tratando de despertarme.
—Buenos días dormilona —Gritó efusivamente —Vamos, no seas haragana.
No aguanto tanto y exploto.
—¡pero buena azarosa! ¿¡que no te enseñaron a respetar o que mierda!? ¡NO HE DORMIDO TODA LA NOCHE POR TU CULPA! —Grité enojada.
—¿Y que te hice? —Dijo muy tranquila la condenada.
¿Me estas tomando de pendeja?
—Pero que buena hija de puta —La lance a la cama bruscamente, ella gimió. La miré confundida —No solo me lanzaste las patas, sino que estuviste llorando como una pendeja y estuviste besándome como que si soy un juguete s****l y…
—¿Te bese? —Dijo sorprendida, interrumpiéndome —¿Y tuvimos sexo?
—¡Que no j***r! —Le grité furiosa.
—Uy, estas enojada porque no tuvimos sexo —Dijo muy alegre.
La voy a matar.
—Mira no sé qué te has fumado, pero por favor, déjame dormir que estoy cansada —Dije agarrándome el puente de la nariz.
En ese momento ha sonado un trueno y yo me asusté.
—Bueno, está bien, te dejaré dormir —Dijo dándome un beso en las mejillas —Haré el desayuno y te despertaré en dos horas.
¿A que vienen estos putos cambios de humor? ¡Que alguien me explique!
Agnes se va de la habitación y no dudo en tirarme en la cama, pensativa, cansada. Estos tres meses de curso serán mas que odiosos, molestosos. Sino mantengo la cordura, terminaré peleando con Agnes a puñetazos.
Bufé cansada y en instantes me dormí. Dándole rienda suelta a todo.
//
Y en efecto, después de dos horas largas de sueño reparador, sentí que Agnes entraba, esta tenia un súper maquillaje puesto, parecía una chica coreana y me sorprendía bastante, ¡literalmente era otra! Supe que era ella por su inigualable caminado. Se empezó a quitar todo y veía como poco a poco se iba esa chica colegial chinita y luego era ella. Su pelo corto era adorable.
—Sé que ya estás despierta, levántate a desayunar —Dijo seria.
—Am… buenos días, ¿Qué estas haciendo? —Dije curiosa.
—Estoy volviendo de mi trabajo. —Dijo igualmente seria. —Vengo en un momento para guardar esta ropa —Dijo refiriéndose a su vestuario. Era una falda bastante cortísima de escuela y un tshirt que escondía dos poderosas razones.
No sabía que ella tenía tanto por delante.
Y como digo, ella tiene serios problemas de humor.
Me levanté rezagada de la cama, quería dormir más pero el hambre me ganaba. Traté de bajar bien las escaleras ya que aún estaba asoñada.
—No entiendo cual es la obsesión de los ricos con sus escaleras. —bufé al bajar, Agnes estaba también bajando las escaleras.
—Para más placer —dijo riéndose.
Ví la cocina y había hecho puros waffles. Solo habían dos en cada plato y aunque no me incomodaba, pero es que estoy acostumbrada a comer el plato fuerte en la mañana, algo de lo que siempre voy a diferir de los estados unidos.
Me senté en la mesa y empecé a comer el primer plato que ví, pero aún tenia hambre, esto era muy poco. Dos waffles con un poquito de miel es algo parecido a un aperitivo que a un desayuno. En mi país somos pobres pero tampoco para comer esas pequeñas cosa.
—¿No hay más comida? —dije sorprendida.
—¿No te llenaste con eso? ¡Es mucho desayuno! —dijo igualmente sorprendida.
—¿Me ves acaso con la cara de que cómo migajas? Creo que debo de enseñarte a comer. —Me reí.
—Había oído de ustedes los dominicanos pero no pensé que fueran tan exagerados con la comida —se río —y son muy ardientes —dijo a carcajadas.
—¿Tienes plátanos? —Pregunté.
—Si, con ellos hago tostones —dijo confundida —¿Por?
—Te enseñaré un buen desayuno, prepárate. —dije sonriendo. —¿Dónde están?
—Aquí —me señaló su nevera. Vaya que era bastante grande. Me encanta su cocina, se veía muy moderna.
Ahí encontré plátanos, huevos, un poco de mantequilla, algunas cosas enlatadas que no entendía pero lo básico estaba ahí. Tomé una olla de las que habían en el escurridor y empecé a hervir un poco de agua, añadiéndole media cucharada de sal para que esté al gusto. Mientras el agua trataba de hervir yo empecé a cortar los plátanos.
—¿Cómo lo haces sin guantes? —dijo sorprendida —¿Y como los arrancas así con un solo corte?
—Técnica de campo, es muy efectiva. —me reí.
—Aquí me enseñaron a pelar el plátano entero con el cuchillo, lo que haces me impresiona —dijo riéndose.
Seguí pelando como me enseñó mi abuela y los 12 plátanos ya estaban hechos. Agnes iba comiéndose sus waffles mientras me miraba intrigada. Luego eché 4 huevos para que hierva junto con los plátanos.
Esto estaba quedando como una obra de arte.
Y le eche una pizca más de sal para que esté al punto. Mientras le daba 10 minutos de cocción mientras empezaba a hervir, recogí lo que ensucie y lo tiré al cesto de basura.
—¿Sabes cocinar mucho? —dijo intrigada —Podrías deleitarme con la comida dominicana.
—Bueno, es que… yo no sé si te gustará la comida típica de mi país —se río. —solo sé cocinar eso.
—Por mi está perfecto, yo te enseño las comidas de aquí y tú me enseñas las de tu país —dijo contenta.
Vaya, si que está muy animada.
—Bueno, mientras va hirviendo quiero lavarme los dientes, apesto. —dije riéndome.
—Bien, usa mi cepillo, ya sabes dónde queda el baño. Estaré fregando —dijo animada.
Agnes me da miedo con sus cambios de humor así que tendré precaución. Voy y me doy una cepillada rápida y me lavo la cara, me hacía falta hacer esto.
Luego de eso bajo otra vez a la cocina y notó que Agnes ya está terminando de fregar.
—Eres muy rápida —dije riéndome
—Gracias.
Miré los plátanos y les faltaban dos minutos apenas.
—¿Cómo te das cuenta que está hecho? —dijo riéndose.
—Tomas un cubierto, lo pinchas y si ves resistencia está duro, si ves que entra pero aún está resistente está casi hecho. A mi madre le gusta así pero yo prefiero cuando entra el cubierto pero hay solo poquita resistencia.
—¿Y como está ahora? —dijo sorprendida.
—Cerca del punto que me gusta —dije asintiendo. —sacare los huevos y haré mi magia.
Saqué los huevos y los puse en agua fria para que bajen su temperatura, puse la mantequilla en un lado y tomé un plato hondo para empezar a majar los plátanos. Saqué uno por uno y empecé a majar con un tenedor.
—¿No sería mejor con un majador de papas? —dijo curiosa.
—No, daña el gusto. —la miré raro.
—Vaya, nunca pensé que se prepararía así el plátano, solo lo conocí en tostones. —dijo más para si que para mí.
Tomé una salten y empecé a cortar un poco de ajo y empecé a sofreírlo con un poquito de sazón en polvo. Apague el fuego antes de que se queme el ajo.
Maje los plátanos uno por uno, le eche mantequilla para que se amolden y el aceite sofrito de ajo para poner el “mangú” más suave.
Después de volverlo mangú, tomé los cuatro huevos, les quite las cáscaras y agarre dos y los Maje con el mangú.
—Trae dos platos —le dije a Agnes.
Ella los trajo y deposite mi creación ahí, luego partí los huevos a la mitad y eche dos mitades en cada plato.
—¿Tienes kétchup? Ese sería mi toque final —dije riéndome.
Ella lo trajo y le lo eche alrededor sin exagerar, dando paso a mi plato favorito dominicano. El mangú. No era el típico pero era mi versión preferida.
Agnes miro el plato maravillada y de una vez empezó a comer. Desde el primer mordisco se saboreó.
—Mm… esto es tan ¡Rico! —dijo emocionada —Mm… delicious.
—No es para tanto —dije comiendo —pero si, está delicioso —me reí.
—Tengo que aprender a hacerlo, está riquísimo. —dijo saboreando la cuchara.
Después de este verdadero desayuno, descansamos un momento y empezamos a platicar. Hablamos de cosas variadas y sin sentido. La iba conociendo mejor conforme pasaban los minutos.
Me di cuenta que su cambio de humor más que nada es porque es muy expresiva y se nota bastante. Le gusta mucho estar sola, aunque conmigo se siente “bien” entre comillas. Además de que si hablas del tema que le emociona se desborda siendo un mar de conversaciones.
Siento que es narcisista, pero no tiene aires de esos.
—¿Por qué no quisiste quedarte en mi casa? —Pregunté curiosa.
—Es muy pequeña ya te dije, me sentía claustrofóbica. —Dijo rodando los ojos.
—No seas exagerada —arqueé una ceja —Ni modo, ¿Acaso nunca viviste con tus padres?
Su humor cambio a uno serio y parecía que toqué un tema delicado.
—Si viví con ellos, pero ahora estoy mejor en este lugar. Siempre me gustó los espacios grandes.
Su tono de voz me preocupa, me indicaba que tenía mala relación con ellos. En mi país es normal que a veces no quieras saber de tus padres, pero cuando te hablan de ellos te lo describen como los mejores, aunque bueno, este no parece el caso de Agnes.
—Y bien, me dijiste que eres psicóloga… ¿verdad? —dijo cambiando de tema.
—Si lo soy —afirmé
—Leeme la mente pues —se río.
—¡Que los psicólogos no leemos mentes j***r! —dije quejándome —¡ya basta!
—Me encanta verte enojada, te ves muy adorable —dijo mirándome coqueta.
—Si fueras hombre diría que me quieres coger —me reí.
—¿Quién dice que no? —levanto sus cejas con desdén.
—¡Agnes no! —le reclamé divertida. —solo somos amigas, respeta eso.
Ella se levantó y se puso encima de mi, ya que estaba sentada. Arqueó su espalda y se inclinó bastante a mi cara.
—Sé que te encantó ese beso de anoche, y lo volveré a repetir —dijo bastante cerca de mi cara.
Estaba nerviosa por esto, mi corazón latía rápidamente y muy en el fondo de mi alma si quería que me besé.
Maldición. ¡No puedo estar queriendo eso!
Jadeé del nerviosismo y ella se bajó.
—Mira cómo te pusiste, toda nerviosa por mi —se río. —Te encantó lo sé.