Capítulo 23 parte 3

448 Palabras
En cuanto la mirada de Némesis volvió a los demás dioses, esa locura se encendió de nuevo junto a una emoción de aburrimiento que llenaba su voz. Muchos dioses querían acercarse a Themis, por no decir que a todos les atraía esa personalidad tímida, delicada, pero fuerte y decidida al mismo tiempo. Y ni qué hablar de su físico que competía en belleza y sensualidad con la misma Afrodita, pero mientras la diosa del amor tenía una belleza s****l que querías manchar y tener a toda costa, Themis poseía una belleza completamente distinta, era una belleza que, si bien querías tener, no deseabas manchar, era un tipo de belleza que con solo verla estabas satisfecho, aunque llegaba un momento en la que el deseo por tenerla era muy fuerte. La mayoría envidiaba a Zeus por el simple hecho de haber tenido a Themis como esposa y secretamente consideraba al rey como un idiota cuando supieron que se separaba de ella para volver a casarse, esta vez con su hermana Hera. Todos los que estuvieron presentes en ese hecho no pudieron creerlo y los que nacieron luego y escucharon la historia se reían a espaldas de su rey. A lo lejos se escuchó un carraspeo y entonces Themis y Némesis se dieron cuenta de lo que pasaba. En el centro del Olimpo se encontraba una hermosa mujer con cabellera larga y dorada que casi rozaba sus pies, colgada en el aire con cadenas en sus muñecas, sus ojos azules como el mar miraban a Themis con una mezcla de aflicción y enojo. A su lado se encontraba un hombre con cabellera blanca y atada en una cola, su expresión era de enojo total mirando a aquella mujer, en sus manos estaban dos rayos que amenazaban con ser lanzados sin miramientos. Cuando su mirada se giró hacia la titánide, esa mirada de enojo se suavizó, dejando ver una expresión de cariño que de cierta forma incomodaba a Themis. – Querida Themis y … Némesis, bienvenidas. No esperaba que llegaran tan pronto, estamos aquí con una situación de… insubordinación que ya se está resolviendo. No se preocupen por eso y vayan a relajarse que yo… – ¿Se trata de castigar a alguien por no haber seguido las reglas? Si es así ¿no crees que es deber mío y de mi hermana juzgar eso? ¿Por qué no nos esperaste a que nos hiciéramos cargo de nuestro trabajo? No querrás quitarnos nuestros deberes y por ende la diversión ¿Verdad, Zeus? – No es lo que quise decir, Némesis. Es más, una discusión entre esposos, eso es todo. No creí necesario esperarlas cuando yo, el rey, puedo encargarme de todo.
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