Narra Luciana. Días después recibí un regalo de Abel, por suerte Ericka no estaba. Abrí la caja y vi que se trataba de un vestido, mis dedos rozaron el material sedoso. El día martes llegó, tomé el vestido y lo froté entre las yemas de mis dedos, luego me lo puse, me vi frente al espejo de cuerpo entero que teníamos. El vestido era absolutamente impresionante y completamente abierto en la parte trasera. Lo hice girar unas cuantas veces, me hizo sentir muy hermosa, Abel tenía sin duda un buen gusto, me fui antes que Ericka llegará de sus clases, le dejé una nota diciéndole que llegaría tarde. Luego salí y tomé un taxi, la brisa de la noche golpeó mis piernas desnudas. Una vez que llegué di mí sobrenombre como la primera vez, cuando ingresé Abel ya estaba caminando hacia mí. Él lucia domin

