Capítulo 7

779 Palabras
9 Febrero 2018 Moscú, Rusia Olivia ve su aspecto en el pequeño espejo del baño. Está pálida y gastada. No luce como antes, como una chica de dinero que pasa horas en el spa. Sus ojeras cada vez más oscuras. Han pasado tres días. No ha comido, no ha dormido, a penas tiene fuerzas para asearse. Se pregunta todas las noches si sus padres ya han puesto denuncia. Si sus amigos la andan buscando. Si Leonardo y Jhonny siguen viviendo su vida normal como si nada habría pasado, si están haciéndose los inocentes y dolidos. Se coloca el suéter con cuidado, aún le duelen los golpes de sus brazos y espalda. No sabe porqué está en esa situación. ¿Querrán dinero? ¿Es una venganza? La puerta se abre y ella sube rápido sus pantalones, va hasta la pequeña habitación y mira con miedo al Lobo. No ve su rostro, pero puede adivinar que está enojado, sus músculos están tensos. —Me han informado que no quieres comer. Te recuerdo que a ti te quiero viva, yo soy quien te tiene que matar, pero antes hacerte sufrir —dice el lobo con rabia. —No me da apetito —dice Olivia tratando de esquivar su mirada. —Esto no es cuestión de apetito, comerás y punto. —¿Por qué estoy aquí? —pregunta Olivia sacando valor de lo más profundo. —Por culpa de tu padre. —¿Qué tiene mi padre que ver en esto? —pregunta confundida. —Mucho. —Entonces deberías secuestrarlo a él, no a mi. —No me dices que hacer, niña —dice el lobo tomando su mentón en su mano —En una hora lo vas a llamar y le dirás todo lo que te hemos hecho y le dices que no tienes precio —dice soltandola. Olivia lo mira con odio y se sienta en la mesedora con su cara entre sus manos. Un grito ahogado le quema la garganta. Se va al mugroso colchón para recostarse en intentar dormir. Artur prepara la celda de castigo. Quiere empezar hacer sufrir a Olivia y mandarle la prueba a sus padres luego de la llamada. Da un último vistazo y sale después de cerrar con candado. Una hora después, toma el teléfono, le hace seña a dos de sus gorillas, a el zorro y a Leonardo. —Hora de llamar —dice Artur entrando en la habitación. —No voy a llamar —dice echándose hacia atrás. —No quieras que yo te obligue —dice lanzándole el teléfono. Olivia toma el teléfono, marca y lo coloca en su oído. —Ponlo en alta voz —dice el zorro apuntando el teléfono. Lo hace sin protestar. Sus ojos se humedecen. Tiene ganas de romper el teléfono y todo lo que que está a su alrededor. —Nana soy yo, quiero hablar con mi padre —dice agitada. —Hija, que bueno que hablas ¿Cuándo regresas? —pregunta su nana muy calmada. —¿Qué, de dónde? —pregunta confundida. —Tu padre ha dicho que estás de viaje. Y es extraño, siempre te despides de mi. Pero nada, espero que estés bien mi reina. —No estoy de viaje, me han secuestrado y mi primo...  Leonardo la calla de una bofetada y patea el teléfono. Se va rabiado y Olivia cae al piso y empieza a convulsionar. Los demás la ignoran pero el zorro ve que no es fingiendo. —Está convulsionando —dice alarmado. —Llamem a Flor —ordena el lobo acercándose a la chica. Los gorilas salen en buscar de la chica. Artur se agacha, la endereza y la observa. Sabe muy bien que no la puede sujetar, mira su reloj para tomar el tiempo de convulsión. —La lengua la lengua —dice el zorro y el lobo intenta sostenerla para que no se la trague. Unos segundos después se detiene y justo Flor llegar. —¿No tragiste nada? —pregunta el zorro. —No me pidieron nada, además no sé que hacer ante un ataque de epilepsia —se excusa. Artur la levanta y la sube al mugroso colchón . Ordena que le traigan comida y se va. Ya está claro que los Smith no han dicho nada del secuestro, pues saben que si los demás se enteran, tendrán que hacer interrogaciones e investigaciones y se sabrá que tienen algo que ver con la mafia Rusa. Aún Artur Kuznetsov no a dicho que quiere y es lo que tiene a Patricio entre la espada y la pared. La única solución es buscar la manera de rescatar a su hija, sin la ayuda de la policía.
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