— Mi querido Zeus, si en verdad te sientes arrepentido, si de verdad quieres cambiar las cosas, se encontrará una manera para poder cambiar el curso, siempre hay una manera. Ya verás, encontraremos una salida y yo estaré a tu lado, como siempre. Después de todo soy la consejera del rey Zeus ¿cierto?
Cada vez estaba más confundida, las supuestas voces que escuchaba y que me parecían tan familiares eran ¿Zeus y Themis? No sabía por qué, pero podía sentir de primera mano el cariño que la titánide le tenía al dios del rayo, en su voz se notaba un ligero tono de burla mezclado con preocupación y evidente estima mutua. Sabía por las escrituras dejadas y por los mitos que Themis fue la segunda esposa de Zeus y consejera divina encargada de impartir justicia. Todos los dioses respetaban mucho a Themis, incluso la admiraban no solo por su trabajo imparcial, sino por su belleza que contrastaba mucho con su personalidad a veces fuerte y a veces benévola. Fue apodada “la diosa de hermosas mejillas” por los mismísimos dioses. Asumía que ese exterior calmo y hermoso junto con su personalidad fuerte y determinado había enamorado a Zeus, según algunos escritos ella y el dios del rayo tenían una relación muy especial, ambos se respetaban y se amaban, tanto que el mismo Zeus dejó sus miles de amantes cuando se casó con ella. La razón de que su matrimonio no haya durado no se encontraba en ningún escrito, pero se decía que, a pesar de dejar de ser pareja, ambos seguían con su relación amical y familiar muy fuerte. Zeus respetaba y tomaba en cuenta los consejos que Themis le daba y Themis respetaba y se preocupaba de que la reputación de su rey no se hunda más, aunque muchos de esos consejos no los haya tomado. Incluso cuando supo que se casaba por tercera vez se alegró y apoyó a Hera, quien también la respetaba y la llamaba “señora Themis”.