Estoy asustada y muriendo de miedo mientras Hades se burla de mí de vez en cuando por mi reacción a la película de terror que puso hace casi una hora.
Estoy temblando, abrazando mi cuerpo mientras siento que todo es un mal chiste para mí. Me tapo con la cobija hasta arriba y eso le da más risa a Hades que no deja de burlarse de mí.
—No seas gallina, Robinson.
—Déjame tranquila—se escucha un ruido fuerte de la televisión y yo sólo tiemblo más—¡Ah!—se ríe más por mi grito de miedo.
—Miedosa.
Toma mi cuerpo y me sube a sus piernas para abrazarme, y darme pequeñas caricias para que me calme como si fuera un animal que necesita que lo hagan.
En parte si creo que lo necesito.
Su mano me tranquiliza, poco a poco mientras sigo temblando pero en menor cantidad, con sus caricias y el volumen de la película más bajo puedo calmarme un poco. Acaricia mi espalda con cariño, lo que me sorprende mucho.
—Ya me siento… ¿Hades?—se quedó dormido.
Pero su mano no deja de acariciar despacio mi espalda, sonrío antes de bajarme de sus piernas. Bajo su mano despacio y me levanto de la cama para ir por algo para comer, me encamino a la cocina cuando mi mente juega conmigo y hace que vea una figura en medio de la sala.
Grito con miedo. Y corro a la sala para hacerme bolita en un rincón de los sofas, abrazo mi cuerpo y es cuando siento unos brazos conocidos.
—Bryce, no hay nada.
—Yo vi algo en la cocina.
—No debí dejar que vieras esa película.
Me ayuda a levantarme y me lleva a la cocina para que vea que no hay nada por lo que debo estar como una niña asustada.
Me quedo un poco porque tiene razón. No debo asustarme por cosas que no están ahí, me siento en el taburete y se pone a ver qué puede hacer de cenar.
Toma una caja de harina para pastel y sonríe porque parece que le gusta la idea de hacer uno a esta hora de la noche. Pone la harina en la mesa y busca más cosas para hacer una mezcla.
—¿Sabes hace pasteles?
—Entré a un curso de repostería cuando tenía diez años—dice al momento que vacía la harina en el molde—. Mi padre no me puso excusas y mi madre, no quería que su hijo fuera gay—eso último lo dice con ironía—. Me metí porque mi padre busco la forma de que fuera y aprendiera a hacer lo que yo quería, mi madre nunca estuvo de acuerdo, pero el ir era increíble. Aprendí a hacer muchos postres de diferentes tamaños y sabores.
<<El mejor del curso. Mi papá se sintió orgulloso cuando le lleve el certificado del curso además del reconocimiento que me dieron, de ahí hice otros tres cursos, dos para cosas dulce y el otro para preparación de carnes.
Eso es algo que no aprendes en el trabajo.
—¿Por qué no me cuentas algo de ti, Bryce?
—¿Cómo qué?
—¿Por qué dejaste la universidad?
—Eso… es una larga historia.
—Tenemos hasta que el pastel se haga.
Le sonrío antes de pensar bien lo que sucedió hace varios años.
—Bien… en la universidad salía con alguien—me escucha antes de pasar su mezcla a un molde para hornear—. Mis padres no querían que fuera su novia pero era muy lindo conmigo y… su familia era de dinero, y nunca sospeché que me haría lo que me hizo.
<<Mi primera vez fue por violación—eso hace que me miré—. Yo no quería porque estaba ebrio, y… me lastimó mucho. Me desgarro, pero a pesar de que fue mi pareja lo denuncié. Fui a un hospital y permití que me hicieran el examen de violación.
<<Tomaron ADN y me revisaron… además de eso, el hijo de perra grabó lo que me hizo. Cuando revisaron su teléfono como procedimiento encontraron el vídeo que ayudo a qué quedará en la cárcel. Pero… mis compañeros de carrera me decían muchas cosas porque él era dos años más grande y todo el mundo lo conocía… me llamaron zorra y puta. Mejor me salí de la universidad, estaba estudiando medicina… mis papás dejaron de hablarme y me dieron el departamento para no verme. Ema es la que siempre estuvo y cuando mis padres murieron no fui a su funeral.
Recuerdo eso y el recuerdo duele, y mucho.
—Ema es la única que me apoyo en todo eso… cuando se graduó y consiguió trabajo en otra universidad me dijo que si quería podía retomar mis estudios en otra carrera, que ella podría ayudarme a eso.
<<No me sentí lista y ahora… me arrepiento de no haberlo hecho, han pasado casi siete años de eso… y…
—¿Bryce?
—Lo dejaron salir por buen comportamiento—recuerdo cuando me lo dijeron y me hace sentir más triste—. Emilia me dijo que fue a buscarme a la casa en la que vivía antes de mudarme al departamento…
—No sabía que habías pasado por eso—me dice calmado.
—Fue hace mucho… ya lo superé.
Debería repetirlo hasta que que me lo crea.
Esperamos a que su pastel este mientras platicamos de muchas cosas que dejamos atrás y que nos hicieron mirar hacia delante sin saber porque nos hicieron daño.
Con la conversación conozco otra manera de ver al Tempano que es, pero no por eso dejo de decirme que esto terminará mal o puede que termine bien, pero yo dudo que salga mal el estar aquí.
Disfrutaré las cosas y dejaré de pensar tanto.
///
Hace rato que tomamos una botella y que comenzamos a beber sin mirar atrás, tiene muchas botellas de vino tinto y creo que ya llevamos dos entre los dos y ambos estamos ebrios. Pero no dejamos que eso nos haga sentir mal, ponemos el estero con algo de música y sigo bailando en medio de los sillones que separamos hace un rato.
Cómo si no importará nada sigo cantando Is Your Love Enough a todo pulmón con Hades riendo por mi actuación.
Pero hace que el ambiente sea mejor porque tengo una botella en mi mano y la uso de micrófono en donde se debe cantar y bailo cuando la música de vuelve parte de mi ambiente, bailo y canto sin parar con la botella dándome licor de vez en cuando.
Le tomo antes de bajarla y reírme porque me siento feliz. Los aplausos de Hades se escuchan y río como una niña por la actuación que acabo de dar.
—Debiste dedicarte a la música.
—Na, la música es mejor cuando alguien más la hace.
Me bebo el trago de la botella antes de sentarme en el sillón y reír.
Hades le toma a su botella antes de acomodarse en el sillón y mirarme directo a los ojos.
—¿Te he dicho que tengo unas ganas inmensas de ir a tu habitación a coger contigo?—niego riendo antes de darle un beso en los labios. Uno corto que lo hace gruñir cuando me separo—. Bryce.
—No lo harás—juego con él—¿Te digo por qué?—asiente como un niño pequeño—. Porque cogerme implica amarme.
—Déjame hacer las dos cosas—arqueo una ceja antes de sentir como me sube sobre sus piernas—. Permíteme amarte y hacerte el amor con locura.
Le tomo de nuevo a la botella y cuando la bajo sus labios atacan los míos, besa tan rico. Abro mi boca y su lengua entra sin darme oportunidad de entender que hago exactamente. Aprieto su cabello para que sepa que me gusta el beso, que disfruto tanto de sus labios unidos a los míos.
—Hades.
—No digas nada, solo déjate llevar.
Y es cuando se levanta conmigo sobre sus piernas y me lleva a quien sabe dónde sin despegar el beso que remplazo el que corté.
Me pega a una puerta y puedo sentir la erección que crece debajo de sus pantalones.
Doy un jadeo que nos pone un poco más.
Abro la puerta que hay a mi espalda y entramos a esa recámara donde me deja caer en la cama y se detiene antes de si quiera levantarme la blusa.
—¿No vas a seguir?—abro las piernas para darle una invitación.
—No.
Eso baja mi excitación mucho.
—Pero…
—Quiero hacerlo sobrios—se sube sobre mí y siento esa erección que quiero en mi interior—. Puedo arrancarte el orgasmo así, pero no me sirve si no lo recuerdas mañana. O tal vez ni yo lo recuerde… prometo hacerlo sobrio.
—¿Lo prometes?
No oculte la esperanza en mi voz, pero si quiero que lo haga, me encantaría saber que se siente estar con él aunque sea una vez y que luego me diga que no desea estar conmigo.
Lo entenderé.
Pero es más malo quedarse con las ganas así que no tengo intención de que no pase nada. Y tal vez tiene razón sobre que no recordaré nada el día de mañana.
—Lo prometo.
Sonrío antes de que pida que nos acomodemos que dormiremos juntos y que no quiero un no como respuesta, le sonrío antes de acomodarme y dejar que su brazo me mantenga junto a su cuerpo.
Me siento feliz y segura de estar en sus brazos, realmente me siento afortunada de estar con él.
Su mano acaricia mi costilla mientras me siento tan cómoda con esto. Luego de un momento me quedo dormida en sus brazos y entre sueños creo escuchar que dice algo a lo que no pongo mucha atención, pero que al final entiendo algo.
—En unos meses estaremos juntos—dice contento—. Prometo luchar por ti, nadie te lastimara de nuevo mi ángel.